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Lomelí, el coordinador inesperado

La creación de la figura de Coordinador de Recursos Federales en las 32 entidades del país ha caído como una tromba en día soleado. Nadie, absolutamente nadie lo esperaba. Estos personajes que en teoría sólo le responderán al futuro Presidente Andrés Manuel López Obrador, están rodeados de un aura de poder casi ilimitado, tanto que ya se les conoce como “los virreyes”.

Los análisis circulan con profusión, y advierten desde la pérdida del poco federalismo que se había logrado a partir del sexenio de Ernesto Zedillo, hasta el avasallamiento de los gobiernos estatales, al más puro estilo del presidencialismo omnipotente del PRI monolítico.

Pero mientras ocurren estas discusiones entre académicos y teóricos del poder, quienes deben resolver de inmediato cómo van a adaptarse al nuevo sistema de administración son los gobernadores en funciones… y los mandatarios entrantes. En este último caso se encuentra Enrique Alfaro Ramírez, gobernador electo de Jalisco.

Su discurso de cambio, el proyecto de la refundación, parecen haber perdido sentido y significado desde que el pasado viernes 20 de julio se presentó Carlos Lomelí Bolaños, investido ya como el futuro coordinador, con todas las confianzas de Andrés Manuel López Obrador y con la misión, en sus propias palabras, de “administrar los recursos que llegan de la Federación, para que no sean utilizados en otra cosa”.

El de Jalisco es un caso de excepción porque además de que la presencia de este coordinador golpea directamente los planes de Alfaro Ramírez, resulta que fue su contendiente por la gubernatura en la elección. A Lomelí lo respalda no sólo la voluntad de López Obrador, sino también el hecho de haber sido el segundo más votado entre los candidatos por el Gobierno jalisciense. Imposible no recordar que ambos políticos intercambiaron entre sí ofensas verbales, amenazas de meterse mutuamente a la cárcel y presentación de denuncias.

Alfaro, que a la fecha está de vacaciones, no ha hecho pronunciamiento público sobre el futuro funcionario destinado a controlar y tener autoridad sobre las 83 delegaciones y subdelegaciones del Gobierno de la república instaladas en Jalisco.

En cambio, Lomelí sí se ha referido al futuro gobernador: “No me ha buscado, no se ha comunicado conmigo” me dijo directamente, “pero las elecciones ya pasaron. Estoy en la mejor disposición de tener una relación constructiva con él, en beneficio de los jaliscienses”.

Se escucha bien, ¿no? Pero Lomelí Bolaños advierte, también, que su facultad será la aplicación de ¡85 mil millones de pesos!, provenientes del Gobierno federal, “y como ya se anunció que iniciaremos la construcción de la Línea 4 del Tren Ligero, también tendré (a cargo) otros 17 mil millones”.

¿Quién manda realmente en una situación así? ¿Quien controla y distribuye los recursos, o quien está investido con el cargo?

Enrique Alfaro, en su función de gobernador, deberá revisar detalladamente su agenda y sus posiciones políticas. Incluso, su aseveración de que Jalisco “no estará sometido” al Gobierno federal.

Discutir si la figura del coordinador es una regresión o un absurdo, es totalmente estéril ahora. Lo que importa es resolver la línea de mando y el futuro del Estado.

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