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Las contingencias ambientales

Desde hace años se vienen reportando las contingencias ambientales que sobre todo por estas fechas aquejan a la ciudad. Es un problema grave y complejo. Involucra en muchos casos afectaciones a la salud y deterioro general de la calidad de vida. Es un reto que involucra a las autoridades y que atañe también a la población.

Según una reciente nota de EL INFORMADOR, durante los últimos años, que van del 2008 al 2018, “cuatro de cada diez días fueron dañinos para la salud en la Zona Metropolitana de Guadalajara”. Esto nos habla del carácter crónico que esta condición ha alcanzado en nuestro contexto, y de la agudeza que la situación guarda.

El sistema general mediante el que funciona la vida cotidiana de la metrópoli conlleva múltiples fuentes de emisiones contaminantes, la principal de ellas producto de los vehículos de combustión interna, aunque las llamadas fuentes fijas, generalmente industrias, también generan una parte significativa del problema.

Diversas medidas oficiales han sido tomadas para combatir las consecuencias del fenómeno, y sin embargo, han sido claramente rebasadas por los hechos, sustentados en las mediciones también oficiales. Es evidente que se necesita avanzar en las vías regulatorias y buscar por todos los medios la reducción de las emisiones contaminantes a la atmósfera.

El meollo del problema, sin embargo, está en nuestro consuetudinario sistema de movilidad. Se reporta también que en una década el parque vehicular ha crecido de dos y medio millones de unidades a tres millones y medio. Semejante incremento por sí mismo refleja las limitaciones del transporte colectivo y la imposibilidad, o la indeseabilidad, para ser una opción real de traslado para cada vez más anchas franjas poblacionales.

Existen programas oficiales para atacar el problema de la contaminación. El gran reto es avanzar en ellos y hacerlos efectivos. En muy diversas partes del mundo existen ciudades que han logrado detener, y aun revertir significativamente, su situación ambiental. Un común denominador es el uso intensivo y eficaz del transporte público, el control estricto de las fuentes de contaminación, y también, de manera muy relevante, la conciencia comunitaria sobre la problemática, sus consecuencias y alternativas.

La Zona Metropolitana de Guadalajara, y su acelerada evolución, ha producido un preocupante desarreglo ambiental que se refleja en la demasiado frecuente baja calidad del aire que todos respiramos. Fijar claramente en la mentalidad general esta realidad, y establecer la conciencia de su urgente remedio es un paso fundamental rumbo a la solución. Junto con ello, la acción de las autoridades, consistente y eficaz, es la principal clave para contar con una mejor atmósfera en toda la región.

jpalomar@informador.com.mx

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