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La traición…

La expresión es fuerte, y su significado y consecuencias lo son aún más, aunque algunos  la consideran parte del deporte nacional, la verdad es que no se trata de nada nuevo sino de acciones que tienen su antecedente en el inicio mismo de la humanidad –según la Biblia y la historia universal-. Empero, su trascendencia es tal, que de acuerdo con la fe cristiana, no existiríamos de no ser por la traición de Judas Iscariote, por 30 míseras monedas de plata.

En el imperio Romano, que tuvo vigencia desde miles de años antes de Cristo, también se consignan las traiciones suscitadas por la herencia de los distintos reinados, y sin embargo, las culturas continuaron su desarrollo, prácticamente sin más sobresaltos que los protagonizados por los futuros sucesores.

En ese contexto, el proceso electoral de nuestro país que se encuentra en su última etapa de desarrollo,  trajo consigo acciones inéditas, entre ellas: viejas y nuevas traiciones, unas encubiertas, otras estratégicas y otras tantas descaradas, el caso es que los resultados arrojados en las urnas, dan cuenta de traiciones de un tamaño descomunal, en donde la desvergüenza y los intereses unipersonales son sus únicos avales.

La traición marca al individuo, a su familia, amigos y hasta conocidos –seguidores- pero nada es para siempre, aunque al que traiciona se le olvida de inmediato, no para evitar los llamados de conciencia, sino porque tiene necesidad de encontrar cuanto antes a la víctima de su próxima traición.

Con todo y las traiciones públicas y las encubiertas, los triunfos de algunos partidos –aunque digan que no lo son- resultan sospechosos, pues aún con el antecedente de sus campañas de varios años, el haber pintado el país y el estado de sus colores partidistas, deja la zozobra acerca de si fue producto sólo del hartazgo social, carisma de tooodos sus candidatos, algunos de los cuales resultan impresentables, pero que en las urnas resultaron vencedores, o si son producto de acuerdos inconfesables.

APUNTE

La mala noticia para los candidatos ganadores y sus seguidores, es que ya no tendrán a quién culpar de todos los males habidos y por haber en el país, pues con independencia de que aún faltan algunos meses para que “tomen las riendas”  de los gobiernos respectivos, el hecho de que ya algunos de sus voceros hayan empezado a echar abajo las principales promesas presentadas a la población durante las campañas, hace pensar a algunas personas, que pese a las buenas intenciones, los resultados por alcanzar podrían no ser los esperados.

Por lo que toca al resto de la ciudadanía, es importante entender de una buena vez, que los gobiernos no podrán sacar adelante las necesidades de la población, sino es con el apoyo de todos, pues ni tienen “varita mágica”, ni lo pueden hacer todo solos.
 

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