Ideas

La oportunidad de la acción internacional

Nuestro país construyó una plataforma económica, social y política después de la Segunda Guerra Mundial con la idea de lograr la autosuficiencia económica. La substitución de importaciones protegiendo al mercado interno provocaron el surgimiento de industrias, comercios y servicios identificados con una narrativa nacionalista en lo económico, de vocación social en lo político, con sólidos mecanismos de control social reflejados en la estabilidad política. 

Los episodios de 1968, la crisis económica de 1976 y la agitación social provocada por la hiperinflación y la radicalización de la pobreza agotaron aquella estabilidad tan festejada de los años sesenta del siglo pasado. La narrativa de la tradición democrática se instaló hacia finales de la década de 1980, provocada por la conciencia contra la opresión, como por presiones externas. 

El 24 de agosto de 1986 México se incorporó al General Agreement on Tariffs and Trade, GATT, marcando el inicio de su participación el creciente proceso de globalización de la economía. Las ideas cambiaron, impulsando un nuevo modelo económico con una narrativa política nueva: la apertura al comercio y la llamada normalización democrática.  

El 12 de junio de 1991 se iniciaron las negociaciones formales del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en Toronto, Canadá; culminando, catorce meses después, el 12 de agosto de 1992 en Washington; y para 1995 México se hizo miembro de la Organización Mundial del Comercio y en el año 2000 se formalizó el triunfo de un partido de oposición en la elección presidencial. 

Para entonces, México se consolidaba como potencia exportadora, ocupando el lugar número 12 en el mundo por el tamaño de su economía y la dependencia del comercio con Estados Unidos se había profundizado. El proceso migratorio se había convertido en un hecho social de gran impacto en México y Estados Unidos: las remesas constituían, desde entonces, una fuente vital de divisas y las familias de origen mexicano en Estados Unidos eran la primera minoría. 

Veinte años después el proceso de interdependencia global se ha profundizado aún más: México exportó más de 417 mil millones de dólares el año pasado, aun con la pandemia encima. Esto significa que se exportan más de ochocientos mil dólares por minuto. México es el primer socio comercial de Estados Unidos, fuente cultural de su primera minoría, y la primer nación en el mundo que tiene más de 20 millones de sus ciudadanos viviendo en el exterior, con la frontera más transitada por personas y la de mayor intercambio comercial del mundo. Esa es una realidad potente y estratégica hacia el futuro.

La globalización fue diseñada para ampliar mercados, introducir elementos tecnológicos que permitieran el desarrollo más acelerado de las naciones avanzadas, pero produjo una realidad económica poderosa en algunas partes del mundo. En China, India, Corea y también en México se ha desarrollado una planta industrial de gran dimensión y peso global, pero lo más importante, se ha desarrollado una población dedicada al trabajo de la economía global, cada vez más preparada y consciente. En nuestro caso, además está la población emigrada que todos los días interactúa aquí mediante una compleja red social y económica. 

Esos hechos hacen evidente la enorme oportunidad que representa el exterior, y constituyen razones sólidas para considerar que se requiere de una cada vez más aguda acción internacional para aprovechar las condiciones creando oportunidades a partir de la realidad económica y social.

Paul Krugman, el afamado economista, en un editorial publicado en días pasados en el New York Times (https://www.nytimes.com/2021/08/20/opinion/us-globalization-tariffs.html)

luisernestosalomon@gmail.com

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