Hallar respuestas, no sólo cadáveres
¿Cómo hallaron a los desaparecidos de un “call center”? Gracias a una llamada anónima, según confirmó la Fiscalía del Estado a familiares de las víctimas. Extrañamente siempre hay una “llamada anónima” que, en este caso, se dio justo cuando escaló la presión social y mediática, y se involucró la Federación.
Este punto clave denota la cuestionable solidez y calidad de la indagatoria criminal de la Fiscalía estatal. No fue gracias al cruce y análisis de datos, labores de gabinete y campo, la videovigilancia o la detención de involucrados. Todo surgió milagrosamente por una llamada anónima.
Esto perfila algunas hipótesis. La Fiscalía tiene mucha suerte para que le informen de manera anónima sobre casos mediáticos. O alguien controla, dentro o fuera del ámbito gubernamental, dónde y cuándo aparecen los cadáveres tras dictar su sentencia de muerte. En todo caso, se impone la narrativa criminal: ellos deciden cuándo desaparecen y cuándo aparecen las víctimas.
El operativo de búsqueda de los ocho desaparecidos en Zapopan ha sido calificado por el fiscal Luis Joaquín Méndez y el gobernador Enrique Alfaro como un “esfuerzo extraordinario”. Sin embargo, hasta ahora ese esfuerzo se centra en una labor de rescate de restos humanos y maniobras en terrenos difíciles más que en una investigación judicial que conduzca a la verdad del caso.
Cien hombres recolectando más de 50 bolsas con cuerpos segmentados en una barranca es sin duda una labor titánica, pero ocuparse del caso sólo en ese nivel -como ocurre a menudo- es reducir la tarea de la Fiscalía a una labor funeraria y notarial que sólo procesa las consecuencias, no las causas.
Cuando el gobernador critica que “el crimen organizado no tiene límites” escupe al cielo e ignora que la misión del Estado, justamente, consiste en limitar el poder paralelo del crimen.
Por otra parte, todo indica que hay más desaparecidos. El Colectivo Luz de Esperanza ha documentado al menos tres casos a partir de 2021 de jóvenes ausentes que trabajaban en supuestos “call center”.
En días pasados, un medio nacional refirió de manera extraoficial la desaparición de un norteamericano que laboraba en uno de esos centros de Zapopan junto con los ocho desaparecidos.
Por eso la inferencia acerca de que en las 50 bolsas localizadas en la barranca de El Mirador Escondido tristemente hay más de ocho cuerpos.
Si los desaparecidos sabían o no qué se hacía en esos centros telefónicos es irrelevante para su condición de víctimas. De hecho, por el antecedente en un caso similar que referí en mi columna “Los ‘call center’ de ‘El Mencho’”, descubrirlo pudo costarles la libertad y la vida.
En la desaparición de los tres estudiantes de cine en 2018, una tragedia que marcó un parteaguas por la saña contra inocentes, prevaleció la teoría de la confusión a partir de una escisión del cártel local que tomó represalias contra los jóvenes y los disolvió en ácido. Su error fue grabar una tarea escolar en una ex casa de seguridad del grupo criminal.
Sobre estas recientes desapariciones masivas, ¿el “esfuerzo extraordinario” del gobernador y el fiscal incluye llegar a la verdad?