¿Saben lo que se roban?
La vida cambia en un segundo. Con sus cinco meses de embarazo, la joven maestra de preescolar ultimaba los detalles para su boda y su cumpleaños, pero tres delincuentes rompieron sus sueños. Fue el pasado 24 de junio: el frustrado asalto para robarle su camioneta dejó a la joven de 28 años dentro del vehículo estacionado a las afueras de un centro comercial en el Fraccionamiento Bugambilias con dos heridas de bala.
Las imágenes captadas por una cámara de seguridad afuera del establecimiento narran los hechos en apenas un minuto: tres jóvenes pasan caminando por la calle atrás del vehículo y salen del cuadro, segundos más tarde regresan y abordan la unidad. No es posible ver sus rostros, portan cubrebocas.
Se evidencia el forcejeo. Se activan los limpiaparabrisas, la unidad se mueve en reversa y después dos de ellos salen corriendo; uno deja caer una prenda de vestir roja al suelo y lleva consigo el bolso de la chica. El tercero, que abordó la unidad por la puerta del piloto, demora unos segundos más antes de alcanzarlos a toda velocidad.
Al menos otros tres vehículos estacionados en el lugar y una motocicleta revelan a más personas en el sitio, algunos vehículos pasan a poca velocidad. Nadie se detiene ni se acerca. Una llamada al 911 convoca a paramédicos y autoridades de Zapopan, la joven es trasladada de emergencia y en estado grave a un hospital cercano a la zona. Ahí se acabaron los planes y comenzó la pesadilla.
El video se viralizó. Los residentes del fraccionamiento la reconocieron como la maestra, la hija, la vecina y la futura madre, pero ahora ella se suma a la estadística de víctimas de la inseguridad. Las autoridades, de momento, no tienen información de quiénes pueden ser los agresores; mientras éstos, como muchos otros, continúan libres buscando a la siguiente víctima.
Y es que la ola de violencia está creciendo y la sociedad está cansada. Pese a la disposición de confinamiento, los jaliscienses han salido a las calles en 48 ocasiones este año. Demandan al Estado seguridad de las autoridades, hartos del incremento en la delincuencia, pues ya no sólo se trata de asaltos o robo a la propiedad privada, sino de irrupciones incluso de comandos, como el que vivió en su domicilio la familia González Moreno en mayo pasado y que derivó en el homicidio de Ana Karen, Luis Ángel y José Alberto, tres jóvenes estudiantes. El año anterior se contabilizaron 140 protestas, 51 más que en 2019.
Y es que entre enero y mayo de 2021 se registraron cuatro mil 829 robos a vehículo con y sin violencia; aunque la cifra sea menor a la de 2020, con cinco mil 876 incidencias, no es suficiente quedarse en la estadística si la población sigue percibiendo un entorno inseguro. Posiblemente, mientras estas líneas corren en blanco y negro sucede un delito más.
Lamentablemente, aunque la red de comunicación y registro de hechos ha mejorado y permitido una eficiencia en la denuncia de arbitrariedades, no hay cámara que detenga un secuestro, homicidio o asalto; sin embargo, evidencia la organización a la que ha llegado la sociedad, un paso delante en el camino para exigir justicia y exponer el letargo de las autoridades. La pregunta es: ¿Qué tanto han avanzado las autoridades para alcanzar a una la sociedad que denuncia en tiempo real? ¿Qué garantías tienen aquellos que no cuentan con los recursos para denunciar las arbitrariedades?
¿Qué tanto se dan los delincuentes todo lo que se roban y las autoridades todo lo que nos duele? El letargo persiste, una sintomatología común en la procuración de seguridad y justicia que necesita tratamiento urgente.
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