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El desafío de la migración llega a México

La política de “tolerancia cero” impuesta por la administración Trump contra la migración ilegal ha provocado una crisis humanitaria con los niños separados de sus padres. La situación ha escalado de nivel y ha puesto de manifiesto las presiones que el Gobierno de Estados Unidos ejerce hacia México para tratar de obligarle a endurecer sus acciones contra los centroamericanos que cruzan el país en su camino hacia el vecino del Norte.

El mismo presidente llegó a decir en forma insolente que endurecía su posición en la negociación del Tratado del Libre Comercio, en virtud de que México no cooperaba en detener los flujos migratorios.

La migración es un tema fundamental en la narrativa de la campaña electoral en Estados Unidos y está impactando la política interior de nuestro país. Los servicios migratorios mexicanos han coordinado sus esfuerzos en muchos aspectos con los estadounidenses, en un esquema de cooperación que nos ha llevado a tener normas y procedimientos estrictos con los migrantes.

Pero la capacidad de respuesta ha sido rebasada desde hace tiempo y ahora en muchas regiones vemos a los migrantes en su lucha por llegar a la frontera. Los norteamericanos pretenden obligarnos a endurecer nuestra política en una ruta que está en contra de los principios humanitarios y de la tradición de la apertura mexicana. Las autoridades han sorteado las presiones, pero las cosas están llegando a un punto de no retorno.

Es indispensable sostener una política de apertura y al mismo tiempo mantener un control, pero cuidando antes que nada el respeto a la dignidad de quienes buscan desarrollar su vida en otra patria. En necesario atender a un número creciente de inmigrantes que seguramente se habrán de quedar aquí.

No podemos replicar los horrores que se cometen en la frontera Norte, ni tolerar que los migrantes sean presas fáciles de la delincuencia organizada. La respuesta a la migración centroamericana debe ser una decisión justa, humana e inteligente.

En el proceso de la transición de Gobierno es de esperar que las presiones crezcan, por lo que debe actuarse con extremo cuidado. Es claro que si los norteamericanos quieren que México retenga los flujos migratorios, debe haber una contraprestación política y económica, del tipo de las que se implementaron en Turquía con el respaldo de la Europa para ayudar a regular las olas migratorias de Siria.

Allá los turcos lograron condiciones convenientes para ellos y acogieron a millones de personas. Aquí aunque la dimensión es de menor dimensión se está convirtiendo en un asunto de gran importancia política. Las negociaciones en la materia deben ser transparentes para evitar caer en chantajes inaceptables.

La sociedad mexicana ha sido, es y seguramente será hospitalaria con quienes vienen aquí en busca de un mejor destino. Nuestra política migratoria debe estar condicionada exclusivamente por los intereses internos. Ha llegado la hora de tomar cartas en la materia y actuar con responsabilidad y dejar claro que cualquier esquema de colaboración en materia migratoria debe pasar por el respeto a la dignidad.

Trump decidió cruzar la línea roja de la crueldad con las familias y México debe alzar la voz y actuar en defensa de los derechos fundamentales de todos los afectados. En esa ruta la razón moral y política nos asiste y debemos hacerla valer porque el fenómeno Trump es temporal.

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