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El cambio que viene

Habrá cambios significativos en la forma de administrar la cosa pública en México. La izquierda ha plantado una agenda redistributiva y una lucha contra los abusos y dispendios. El debate respecto de los alcances de la agenda planteada por el nuevo Gobierno se ha abierto de forma tal que en estas semanas el centro de la información está precisamente en conocer los alcances de un cambio anunciado. Más allá de la retórica electoral, ahora merece la pena detenerse a puntualizar algunas de las medidas anunciadas y analizarlas.  

Quizá en un esfuerzo de síntesis, a partir de la información disponible, podamos decir que la agenda de cambio del nuevo Gobierno, la llamada transformación, está centrada en los siguientes puntos:

1.- Políticas redistributivas. Es claro que habrá un enfoque propio de la visión de la izquierda enfocada a generar políticas para mejorar las condiciones sociales de las clases sociales menos favorecidas. En este sentido podemos esperar estímulos fiscales, ayudas a grupos vulnerables, programas de gasto social más activos y sobre todo una acción política permanente en torno a la política de la igualdad de oportunidades.

2.- Política exterior estratégicamente planeada para aumentar el respeto hacia México en el mundo. Pareciera que veremos una revisión de las relaciones con Estados Unidos, Europa y América Latina serán parte de una labor para hacer más México en el mundo. El respaldo al TLCAN y su revisión oportuna se convierte en una palanca para generar certidumbre.

3.- Política interior enfocada a contener la violencia enfocando el problema desde la óptica social y ajustando las instituciones para evitar el énfasis militar o policiaco.

4.- Cambio de la estructura de gobernabilidad. La limitación al poder discrecional de gobernadores y altos funcionarios locales; la revisión de los excesos de los grandes sindicatos, la revisión del papel del ejército en la vida civil parecen ser las líneas que se encaminan a controlar algunas prácticas que han deteriorado la solidez institucional.

5.- Revisión de la política educativa, para evitar la polarización entre maestros y enfocar los esfuerzos  hacia la calidad con un enfoque más inclusivo que incluya todos los niveles.

6.- Política de energía que fortalezca la capacidad de generación y producción con enfoque nacionalista.

7.-Política económica y fiscal enfocada a crecer mediante estímulos y cambios como reducción de impuestos al consumo en fronteras y zonas libres, obras de infraestructura de gran calado, revisión del marco fiscal de estados y municipios.

Estos son algunos de los cambios anunciados, que ponen en perspectiva que se trata de una agenda con muchos frentes abiertos al mismo tiempo e indica el tamaño del esfuerzo político para llevarlos al cabo. Vale la pena mirar el marco general en que se plantea la transformación: el respeto a la ley. Si realmente las políticas públicas que se vislumbran se plantean con una perspectiva de respeto a las libertades, la dignidad, el imperio de la ley y se contienen los ímpetus de quienes confunden la prioridad de la agenda redistributiva en detrimento de la legalidad liberal democrática de derecho. Podemos decir que México se encamina a profundizar el camino hacia el Estado social y democrático de derecho del que tanto se habló en tiempos de Felipe González en España, o hacia el fortalecimiento de las políticas sociales propuestas durante el Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil.

Un cambio hacia la izquierda dentro del estricto respeto al marco constitucional será una muestra de fortaleza de las instituciones y manifestación de avance en la vida democrática. Las expectativas son enormes y las condiciones económicas y políticas indican que aunque los cambios serán profundos, el giro a la izquierda será positivo. La tentación de imponer decisiones por la fuerza de la sola autoridad, como la de polarizar a la sociedad en una confrontación política continua serán uno de los mayores desafíos a los que se enfrentarán las nuevas autoridades. Para contener esos afanes voluntaristas está la línea roja del límite infranqueable del que hablaba Juárez: la ley.

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