Ideas

Rudos vs técnicos

Cada semana que pasa de la Administración de Claudia Sheinbaum se hace más evidente el conflicto al interior de su equipo de Gobierno. Por un lado juegan los rudos, los pejistas, los guardianes de la tradición que creen que su obligación es cuidar que el nuevo Gobierno no se desvíe un ápice de las ideas del López Obrador, el ideólogo líder y fundador del movimiento de la Cuarta Transformación. Por el otro están los técnicos, el equipo que viene con Claudia Sheinbaum de la administración de la Ciudad de México y que creen fervientemente en que es necesario un ejercicio del poder mucho más sólido técnicamente para consolidar el proyecto y evitar un fracaso de la Cuarta Transformación por incapacidad.

En dos áreas ha sido particularmente evidente el conflicto entre la forma de entender el Gobierno de López Obrador y el de Claudia Sheinbaum: seguridad y salud. Entre más avanza el equipo de García Harfuch, sea por la presión del gobierno estadounidense, sea por voluntad propia de la Presidenta, más evidente se hace el abandono del gobierno anterior a lo que pasaba en el territorio.

La obsesión del presidente López Obrador fue la estadística: bajar las cifras de homicidios y de ciertos delitos que a él le importaban. Fue una política de seguridad hecha desde Palacio y para Palacio, pensada para alimentar la Mañanera y la percepción. La de Claudia Sheinbaum es una política de seguridad que actúa sobre el territorio. Los críticos dirán que está hecha para satisfacer al gobierno de Trump y sí, muy probablemente ese haya sido el gran incentivo; lo cierto es que la política de persecución al crimen organizado cambió y cada día que pasa se hace más evidente la irresponsabilidad que tuvo el gobierno obradorista en materia de seguridad.

El otro tema donde la diferenciación resulta más que evidente es en salud. El desastre institucional que dejó el gobierno de López Obrador es de tal magnitud que difícilmente se podrá revertir en un solo sexenio. Aun así, cada paso que da el nuevo equipo de Gobierno en esta materia no hace sino evidenciar que el sistema de compras consolidadas de medicamentos, la creación del IMSS-Bienestar y la supuesta austeridad republicana no hicieron sino ahogar al de por sí débil sistema de salud. Nos llevará una década recuperar los niveles de vacunación y atención que tenía el país antes de López Obrador.

Hay otras áreas de la administración pública donde el desastre es igual o peor, como en ciencia, cultura o medio ambiente y donde comenzará a sentirse igualmente la tensión entre el nuevo Gobierno y el anterior. La Presidenta no tiene otro camino que cambiar lo que tiene que cambiar. El reto es hacerlo sin romper o sin que los inevitables conflictos entre rudos y técnicos se reflejen en pugnas internas y, por tanto, en gobernabilidad.

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