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Primer año de los alcaldes. ¿Y la Metrópoli?

Los alcaldes metropolitanos cumplen hoy un año en el encargo. Con sus variantes y contra lo que presumieron en sus informes, ha sido un año de pocas luces, y también de pocos problemas, al menos pocos nuevos problemas. La inseguridad sigue ahí y las inundaciones, que han sido la nota de los últimos días, se irán junto con la temporada de lluvias y nadie volverá a hablar de ello hasta el próximo año.

Los alcaldes que repitieron en su encargo, Juan José Frangie en Zapopan y Sergio Chávez en Tonalá, pasaron el primer año sin sobresaltos haciendo lo que ya saben hacer. Las y el nuevo, Verónica Delgadillo en Guadalajara, Laura Imelda Pérez en Tlaquepaque y Quirino Velázquez en Tlajomulco han buscado por todos los medios llamar la atención. Tiene sentido: los primeros ya no tienen opción de reelección, mientras que los otros buscan a como dé lugar repetir en el cargo. 

Más allá de estilos y partidos, lo que hermana a los cinco alcaldes es el abandono absoluto de la idea de metrópoli. Los cinco gobiernan sus municipios como si fueran feudos dentro de la ciudad. Guadalajara y Zapopan de repente anuncian alguna actividad colaborativa y el mundial del 2026 les ha permitido (o quizá obligado) a aparecer juntos, pero lejos, lejísimos quedó aquella idea de gestionar la ciudad con una visión metropolitana. 

Nadie ha vuelto a hablar de la agencia metropolitana de residuos. Cada alcalde mata las pulgas como puede y a su leal saber y entender, o a su propio interés. Lo cierto es que, a un año, éste que parecía el gran proyecto metropolitano para 2025 está desaparecido de la agenda.

La famosa policía metropolitana solo existe en la cabeza del ex gobernador Enrique Alfaro. La verdad es que nunca pasó de una oficina y los nuevos alcaldes ni siquiera han acusado recibo de su existencia. Todos hablan de coordinación (porque es la palabra de moda y lo que más premia el gobierno de Claudia Sheinbaum, como si eso bastara para solucionar los problemas) pero no hay una sola estrategia conjunta entre las policías municipales más allá de las obligadas y obvias. ¿No deberían, por ejemplo, estar pensando estrategias conjuntas contra la desaparición? Aquí sí todos parecen estar de acuerdo en que lo mejor para ellos es hacer como si el problema no existiera.

La planeación urbana, actualmente en manos del Instituto Metropolitano de Planeación (Imeplan) ha quedado también desdibujada ante la feudalización de los ayuntamientos. La coordinación con el Gobierno del Estado es radial, cada Ayuntamiento discute los proyectos que le atañen con la autoridad estatal correspondiente. El mejor ejemplo de ello es el tan llevado y traído segundo piso donde la opinión de Tlaquepaque y Tonalá ha sido absolutamente relegada cuando lo que está en juego no es solo el uso del territorio sino la visión de ciudad.

A un año de las administraciones municipales habrá que cantar un réquiem por la metropolización.

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