Hacia un nuevo SIAPA
Al escándalo de la aviadora Eli Castro, quien cobraba como asesora técnica de la dirección general, se sumó ayer el desconocimiento público del gobernador a la recomendación de la Comisión Tarifaria de aumentar sustantivamente las tarifas del agua del SIAPA. Una toma de postura que vino acompañada con la promesa de una reingeniería del organismo.
La pregunta ya no es qué le duele al SIAPA, cuál de todos sus problemas es más grave, si es el financiero, su incapacidad para dotar agua de calidad a los ciudadanos, la pésima gestión administrativa de la pasada administración o el uso político de la nómina, pues como hemos comentado, el caso de la conductora asesora es el más burdo y notorio, pero hay entre 200 y 300 personas en el organismo operador del agua cuyo trabajo no corresponde a la misión del SIAPA. Aviadores, pues.
¿Reformar al Siapa o construir un organismo de cero? Ese es el dilema. El tema del agua se ha vuelto cada sexenio más delicado y por tanto más importante políticamente. Hoy tenemos un andamiaje de tres pisos, un organismo operador metropolitano, una Comisión Estatal de Agua y una Secretaría de Gestión Integral del Agua, un andamiaje que se antoja de entrada demasiado burocrático y donde fácilmente podemos encontrar duplicidad de funciones. Hay pues que reformar todas las instituciones y no solo al organismo metropolitano.
El SIAPA actual es demasiado pequeño para el reto metropolitano. De hecho, si bien el organismo atiende cinco municipios con la incorporación reciente de Tlajomulco como parte del sistema intermunicipal, lo cierto es que, salvo Guadalajara, que lo atiende al cien por ciento el organismo operador, en el resto de los cuatro municipios, Zapopan, Tlaquepaque, Tonalá y ahora Tlajomulco hay zonas donde la red del SIAPA no llega y son los municipios quienes, como pueden, se encargan de dotar y cobrar el agua casi siempre de mala calidad.
El otro gran reto de cara al futuro es la planeación urbana. Los municipios, de acuerdo con sus atribuciones, son quienes deciden el crecimiento y desarrollo de la ciudad, pero no lo hacen de la mano del organismo operador del agua. Si no vinculamos al nuevo SIAPA reloaded a la planeación de la ciudad en diez años tendremos los mismos problemas que hoy queremos resolver.
Si algo hemos de exigir al nuevo SIAPA es transparencia. No solo en la nómina y los gastos de operación, sino en la calidad del agua que dota a la ciudad. Debería ser una obligación del organismo operador informarnos periódicamente (cada tres días o máximo cada semana) la calidad del agua que está surtiendo Colonia por Colonia. Es ahí, en la transparencia de los datos de calidad como los ciudadanos podemos ejercer una verdadera vigilancia y tener claridad sobre la relación entre precio y calidad del agua potable. Si el nuevo SIAPA no entiende que ante todo es una empresa que brinda un servicio y siguen pensando que dotar de agua las casas y negocios es un favor que nos hace el gobierno, no vamos a avanzar.
Reformar el SIAPA es un gran reto y también la gran oportunidad de cambiar el paradigma del agua en la ciudad.