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Desinterés económico

A las personas en general no les interesa todo lo que tenga que ver con las políticas públicas o con los resultados de los indicadores económicos del país. En general, para la inmensa mayoría de las personas, el estado general de la economía no es interesante.

Solamente se vuelve de interés, cuando por alguna circunstancia extraordinaria, golpea directamente en su “estilo de vida”. Ya sea a través de la inflación y el empobrecimiento que genera el que los precios suban o a través de la mayor o menor creación de empleo en la economía formal.

Quizá para otra parte importante de la población, sea el valor del dólar también un dato de información económica que sea de interés. De lo demás, simplemente no les interesa.

En gran parte esta desatención de la gente se debe al éxito de la economía mexicana de los últimos 30 años: el haber logrado la estabilización de las variables económicas, como el tipo de cambio y la inflación.

Desde hace casi tres décadas es que a los mexicanos no les interesa o no les preocupa el comportamiento de las variables económicas nacionales. Simplemente ahí están, valen más o menos lo mismo y ya. No hay nada más que valga la pena saber o dedicarle tiempo para tratar de entender.

Por ejemplo, la gente de países en los que la inflación está descontrolada, prácticamente todo mundo vive pendiente del precio de los productos, así como del valor con el que haya amanecido el dólar. En México, no.

Hace poco, un youtuber argentino que visitaba nuestro país, se sorprendía con que los mexicanos no teníamos una idea exacta del valor del dólar en México. Cuando preguntaba en la calle, las respuestas eran del tipo “pues anda por ahí de 20 pesos, ¿no?”

Centavos más o centavos menos. ¿Qué importa? Si el rango de los 20 pesos lo tocó el dólar por allá del lejano año del 2016. Es decir, entre todos los eventos económicos que ha habido, cambios de gobierno, elecciones, presidentes como Trump, Biden y Trump de nuevo, el tipo de cambio más o menos ha estado igual.

Entonces a la gente le deja de preocupar.

Y si le sumamos el hecho de que la prensa cuando reporta temas económicos, lo hace imprimiéndoles un dramatismo que para la gente la economía ya no tiene: hace unos días se reportaba que los agentes esperaban que INEGI confirmara que México hubiera caído en recesión desde octubre del año pasado.

Haciendo mis propios cálculos con los datos disponibles, yo mismo afirmaba que en efecto, que la economía mexicana se habría contraído en el primer trimestre del 2025 y que, por lo tanto, entraría en la definición de recesión técnica al acumular dos trimestres consecutivos con una contracción económica.

INEGI dio el dato y resulta que la economía no cayó, sino que creció un 0.2 por ciento. Se esfumó el fantasma de la recesión y listo. A otra cosa mariposa.

En general, si bien podemos decir que la economía no entró en recesión, también podemos ver que, desde las elecciones del año pasado, prácticamente el país se ha estancado. No cae, pero tampoco crece. Simplemente se mantiene en donde está.

Pero para la gente estos detalles no interesan. Ni siquiera el que se hubiera confirmado la recesión, ya que para el grueso de la población nada hubiera cambiado. No será hasta que el país viva de nuevo una de las crisis económicas del pasado, como la de los años 90, que la sociedad despertará de su letargo y se preocupará por entender el desempeño económico de su país y las consecuencias de las políticas públicas de un gobierno que hoy, solo se aprecia que se dedica a depositar apoyos, becas y jubilaciones bimestre a bimestre.

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