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¿Blindaje o vitrina? Jalisco saca los Teslas para patrullar el Mundial

En Jalisco, México y el mundo, no hay mensaje más poderoso que una Tesla Cybertruck con logos de Policía para que la delincuencia, organizada o no, dé marcha atrás a sus planes. La pacificación prometida ya va a la mitad. Lo que falta es tantita madre.

La inversión en tecnología para la (in)seguridad no es novedad. Ahí están las maxicámaras del Escudo Urbano C5 que, según declaró su titular al periodista Jonathan Lomelí, son “perfectibles”. Es decir: rastreo manual, análogo, como de los noventa.

Si uno fuera malicioso (que lo somos), pensaría que el arrendamiento multimillonario -vía adjudicación directa-es un gran pretexto para hacer más Instagrameable a la Guadalajara mundialista.

Porque sí: todo lo que ocurra de aquí a abril de 2026 (fecha límite para enchular la ciudad rumbo al Mundial) estará alineado con lo que doña FIFA nos dicte.

Este dispendio en recursos es más estético que efectivo. Ciertamente, ningún gasto que salve una sola vida será una mala inversión, pero a este punto no se ha destacado la verdadera razón por la que es necesario que haya Cybertrucks y Black Mambas (así se llaman) patrullando las calles. Y, sobre todo, si éstas van a rodar sólo por Guadalajara o lograrán la pacificación de zonas rojas como Teuchitlán, Teocaltiche, Villa Hidalgo y/o el punto de Jalisco que se les ocurra.

Hasta ahora, ese gasto no se ha socializado a pleno. No sabemos si detrás de los autos de gama alta de Elon Musk hay nuevas políticas integrales que aborden las causas subyacentes de la violencia y que éstas fortalezcan las capacidades operativas de las fuerzas de seguridad.

Además, es totalmente necesario poner en duda si los recursos que se han destinado a estos vehículos podrían ser más eficientemente utilizados en programas de prevención del delito, capacitación (y sueldo) policial o mejora de la infraestructura de seguridad existente, porque hasta ahora son un nuevo ornato que únicamente atrae selfies en el Centro de Guadalajara.

Las opiniones son variopintas. Claro que no está mal cambiar los cacharros tira-aceite de antes por autos que al menos huelan a nuevo, pero son las formas en las que se concretó esta transacción y la proximidad del Mundial las que encienden la duda si realmente se trata de un cambio estético más para atrapar al turista y esconder la realidad bajo el tapete… o realmente serán usadas para pacificar, de menos, la zona de Andares.

Luego está el análisis técnico que dejó sin lugar a dudas el que, operativamente, un vehículo eléctrico puede plantar cara a cualquiera de las unidades modificadas que usa el crimen organizado en sus ya conocidos narcotalleres.

Sí: Jalisco necesita con urgencia modernizar su flota vehicular y hasta adoptar tecnologías más sostenibles, pero no podemos dejar de cuestionar si era necesario iniciar con esto en el rubro de la seguridad en función de los desafíos que enfrenta el Estado.

Porque tampoco imagino a una caravana de unidades blindadas del crimen organizado metiendo reversa y volviendo a sus bases de operación al ver una Tesla Cybertruck rotulada con el logo de la Policía del Estado. Es más, por el contrario, bajarían de sus monstruos para pedirles selfies a los oficiales y compartir ese bello e instagrameable momento. No a diario se ve un exoesqueleto de acero inoxidable ultra resistente con el sello de Elon Musk en Teocaltiche.

Eso sí: ejemplos de su uso hay muchos. En Las Vegas, el Departamento de la Policía Metropolitana integró 10 de esas unidades a su flota, pero allí, según los reportes periodísticos, las donó un altruista anónimo, así que no hubo debate por el uso que se hizo del dinero de las personas.

En contraste, en Ciudad Valles, San Luis Potosí, el alcalde anunció la compra de 15 “camionetas futuristas” (así cabeceó El Universal) para funciones de patrullaje y servicios municipales. Para él fue súper sencillo bajar el discurso: gastamos mucho ahorita, pero luego ahorramos en mantenimiento y combustible.

Pero San Luis y Jalisco no son lo mismo. Ni de cerca. Aquí opera el grupo delictivo que más fuerza ha adquirido en las últimas décadas, y que hace 10 años logró derribar un helicóptero del Ejército.

Por eso, y porque históricamente combatir fuego con fuego ha traído más tragedias que resultados, es que vale la pena cuestionar y exigir respuestas bien fundamentadas sobre la decisión que hay detrás de una adjudicación directa multimillonaria para unidades que, a la distancia, podrían ser más ornamentales que benéficas para el objetivo que se ha trazado el gobernador Pablo Lemus: pacificar.

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