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Algo huele a podrido en el CUCSH La Normal

Extrañeza. Eso inspira entre varios actores universitarios la toma de instalaciones del CUCSH La Normal que cumple dos semanas.  

La UdeG informó el miércoles 9 de mayo que “un grupo de 30 jóvenes encapuchados” habían tomado el complejo. Se trataba de estudiantes de Filosofía, Letras Hispánicas, Historia, Antropología, Geografía, Enseñanza del Inglés y Didáctica del Francés.

En el CUCSH La Normal estudian dos mil 600 alumnos de esas carreras y poco más de dos mil 400 continúan sus clases de forma virtual. Significa que alrededor de 200 estarían a favor del paro.

Ahora, ¿qué demandan? Rechazan su traslado a CUCSH Belenes; una consulta a estudiantes sobre el cambio de sede; rehabilitación del complejo que acusan en el abandono y la promesa de no represalias contra los paristas.   

En el plano político han exigido diálogo directo con el rector Ricardo Villanueva y desconocieron la representación formal de la FEU como interlocutora. De hecho, las oficinas de la FEU en el CUCSH La Normal fueron intervenidas con pintas, grafitis y consignas como “Muera la FEU”. El acto performativo –así denominado por los paristas– remata con una corona fúnebre en alusión a la muerte de la asociación estudiantil.

Tras dos semanas de negociaciones, la UdeG ha mediado el conflicto sin éxito con representaciones formales de estudiantes. Hoy lunes hay una convocatoria al diálogo, pero en la página de Facebook “CUCSH no se mueve” –creada el 30 de abril– los paristas condicionaron el encuentro.

La UdeG ha accedido a sus demandas, pero hay una especie de desconexión profunda entre los paristas y las autoridades universitarias que estanca el diálogo.

Mientras la Universidad utiliza su aparato mediático y representaciones estudiantiles para desactivar el conflicto político, los paristas aún luchan con las palabras por articular su movimiento (piden, por ejemplo, que les especifiquen “el tipo de represalias que supuestamente no se llevarían a cabo”).

Idealizar la protesta de los paristas sin ningún filón crítico es tan nocivo como criminalizarla y afirmar que sólo hay intereses ocultos detrás.

En un plano, los paristas pugnan por una nueva forma de “ser alumno” y hacerse escuchar en la UdeG tras 30 años de la dictadura perfecta que significó el padillato. No es gratuito que rechacen a la FEU, esa cúpula del poder político estudiantil. En ese sentido, su iconografía zapatista tiene un sentido de llamado a la alteridad: nosotros también existimos.

Pero en otro plano, en un ambiente político enrarecido, siempre cabe la posibilidad de que haya terceros involucrados. Podrían ser profesores o universitarios detractores del establishment. Aunque muchos apuntan a un trasfondo naranja, ¿qué sentido tendría operar un sabotaje en un momento de diálogo entre la Universidad y Enrique Alfaro? Sin embargo, tribus políticas de Morena y emecistas de El Salto han difundido y promovido el paro.

“Algo huele a podrido en Dinamarca” es una de las frases más célebres de Shakespeare. La expresa Horacio a Hamlet una noche para alertar que algo extraño ocurre, se respira un aire enrarecido en el reino, pero aún no sabe qué.

Como síntoma de los nuevos tiempos que enfrenta la Universidad, como parte de una disputa política más allá de las aulas o como una mezcla de ambos factores, pero en todo caso, algo huele a podrido en el CUCSH La Normal.

jonathan.lomelí@informador.com.mx

Jonathan Lomelí

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