72 años del voto femenino: ¿En qué piso estamos?
El 17 de octubre se cumplen 72 años en que, por primera vez, el artículo 34 constitucional, autorizó que las mujeres mexicanas pudieran votar y ser candidatas a cargos de elección popular. Fue hasta 1953, que se reconoció este hecho para las mujeres mexicanas, aunque fue hasta 1958 cuando por primera vez, las mujeres de este país, pudieron votar en unas elecciones presidenciales.
Muy a pesar de la posibilidad de poder votar o ser candidatas, las mujeres mexicanas tardamos mucho más, en ser observadas como “sujetas políticas” y, por tanto, sujetas de derechos, es decir, como ciudadanas. No es menor la frase “ser sujetas de derechos” porque si bien, el voto nos otorgaba la posibilidad de tener derechos civiles y políticos, aún no teníamos conquistados ni ganados los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales (DESCA). Estos derechos, refieren la posibilidad de vivir una vida digna y en libertad con relación al trabajo y el salario, la salud, la protección social, la alimentación, la vivienda y el medio ambiente sano. Así que poder votar y ser votadas, siempre fue el primer paso vital para poder ser consideradas como ciudadanas con todos los derechos en este país.
Gracias a las sufragistas mexicanas que conquistaron este primer paso, hoy tenemos congresos paritarios, trece mujeres gobernadoras y una mujer Presidenta de la República. Claudia Sheinbaum o la actual Rectora de la Universidad de Guadalajara, Karla Planter; sin duda sí rompieron el techo de cristal, ese último paso posible en una carrera política o profesional que significa un desarrollo y reconocimiento público, político y personal. No obstante, muchas de las otras mujeres que hoy tenemos en los diferentes espacios de liderazgo políticos, académicos, empresariales, sociales, culturales y comunitarios; siguen enfrentando pisos pegajosos y escaleras rotas que les impiden pensar en caminar o subir para mejorar sus propias condiciones y reconocimiento profesional.
La mayor parte de las mujeres mexicanas, enfrentan “pisos pegajosos”, llenos de pegamento o de chicle, esos que cuando van caminando rumbo a un horizonte, se encuentran con un pegamento que impide dar el siguiente paso y que las mantiene en un piso firme lleno de precariedad. No pueden avanzar porque tienen que permanecer en casa cuidando de alguien o porque con sus tareas del hogar, no les posibilita conseguir un empleo formal o bien, continuar estudiando para su mejora personal y profesional. El piso pegajoso es un fenómeno complejo que no se mide de manera directa y que es atravesado por la desigualdad estructural que viven las mujeres, pero lo que sí sabemos, es que este fenómeno está siempre ligado a normas sociales y culturales, así como a estereotipos de género que impiden el crecimiento y ascenso de muchas mujeres en el país.
Siguen las llamadas “escaleras rotas”, ese fenómeno invisible e incluso metafórico que refiere a las barreas invisibles que impiden el ascenso de las mujeres para alcanzar independencia financiera y autonomía en todos los sentidos. Es cuando las mujeres avanzan, ascienden, pero cuando quieren subir más, se encuentran con que el siguiente escalón no existe y lo tienen que construir ellas mismas con su propio esfuerzo. Las mujeres viven “escaleras rotas” cuando enfrentan día a día las labores del cuidado de otras personas, la ausencia de redes de apoyo para poder cumplir con sus múltiples tareas, las brechas salariales y la discriminación laboral.
Las sufragistas mexicanas como Hermila Galindo, Elvia Carrillo Puerto, Refugio García, y Amalia González Caballero; nos abrieron a todas las puertas con sus luchas y su enorme valor. Gracias a ellas, hemos ido consiguiendo derechos. Pero ha sido solo gracias a nosotras mismas, a un gran nosotras mujeres en colectivo, que hemos ido consiguiendo el derecho a decirnos ciudadanas y con ello, exigirle al Estado, la absoluta garantía y obligación que tiene con relación a la mejora de nuestras condiciones sociales y derechos humanos.
El patriarcado mexicano nos lo ha hecho todo siempre difícil, y muchas de las cosas que hemos conquistado se las debemos a otras mujeres, pero también a nosotras mismas desde nuestra propia condición. A 72 años del voto de las mujeres, es imprescindible poner el foco en los pisos pegajosos y en las escaleras rotas, desde donde todas las instituciones de este país, tienen una deuda con todas las mujeres mexicanas.