Ideas

* La 20/11

Ricardo “Tuca” Ferretti nunca lo ha dicho abiertamente —porque no se lo han preguntado, entre otras cosas—, pero es probable que como entrenador y como persona tenga por lema una de las más celebradas frases de Don Francisco de Quevedo y Villegas (poeta y dramaturgo español de fines del Siglo XVI y principios del XVII): “¿No ha de haber un espíritu valiente? ¿Siempre se ha de sentir lo que se dice? ¿Nunca se ha de decir lo que se siente?”

Claridoso como acostumbra ser, el técnico de los Tigres, entre la diplomacia y la franqueza, optó por la segunda. Interrogado sobre su renuencia a acatar la Regla 20/11 (que “obliga” a todos los equipos mexicanos a alinear al menos un jugador menor de 20 años y 11 meses durante 765 minutos del recién iniciado Torneo de Liga), soltó una verdad que a los dirigentes del futbol mexicano debió sonarles como pedrada en el tejado: los jugadores jóvenes “no van a salir porque (los dueños de la pelota) impongan una regla; los jóvenes tienen que jugar… cuando estén bien preparados y los formen adecuadamente”.

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Aplicar la Regla 20/11 a rajatabla, en efecto, como ya ha sucedido en las ocasiones en que se ha puesto en práctica, redundará en que haya muchos debuts… pero también muchas despedidas; es decir, intentonas fallidas; promesas frustradas.

Que Andrés Guardado, en su momento, fuera una sobresaliente revelación con el Atlas, de ninguna manera significa que todos los jugadores que debuten a raíz de la aplicación de la norma, van a dar la medida, van a consolidarse como titulares indiscutibles, vayan a saltar a la Selección Nacional y a convertirse —con el tiempo y el ganchito consabido— en jugadores de exportación.

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Cuando se implementó el Campeonato Nacional de Reservas, que se desarrollaba paralelamente con el de Liga, hubo frutos para los equipos profesionales… en la medida en que los “scouts” de los clubes afinaron las antenas para descubrir prospectos y en que los entrenadores se esmeraron en pulir la materia prima.

Si hay talento —la materia prima, menos abundante en la actualidad porque los jóvenes no parecen inclinarse hacia la práctica del deporte como los de las generaciones pretéritas—, los frutos madurarán gradualmente. Si no, todos los afanes que en ese sentido se realicen, serán estériles.

La demagogia, en todos los órdenes de la vida, sólo produce frutos vanos.

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