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- “La autopsia dirá…”

De unos años a la fecha, los tapatíos han sido testigos de asuntos que hacen que los medios de comunicación se vuelvan monotemáticos y durante varios días no se hable de otra cosa. El año pasado, por ejemplo, fue el asunto de los llamados “trailers de la muerte”; antes, la “macrolimosna” del “Góber piadoso” para el Santuario de los Mártires; antes, el asesinato del cardenal Posadas Ocampo; antes, las explosiones en el Sector Reforma… Asuntos, todos ellos, de los que se hablaba (la gente), se escribía (la prensa) y se declaraba (los funcionarios) “ad nauseam”.

-II-

En todos esos temas y en algunos tangenciales (los incrementos en las tarifas del transporte público, el incendio del Mercado Corona, la toma de la Plaza de Armas por los “barzonistas”, el colapso del colector de la Avenida López Mateos, los embotellamientos vehiculares ocasionados por los aguaceros, los ocasionales paros camioneros, el enfrentamiento de los “globalifóbicos” con la policía en ocasión de la malhadada I Cumbre Iberoamericana…), el ciudadano común se involucraba mediante opiniones más o menos autorizadas, por documentadas. En pocos, sin embargo, había habido una participación generalizada como la ocasionada por el asunto de moda: el desabasto de gasolina.

El fenómeno se explica. Si la noticia aún puede definirse como “relato de un hecho verídico, reciente, trascendental o interesante”, el tema, obviamente, es noticioso por su trascendencia e interés generalizados. Es trascendental por las consecuencias que puede tener: entre las positivas, el deseable desmantelamiento del sofisticado y multitudinario aparato delincuencial que se ha dedicado a robar gasolina, sistemáticamente, ante el disimulo de (y acaso mediante contubernio con) altos funcionarios de Pemex, y a comercializarla con la complicidad de expendedores “autorizados”; entre las negativas, el posible desabasto o encarecimiento artificial de productos básicos (alimentos, medicinas, etc.), las pérdidas económicas, el posible despido de trabajadores, obligado por el intempestivo cierre de sus fuentes de trabajo. Y es interesante porque afecta a la mayoría de las personas, en la medida en que las daña, las incomoda o las obliga a modificar sus comportamientos habituales.

-III-

El asunto, de momento, tanto en “Radio Pasillo” como en los medios, se centra en la reprobación, por sus perniciosos efectos inmediatos -los “daños colaterales”, dicen los expertos-, de una estrategia que sólo será aprobada si en un plazo razonable da los resultados apetecidos: acciones con-cre-tas en el combate a la corrupción.

Moraleja del cuento (con la venia de Dzib): “La autopsia dirá si sobrevivimos”.
 

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