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- El mundo al revés

Una máxima de los hombres de campo establece que “no hay que poner los bueyes detrás de la carreta”. Significa que debe respetarse un orden lógico para que las cosas funcionan; si no, como suele decirse, “ya valió…”.

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Viene al caso el refrán por el epílogo del enfrentamiento, el viernes en la Ciudad de México, entre ciclistas que realizaban una manifestación “pacífica”, en protesta por los accidentes viales sufridos por muchos camaradas suyos o por ellos mismos, y los agentes de la Subsecretaría de Control de Tránsito que les impidieron acceder, como pretendían, al segundo piso del Periférico…

Hasta donde se sabe, no hubo víctimas ni daños de mayor cuantía. Sin embargo, la profusa difusión en las redes sociales de escenas del rifirrafe, tuvo como consecuencia, pocas horas después, la decisión institucional de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, de suspender y eventualmente procesar por los delitos en que hubieran incurrido, a once elementos (entre los cuales cuatro mandos) de la corporación.

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Se trata, en lo esencial, de la enésima reedición de una historia que se ha vuelto frecuente en aquellas latitudes: los ciudadanos que pretenden ignorar o contravenir los reglamentos, como sería acceder con sus bicicletas a los segundos pisos de ciertas vialidades, así como los que cometen delitos como agresiones a los policías, daños a las cosas -automóviles, escaparates, fachadas…- o al mobiliario urbano -edificios, monumentos, arbotantes, paraderos…-, patrullas o unidades del transporte público, son considerados, a priori, los buenos de la película; pueden actuar con la misma impunidad con que sistemáticamente incurren en infracciones como circular por la banqueta o en sentido contrario, o sin respetar señales o reglamentos de tránsito. etc.

En cambio, los policías, a despecho de su calidad de guardianes del orden público, tienen, de entrada, la consigna de no tocar a los manifestantes, hagan lo que hagan, ni con el pétalo de una rosa, con tal de evitar a toda costa que al Gobierno se le tilde de represor… Y saben -como acaba de demostrarse- que si para cumplir y hacer cumplir leyes y reglamentos osan emplear la fuerza, así sea de manera moderada o como reacción a las agresiones de que hubieran sido objeto, se exponen, sin que se les permita aducir nada en su defensa, no solo a ser despedidos sino también procesados y sancionados... como si ellos hubieran sido los infractores o delincuentes.

En efecto: el mundo al revés; los bueyes detrás de la carreta…

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