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- Alivio, no solución

Por favor: que no cunda la euforia…

Lo mismo si la cacareada (traída y llevada, nunca bien ponderada, etcétera), Línea 3 del Tren Eléctrico Urbano de Guadalajara se concluye felizmente y entra en operación a finales de este año, como se anuncia desde la siempre optimista -cuando no triunfalista…- esfera gubernamental, que si el feliz acontecimiento se posterga un año más, como calcula el ordinariamente crítico y escéptico sector empresarial, convendrá entender que “la (inconclusa) obra del sexenio” anterior, aliviará, ciertamente, pero no resolverá, ni mucho menos como por arte de magia, de la noche a la mañana, el grave problema de movilidad que aqueja a la Zona Metropolitana de Guadalajara.

-II-

Cuando el crecimiento de las ciudades rebasa los niveles de lo razonable, no hay, en efecto, fórmulas mágicas que les devuelvan la eficiencia de los servicios públicos y la calidad de vida de sus habitantes que alguna vez las caracterizaron. Rebasar esos límites se paga muy caro. Y lo peor: esos procesos son, vía de regla, irreversibles: condenan a las personas a comprobar, en carne propia, cómo se cumple el enunciado principal de la Ley de Murphy: “Cuando parece que las cosas ya no pueden empeorar…, empeoran”.

Ocasionalmente se ha aludido aquí a la promesa del entonces Presidente Gustavo Díaz Ordaz al entonces gobernador de Jalisco, Francisco Medina Ascensio, de iniciar la construcción del Metro -sí: del Metro- en Guadalajara, cuando acababa de inaugurarse (el próximo 4 de septiembre se cumplirán 50 años) la primera línea del sistema de la Ciudad de México. La crisis derivada de los sucesos del ‘68 malogró la promesa. Guadalajara, pues, se quedó sin Metro. La capital, en cambio, tiene actualmente 12 líneas, amén de otros sistemas complementarios... Con ellos, la movilidad de sus 20 millones de habitantes es difícil. Sin ellos, sería infernal.

-III-

La mejoría -gradual, necesariamente- de Guadalajara, en ese aspecto, dependerá de que se acrecienten las opciones del transporte público, pero, principalmente, de que se vuelva constante y sistemático el plan gubernamental anunciado en días pasados, de actualizar, ampliar y articular todos los sistemas operantes… El muchacho creció demasiado -valga la analogía-, y ya no es suficiente con bajar la valenciana de los pantalones que tiene desde que era niño.

Colofón (tomado de uno de los corolarios de la Ley de Murphy citada líneas arriba): “El tiempo necesario para descomponer algo es casi insignificante, pero se requiere de una eternidad para repararlo”.

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