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Sierra de Órganos; poesía en el desierto

Sierra de Órganos es un inquietante lugar en Zacatecas en donde el viento sopla sin cesar

GUADALAJARA, JALISCO (30/JUN/2013).- Sierra de Órganos es un inquietante lugar en Zacatecas en donde el viento sopla sin cesar. Donde los árboles dejan paso a los cactus. Donde los zacates esperan con calma las lluvias que algún día aparecerán. El rojo asoleado de la tierra arropa entre espinas las  delicadas flores de pétalos de hada. Los pastizales se aferran a las gotas del rocío mañanero. El cielo azul intenso se viste de fugaces nubarrones de vez en cuando. El viento y la arena acicalan a las rocas desde el principio de los tiempos.

Después del buen sabor que nos había dejado la hermosa y colonial ciudad de Zacatecas, imbricada entre las llanuras semi-desérticas de nuestro México, nos encontramos con la circunspecta población de Sombrerete que aún guarda los vestigios (que por cierto vale la pena visitarlos) de los potentados religiosos de los tiempos de la colonia cuando, amos y señores como lo eran (y lo…), construían pomposos edificios que bautizaban con rimbombantes nombres como la “Capilla de la Santa Veracruz de la Tercera Orden de La Candelaria” por ejemplo.

En la plaza, meditando sobre nuestro viaje, decidimos lanzarnos al pueblito de San Francisco de Órganos, para darnos un banquete de rocas y de extraños escenarios que nos esperaba más delante, al final de una carreterita pavimentada en donde al poco empezaron a aparecer entre los cerros empinados, las insólitas formaciones rocosas.

La cámara no se daba abasto disparando sin cesar a todos lados tratando de conservar las espectaculares vistas. Nuestra inquietud exploradora nos hacía seguir los consejos de algún duende que oculto entre las rocas, insistente nos decía … “No se vayan sin averiguar que hay tras de aquellos montes” “¿No habrá detrás de esas piedras, algo todavía más interesante?” murmuraba silencioso, y… nosotros lo seguíamos.

La brecha terregosa de más delante era tentadora. El Sol quemaba. La sombra de las nubes pasajeras nos convencía en seguir. Un poco más delante, al dar la vuelta entre los farallones rojos, se presentó imponente lo que pareciera ser un enorme anfiteatro: basto, llano, verde, rojo y sobrecogedor, rodeado de cilindros de piedra de increíble altura. Tiempos; historias sin memoria; fríos; soles; vientos y cataclismos labraron las caprichosas formas verticales aquellas como si fueran los tubos del órgano de alguna inmensa iglesia.

Al detenernos…

Un momento de silencio…

La vastedad de las planicies…

El radiante azul del cielo…

Fugaces nubarrones cambiando los colores…

El viento soplando entre cactus y  

huizaches…  

La tierra roja endurecida y añosa, trepaba   

redonda y vertical contra las paredes…


Era todo aquello un conjunto etéreo y surrealista que nos llevaba entre espinas y piedras, soles, nubes y vientos… hasta el inquietante “Lado Activo del Infinito” del mundo fantásticamente real de Carlos Castaneda.

Sierra de Órganos… Un lugar en donde los vientos, los pensamientos, la poesía y la filosofía nunca dejan de soplar.

deviajesyaventuras@informador.com.mx

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