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FELIZ AÑO 2015
El inicio de un nuevo ciclo nos invita a dar gracias a Dios por lo recibido
GUADALAJARA,JALISCO (28/DIC/2014).- Del inicio de Año, hemos hecho todo un acontecimiento.
Cada Año Nuevo lo celebramos como una fiesta muy grande, a pesar de que a veces nos olvidamos de lo que es verdaderamente importante:
Dar gracias a Dios por todos los beneficios recibidos….
Pedirle su gracia para los días y meses venideros,
Ofrecerle todo los que viene y que no sabemos cómo y en qué vendrá envuelto…
Hoy hacemos propósitos muy generosos y no pedimos la ayuda divina.
Hoy nos deshacemos deseando FELICIDADES a medio mundo, pero no ponemos un empeño serio en hacer felices a quienes conviven con nosotros, a quienes vemos diariamente.
No obstante, para que nuestro Año sea de veras nuevo, tenemos que llegar a este momento con lo nuevo en las manos y en el corazón.
La vida nueva empieza cada día, y se nos regala también cada día como don especial de Dios.
De nada servirán nuestros proyectos, nuestros deseos y buenas intenciones, si no invocamos la fuerza que viene de Dios. Él es el único que puede darnos luz, fuerza, gracia y bendición.
Porque nosotros nos fatigamos, hacemos planes, decimos lo que queremos y muchas veces nos quedamos en lo superficial y lo verdaderamente grande del ser humano surge y vive en lo interior.
Cuando todo lo humano se nos agota, empieza lo divino ilimitado lo interminable lo que desemboca definitivamente en la eternidad de Dios.
Ese Dios al cual no podemos ver, medir, pesar o comprobar por medio de ecuaciones científicas, pero que vive en nuestro ser y al cual sólo podemos acceder y conocer por medio de la fe.
De nada servirá que estrenemos un año y sigamos viviendo la misma rutina de los días, acumulando tedio y vistiendo siempre más de lo mismo.
La vida empezará para quien quiera asumirla nueva cada día, pero no sin esfuerzo, no sin un decidido empeño de levantarse y de ponerse en camino por los senderos nuevos que el Señor reserva a los que quieren decidirse a ir con El, viviendo en su amor y cumpliendo su santa voluntad.
Hoy nos hacemos la ilusión de una inmensa alegría duradera e inacabable, y no nos decidimos a buscarla donde de veras se encuentra.
Porque es un hecho, que la alegría no es visible y material, no la compramos en el Súper o en los grandes almacenes… la alegría verdadera no está en la comida o el la bebida que llenan el estómago.
La alegría que genera esa felicidad que llena el corazón es mucho más, mucho más.
El corazón humano necesita alimentarse de alegría, ciertamente, pero no de alegrías pequeñitas, superfluas o pasajeras.
Y desde luego lo que verdaderamente satisface al corazón y le da felicidad es indudablemente el amor. Pero solamente un amor de calidad es lo que redunda en auténtica felicidad.
Pero no es difícil encontrarlo si verdaderamente queremos, porque ya sabemos dónde:
Nuestro Señor Jesús lo ha dicho y repetido infinidad de veces siempre, pero sobre todo en los días de Navidad.
Sobre todo ahora que empezamos una Nueva etapa a la que llamamos Año Nuevo.
Por eso al celebrar nuestra fiesta de inicio de este Año que estamos com4enzando, es bueno pedirle su apoyo, su ayuda y sobre todo preguntarle qué es lo que Él haría si estuviera en nuestra situación y en el momento determinado que nos toca vivir.
Entonces nuestro Año Nuevo será de veras “NUEVO”
ORACIÓN
En un día de Año Nuevo nuestra oración se desdobla en dos aspectos principales:
-El primero para dar gracias por esta etapa cumpliendo; porque el Señor nos permitió vivir este año.
-Y el segundo para pedir perdón por todo aquello que llenó nuestros días y no fue precisamente conforme a su voluntad.
Bajo estos 2 aspectos enfocaremos nuestro fin de año El hoy, el mañana y el siempre.
Otro momento para abrir del propósito del programa de mirar hacia el futuro.
-Por estos doce meses en que se nos ofrecen tantas oportunidades de vivir y dar vida.
-Por las oportunidades que tenemos para vivir intensamente el presente y no dejar escapar el tiempo indiferentes.
-Por los días luminosos llenos de alegría y de optimismo, por los días de júbilo y de gozo en que creímos en la vida y en que vale la pena vivirla.
Ofrecemos todo al Padre en unión de Jesús, del Espíritu Santo y de la Virgen María
María Belén Sánchez, fsp
Cada Año Nuevo lo celebramos como una fiesta muy grande, a pesar de que a veces nos olvidamos de lo que es verdaderamente importante:
Dar gracias a Dios por todos los beneficios recibidos….
Pedirle su gracia para los días y meses venideros,
Ofrecerle todo los que viene y que no sabemos cómo y en qué vendrá envuelto…
Hoy hacemos propósitos muy generosos y no pedimos la ayuda divina.
Hoy nos deshacemos deseando FELICIDADES a medio mundo, pero no ponemos un empeño serio en hacer felices a quienes conviven con nosotros, a quienes vemos diariamente.
No obstante, para que nuestro Año sea de veras nuevo, tenemos que llegar a este momento con lo nuevo en las manos y en el corazón.
La vida nueva empieza cada día, y se nos regala también cada día como don especial de Dios.
De nada servirán nuestros proyectos, nuestros deseos y buenas intenciones, si no invocamos la fuerza que viene de Dios. Él es el único que puede darnos luz, fuerza, gracia y bendición.
Porque nosotros nos fatigamos, hacemos planes, decimos lo que queremos y muchas veces nos quedamos en lo superficial y lo verdaderamente grande del ser humano surge y vive en lo interior.
Cuando todo lo humano se nos agota, empieza lo divino ilimitado lo interminable lo que desemboca definitivamente en la eternidad de Dios.
Ese Dios al cual no podemos ver, medir, pesar o comprobar por medio de ecuaciones científicas, pero que vive en nuestro ser y al cual sólo podemos acceder y conocer por medio de la fe.
De nada servirá que estrenemos un año y sigamos viviendo la misma rutina de los días, acumulando tedio y vistiendo siempre más de lo mismo.
La vida empezará para quien quiera asumirla nueva cada día, pero no sin esfuerzo, no sin un decidido empeño de levantarse y de ponerse en camino por los senderos nuevos que el Señor reserva a los que quieren decidirse a ir con El, viviendo en su amor y cumpliendo su santa voluntad.
Hoy nos hacemos la ilusión de una inmensa alegría duradera e inacabable, y no nos decidimos a buscarla donde de veras se encuentra.
Porque es un hecho, que la alegría no es visible y material, no la compramos en el Súper o en los grandes almacenes… la alegría verdadera no está en la comida o el la bebida que llenan el estómago.
La alegría que genera esa felicidad que llena el corazón es mucho más, mucho más.
El corazón humano necesita alimentarse de alegría, ciertamente, pero no de alegrías pequeñitas, superfluas o pasajeras.
Y desde luego lo que verdaderamente satisface al corazón y le da felicidad es indudablemente el amor. Pero solamente un amor de calidad es lo que redunda en auténtica felicidad.
Pero no es difícil encontrarlo si verdaderamente queremos, porque ya sabemos dónde:
Nuestro Señor Jesús lo ha dicho y repetido infinidad de veces siempre, pero sobre todo en los días de Navidad.
Sobre todo ahora que empezamos una Nueva etapa a la que llamamos Año Nuevo.
Por eso al celebrar nuestra fiesta de inicio de este Año que estamos com4enzando, es bueno pedirle su apoyo, su ayuda y sobre todo preguntarle qué es lo que Él haría si estuviera en nuestra situación y en el momento determinado que nos toca vivir.
Entonces nuestro Año Nuevo será de veras “NUEVO”
ORACIÓN
En un día de Año Nuevo nuestra oración se desdobla en dos aspectos principales:
-El primero para dar gracias por esta etapa cumpliendo; porque el Señor nos permitió vivir este año.
-Y el segundo para pedir perdón por todo aquello que llenó nuestros días y no fue precisamente conforme a su voluntad.
Bajo estos 2 aspectos enfocaremos nuestro fin de año El hoy, el mañana y el siempre.
Otro momento para abrir del propósito del programa de mirar hacia el futuro.
-Por estos doce meses en que se nos ofrecen tantas oportunidades de vivir y dar vida.
-Por las oportunidades que tenemos para vivir intensamente el presente y no dejar escapar el tiempo indiferentes.
-Por los días luminosos llenos de alegría y de optimismo, por los días de júbilo y de gozo en que creímos en la vida y en que vale la pena vivirla.
Ofrecemos todo al Padre en unión de Jesús, del Espíritu Santo y de la Virgen María
María Belén Sánchez, fsp