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En busca de la catarata más alta del mundo

La cascada Karepakupai Merú o Salto del Ángel, ha sido nominada varias veces como una de las siete maravillas del mundo

GUADALAJARA, JALISCO (23/OCT/2016).- Los pemones y karamakotos, nativos de estos  lugares escondidos de la selva de Venezuela, dicen que estas aguas que caen al vacío, son las lágrimas de una princesa que, a causa de un despecho subió a la montaña para encontrar consuelo con los duendecillos Imawari-ton, quienes habitan entre los hongos y las extrañas plantas de las húmedas planicies de la recóndita meseta que… se dice que también es habitada por Amarivak, otro misterioso personaje que puede cambiar su atractiva figura en forma masculina o femenina, dependiendo de a quien quiera embrujar... (?)

Escuchar las pláticas de los pemones y las leyendas de los karamakotos, le agregaron un contenido poético y revelador a nuestra excursión. Su filosofía, costumbres, pensamientos y modo de vida, enriquecieron -ciertamente- nuestros intereses de exploración y conocimiento sobre las tierras del Escudo Guayanés: que son las más antiguas existentes sobre el planeta.

Unos de nuestros amigos pemones con quienes hicimos amistad en la laguna de Canayma (precioso lugar que fácilmente pudiera asegurarse que ahí fue el famoso Paraíso tan platicado) nos invitaron a navegar a contracorriente en su curiara (canoa) por el río Carrao, y luego por el pequeño pero voluntarioso río Churún, rodeados por los estupendos Tepuy’s: enormes mesetas planas cuyas paredes descienden verticalmente por más de mil metros de altura: novecientos setenta y nueve metros de caída libre lo atestiguan.

La venerada cascada Karepakupai Merú o Salto Ángel -como se le ha nombrado últimamente- que desciende precisamente del Auyán Tepuy, es la cascada más alta del mundo; ha sido nominada varias veces como una de las “siete maravillas naturales del mundo”.

Los 700 kilómetros cuadrados de la plana y escabrosa superficie del Auyán Tepuy, aunado a los más de mil metros de altura de sus paredes verticales de viva roca arenisca, ígnea y metamórfica que le rodean, son quienes provocan los grandes nubarrones que sin cesar descargan sus aguas sobre la meseta. Es por eso que entre las fisuras de la roca, el famoso Salto Ángel se lanza al vacío para caer sin interrupción casi mil metros más abajo.

El otro “plus” que tuvimos la suerte de agregar al viaje, fue cuando los nietos nos regalaron la película “UP” y la pusieron en nuestra televisión. Ella cuenta de la ilusión de un viejo bigotón, que quería llegar precisamente a este lugar encantado. Si la película se llamaba UP…, no tuvimos más que decir ¡UF…! con un nudo en la garganta cuando nos preguntaron si nos había gustado la película. (Véanla por favor: es una belleza).

Llegar hasta el Salto Ángel no fue nada simple, les platicaré: Tuvimos que viajar Guadalajara-México; y luego México-Caracas en avión normal; más tarde de Caracas a Ciudad Bolívar a orillas del Río Orinoco en un avioncito; luego de Ciudad Bolívar a Canayma en una pequeñísima avioneta (que por cierto se abrió la puerta y Celina, que iba en el asiento de atrás llegó toda empapada y despeinada). De Canayma… 4 horas y media en curiara hasta la Isla Ratón; y de ahí, un par de horas caminando en ascenso entre la selva, salvando el lodazal y las raíces expuestas de los árboles, hasta llegar al pié de la cascada. Y como todo lo que va… ¡tiene que regresar! la misma historia fue en el retorno.  

Otro entusiasta de la catarata -sin duda alguna el más conocido- fue el piloto aventurero, buscador de oro y aventuras llamado Jimmie Angel quien, en 1937 estrelló su avioneta en la cima del tepuy al tratar de aterrizar cerca de la cascada. Si bien, tanto el piloto como sus acompañantes salieron ilesos, tardaron varios días en llegar a la civilización después de un peligrosísimo descenso. Su hazaña ha quedado para siempre escrita al llamársele en su honor “Salto Ángel” a la cascada más alta del planeta.

Lugares como estos, para algunas gentes. son y siempre han sido cautivadores. Por lo que respecta a nosotros, como dijo McArthur: I shall return… “volveremos”… sin duda alguna.

EL INFORMADOR/PEDRO FERNÁNDEZ SOMELLERA

pfs@telmexmail.com

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