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Elisabeth vive aislada con sus hijos-hermanos
Encerrada 24 años por el ''Monstruo de Amstetten''
GUADALAJARA, JALISCO (12/MAY/2013).- Hace cinco años y dos semanas que la policía liberó a Elisabeth Fritzl del sótano de la casa familiar de Amstetten (Austria) en el que su padre la mantuvo encerrada durante 24 años. Josef Fritzl concibió con ella siete hijos que a la vez eran sus nietos. Tres de ellos pudieron compartir la vida en la superficie con Fritzl y su esposa, Rosemarie, que se tragó la historia de que eran hijos abandonados de su hija Elisabeth, a la que creía en una secta. Los otros tres supervivientes, Kerstin, Stefan y Felix, que tenían 19, 17 y 5 años de edad cuando los liberaron, crecieron bajo tierra con Elisabeth en 18 metros cuadrados sin aire fresco ni luz natural, al principio también sin ducha ni calefacción.
Elisabeth tiene hoy 47 años y ya no usa el apellido Fritzl. Vive con sus seis hijos-hermanos en una localidad de otro land austriaco, que los medios evitan identificar. Habitan una casa descrita como “bonita” y “confortable”, muy bien vigilada por cámaras de seguridad y situada en un pueblo pequeño cuyos habitantes parecen haberse puesto de acuerdo con las autoridades para evitar que las víctimas del monstruo de Amstetten sufran ahora el acoso de turistas morbosos o de reporteros sensacionalistas. El Estado austriaco pone la vivienda y les pasa una pensión mensual de cuatro mil euros (72 mil pesos). Elisabeth no quiere pagar el precio que supondría su exposición a los medios o a la opinión pública. Sigue tratamientos psicológicos y, según cuentan algunos periódicos, mantiene una relación sentimental con un hombre más joven que ella al que conoció cuando trabajaba en la empresa de seguridad encargada de su protección. Los hijos que tuvo con su padre están bien y algunos han terminado su formación. La mayor, Kerstin, tiene 24 años y es aficionada a la música pop y a la moda. El segundo, Stefan, tiene 23, de los que pasó 17 bajo tierra. Aspira a ser capitán de barco. El más joven de todos tiene ahora 10 años, va a la escuela pública y apenas recuerda el caso.
Christine R., tía de Elisabeth y cuñada del monstruo, contó en 2010 al diario sensacionalista alemán Bild que “a la hija de Josef le gusta mucho ir de compras, porque no pudo hacerlo durante 24 años. Le encantan los vaqueros con adornos de vidrio. Aprobó el carné de conducir a la primera y está buscando coche. Todos los niños van a la escuela y son aplicados”. Dice que al salir del sótano percibió “de una sola vez” todas las subvenciones por hijo que el Estado no pagó durante 24 años: “60 mil euros” (un millón 80 mil pesos) que le ayudaron a establecerse y a adquirir juegos y ropa para sus hijos. Su padre y verdugo, Josef Fritzl, tiene 78 años y vive en la prisión para enfermos criminales de Stein, en Austria. Al parecer se ha divorciado de Rosemarie, enfadado porque no quería visitarlo.
Elisabeth tiene hoy 47 años y ya no usa el apellido Fritzl. Vive con sus seis hijos-hermanos en una localidad de otro land austriaco, que los medios evitan identificar. Habitan una casa descrita como “bonita” y “confortable”, muy bien vigilada por cámaras de seguridad y situada en un pueblo pequeño cuyos habitantes parecen haberse puesto de acuerdo con las autoridades para evitar que las víctimas del monstruo de Amstetten sufran ahora el acoso de turistas morbosos o de reporteros sensacionalistas. El Estado austriaco pone la vivienda y les pasa una pensión mensual de cuatro mil euros (72 mil pesos). Elisabeth no quiere pagar el precio que supondría su exposición a los medios o a la opinión pública. Sigue tratamientos psicológicos y, según cuentan algunos periódicos, mantiene una relación sentimental con un hombre más joven que ella al que conoció cuando trabajaba en la empresa de seguridad encargada de su protección. Los hijos que tuvo con su padre están bien y algunos han terminado su formación. La mayor, Kerstin, tiene 24 años y es aficionada a la música pop y a la moda. El segundo, Stefan, tiene 23, de los que pasó 17 bajo tierra. Aspira a ser capitán de barco. El más joven de todos tiene ahora 10 años, va a la escuela pública y apenas recuerda el caso.
Christine R., tía de Elisabeth y cuñada del monstruo, contó en 2010 al diario sensacionalista alemán Bild que “a la hija de Josef le gusta mucho ir de compras, porque no pudo hacerlo durante 24 años. Le encantan los vaqueros con adornos de vidrio. Aprobó el carné de conducir a la primera y está buscando coche. Todos los niños van a la escuela y son aplicados”. Dice que al salir del sótano percibió “de una sola vez” todas las subvenciones por hijo que el Estado no pagó durante 24 años: “60 mil euros” (un millón 80 mil pesos) que le ayudaron a establecerse y a adquirir juegos y ropa para sus hijos. Su padre y verdugo, Josef Fritzl, tiene 78 años y vive en la prisión para enfermos criminales de Stein, en Austria. Al parecer se ha divorciado de Rosemarie, enfadado porque no quería visitarlo.