Suplementos
De viajes y aventuras
Los Hooddoos de Utah
Debo confesar que no pocas discusiones se suscitaron con los editores para que me permitieran poner “malas-palabras” en esta narración.
Pero me pidieron que aclarara a los lectores que Hoodoos no es el hecho de molestar a nadie, sino que es el nombre que los indios palio-utes les pusieron a unas extrañas formaciones rocosas que se empezaron a formar allá por el Periodo Cretáceo, que fue el mismo tiempo en que los dinosaurios hicieron mutis del planeta tierra (o sea que desaparecieron o pintaron raya, como se dice en el caló de ahora).
Utah tampoco significa una expresión de enojo o algo parecido, sino que así se llama el Estado del vecino país de la Unión Americana en donde vivieron los Indios Utes hasta que los emisarios mormones de La Iglesia de Jesucristo de Los Santos de Los Últimos Días los mandaron a chi…huahua a un baile.
(Palabras que - textualmente- están casi así expresadas en uno de los folletos del Nacional Park Service. -U.S.Departament of the Interior- en el Brice Canyon).
Ebenezer Brice, fue precisamente uno de éstos insólitos personajes que en 1875 se retiró junto con su familia a semejante inhóspito lugar a ejercer su apostolado (sic), habiendo logrado impresionantes logros en la agricultura y la ganadería de la región debido a los ingeniosos sistemas de irrigación que implementó en aquel insólito, misterioso y desértico paraje donde, no sin justificada razón, temía que se extraviara su ganado entre el laberinto formado por los Hoodoos.
Así le quedó por siempre el nombre de Cañón de Brice a ese extraño lugar en donde habitó, predicó, domó y hasta, ahora sí con toda la fuerza de la palabra… conquistó, el aún más extraño personaje juraba oír voces del más allá mientras caminaba entre los impresionantes laberintos pétreos de los Hoodoos.
Muy sabido es, que hace como 140 millones de años cuando nuestra América, allá en el Norte, estaba dividida por un gran Océano que corría, desde los Grandes Lagos hasta lo que es ahora el Golfo de México, y que en medio había una gran plataforma muy plana que duró unos 65 millones de años, y que más tarde al secarse océanos y lagos que la cubrían, todo se convirtió en el enorme desierto que actualmente es.
Desde ése entonces, la famosa meseta se ha ido erosionando poco a poco con los fuertes vientos dominantes y las lluvias, que aunque escasas, al no haber prácticamente ningún control vegetal forman tormentosos ríos ocasionales que precipitándose por las hendiduras hechas por ellos mismos, se llevan la tierra suelta y labran las paredes más débiles excavando cavidades tan impresionantes como estas enormes torres de piedra caliza: Hoodoos (ju-dus) en el Cañón de Brice, una de las maravillas del estado de Utah.
Los Utes entre sus mitos y leyendas, suponían que estas misteriosas torres -que juntas parecieran estar participando en alguna peregrinación eterna- eran personajes de la antigüedad que el Dios Coyote había petrificado para perpetuarlos en el tiempo.
Los Hooodoos, se fueron formando por las pequeñas corrientes de agua que escurren meseta abajo por los lugares que encuentra más deleznables, formando una especie de enormes aletas y torres verticales.
En aquellas penínsulas o aletas que se proyectan hacia el frente, sucede otro fenómeno, ahora de corte transversal. Con los cambios de temperatura tan tremendos que ocurren en el desierto en un solo día, el hielo que se formó durante la noche, en el día se descongela y el agua penetra algunos milímetros más entre las partes más débiles de la roca. Al convertirse de nuevo en hielo con el frío de la noche, se expande nuevamente para producir una pequeña fisura en la roca, que lógicamente vuelve a ser aprovechada por el agua durante el día para meterse un poco más y repetir el perpetuo ciclo.
Así es cómo este proceso sucesivo y constante, en el transcurso de miles y miles de años ha logrado cortar y modelar las salientes verticales, y más tarde al hacer nuevos cortes, ahora perpendiculares, se forman las impresionantes y enormes torres de piedra que parecen ser silenciosos caminantes en peregrinación.
Este fenómeno de erosión. El corte longitudinal que provoca una península. La erosión perpendicular. El corte seccional de un elemento vertical individual y autónomo de las grandes paredes pétreas. Al repetirse incesantemente en el contexto es lo que viene a dar forma al asombroso y fantasmagórico valle de los Hoodoos.
Interesante ¿No? Impresionante… ¡Créanmelo que lo es!
deviajesyaventuras@informador.com.mx
Pero me pidieron que aclarara a los lectores que Hoodoos no es el hecho de molestar a nadie, sino que es el nombre que los indios palio-utes les pusieron a unas extrañas formaciones rocosas que se empezaron a formar allá por el Periodo Cretáceo, que fue el mismo tiempo en que los dinosaurios hicieron mutis del planeta tierra (o sea que desaparecieron o pintaron raya, como se dice en el caló de ahora).
Utah tampoco significa una expresión de enojo o algo parecido, sino que así se llama el Estado del vecino país de la Unión Americana en donde vivieron los Indios Utes hasta que los emisarios mormones de La Iglesia de Jesucristo de Los Santos de Los Últimos Días los mandaron a chi…huahua a un baile.
(Palabras que - textualmente- están casi así expresadas en uno de los folletos del Nacional Park Service. -U.S.Departament of the Interior- en el Brice Canyon).
Ebenezer Brice, fue precisamente uno de éstos insólitos personajes que en 1875 se retiró junto con su familia a semejante inhóspito lugar a ejercer su apostolado (sic), habiendo logrado impresionantes logros en la agricultura y la ganadería de la región debido a los ingeniosos sistemas de irrigación que implementó en aquel insólito, misterioso y desértico paraje donde, no sin justificada razón, temía que se extraviara su ganado entre el laberinto formado por los Hoodoos.
Así le quedó por siempre el nombre de Cañón de Brice a ese extraño lugar en donde habitó, predicó, domó y hasta, ahora sí con toda la fuerza de la palabra… conquistó, el aún más extraño personaje juraba oír voces del más allá mientras caminaba entre los impresionantes laberintos pétreos de los Hoodoos.
Muy sabido es, que hace como 140 millones de años cuando nuestra América, allá en el Norte, estaba dividida por un gran Océano que corría, desde los Grandes Lagos hasta lo que es ahora el Golfo de México, y que en medio había una gran plataforma muy plana que duró unos 65 millones de años, y que más tarde al secarse océanos y lagos que la cubrían, todo se convirtió en el enorme desierto que actualmente es.
Desde ése entonces, la famosa meseta se ha ido erosionando poco a poco con los fuertes vientos dominantes y las lluvias, que aunque escasas, al no haber prácticamente ningún control vegetal forman tormentosos ríos ocasionales que precipitándose por las hendiduras hechas por ellos mismos, se llevan la tierra suelta y labran las paredes más débiles excavando cavidades tan impresionantes como estas enormes torres de piedra caliza: Hoodoos (ju-dus) en el Cañón de Brice, una de las maravillas del estado de Utah.
Los Utes entre sus mitos y leyendas, suponían que estas misteriosas torres -que juntas parecieran estar participando en alguna peregrinación eterna- eran personajes de la antigüedad que el Dios Coyote había petrificado para perpetuarlos en el tiempo.
Los Hooodoos, se fueron formando por las pequeñas corrientes de agua que escurren meseta abajo por los lugares que encuentra más deleznables, formando una especie de enormes aletas y torres verticales.
En aquellas penínsulas o aletas que se proyectan hacia el frente, sucede otro fenómeno, ahora de corte transversal. Con los cambios de temperatura tan tremendos que ocurren en el desierto en un solo día, el hielo que se formó durante la noche, en el día se descongela y el agua penetra algunos milímetros más entre las partes más débiles de la roca. Al convertirse de nuevo en hielo con el frío de la noche, se expande nuevamente para producir una pequeña fisura en la roca, que lógicamente vuelve a ser aprovechada por el agua durante el día para meterse un poco más y repetir el perpetuo ciclo.
Así es cómo este proceso sucesivo y constante, en el transcurso de miles y miles de años ha logrado cortar y modelar las salientes verticales, y más tarde al hacer nuevos cortes, ahora perpendiculares, se forman las impresionantes y enormes torres de piedra que parecen ser silenciosos caminantes en peregrinación.
Este fenómeno de erosión. El corte longitudinal que provoca una península. La erosión perpendicular. El corte seccional de un elemento vertical individual y autónomo de las grandes paredes pétreas. Al repetirse incesantemente en el contexto es lo que viene a dar forma al asombroso y fantasmagórico valle de los Hoodoos.
Interesante ¿No? Impresionante… ¡Créanmelo que lo es!
deviajesyaventuras@informador.com.mx