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De viajes y aventuras
Un buen lugar (aquí cerquita) para pasar un día de campo
Esto, confieso, fue por mera casualidad (como casi todas las mejores cosas de la vida) cuando fui a recoger una de las piezas de escultura en la maravillosa piedra-cristal de obsidiana, que me da por hacer de vez en cuando.
La obsidiana es un cristal que salió de las calderas ricas en sílice que surgieron de alguno de los volcanes que nos rodean: El Tequila, ya extinto, puede ser uno de los que la produjeron con frugalidad. Otro, es el de La Primavera que está “vivito y coleando” y que -según dicen- ha hecho erupción más o menos cada 10 mil años, y hace ya los mismos 10 mil que lo hizo; así es que no nos debe de asombrar que en cualquier momento resucite. No, no es broma; los geólogos así lo estiman.
En fin. En esta región somos pródigos en la existencia de este material que, dato curioso, es un líquido-sólido (?) porque siendo una piedra tiene todas las propiedades de un cuerpo líquido. Su enfriamiento fue tan rápido que no tuvo la oportunidad de formar cristales ni tener las propiedades de una roca; es un líquido-sólido rico en sílices como el cristal, y que toma diferentes coloraciones según se haya mezclado con otros elementos; también puede presentar inclusiones de materiales tan conocidos como el mismo Jal, de donde sin lugar a dudas se deriva el nombre de nuestro Estado.
Así pues, les decía que iba al pueblo de Navajas, al pequeño taller de Eleno, quien nos hace el favor de reproducir en obsidiana -para varios escultores- las formas en cera, barro o plastilina que le entregamos. Ya de regreso, y feliz con mi envidiable pieza, descubrí que mi inseparable perro-compañero “El Solito” tenía ganas de echar una corretiza por los montes de los alrededores; así es que me metí por una brecha que me pareció poco transitada en las cercanías de Ahuisculco.
Solito corría encantado de la vida a un lado de la camioneta cuando nos empezamos a meter entre túneles y más túneles de enormes higueras. Una brechita a la izquierda me llamó la atención por lo ascendente que era; y como la inquietud de lo desconocido resulta una verdadera tentación… ahí vamos; Solito trotando y yo gozando ante el panorama inesperado que veía.
Cruzamos un pequeño arroyo de agua clara, pura y transparente que brotaba de un manantial. Solito le dio tres lametazos y siguió emocionado su camino aunque la vereda estaba cada vez más salpicada de filosos trozos de la negrísima obsidiana. La vereda se empinó todavía más, y al ver que mi compañero traía la lengua de corbata decidí subirlo a su asiento. Cuál fue mi azoro al ver que dejaba todo su lugar manchado de la sangre que salía de los colchoncitos de sus patas. Le pedí perdón por mi descuido y seguimos nuestro camino cuesta arriba.
Bosques y más bosques de robles y de encinos nos rodeaban ante la vista de verdaderos mares de cerros verdes del ímpetu primaveral. La claridad y la paz que ahí se respiraba hacía que el reloj se detuviera, y la inquietud de invitar a más gente a disfrutar de esto me abrumaba; así es que decidí narrarlo para participarles que hay un lugar hermoso y pacífico, con montañas, árboles, pasto, valles y colinas -cerquita de Guadalajara- que está padrísimo para una buena acampada, o para pasar un día de campo lejos de nuestra abrumadora gran ciudad.
La familia Alcántar -ejemplo envidiable- tiene allá arriba, a tan solo unos 4 km de la carretera; una pequeña casa que Don Guillermo desde hace muchos años disfruta en santa paz. Por favor no los distraigan y respétenles su entorno.
También, un poco más a la entrada, hay un sui géneris balneario de agua caliente (tibia) que está bajo un hermoso arbolón rodeado de tubos y horribles construcciones pétreas. Ahí se pueden dar un zampurrón después de dar un paseo por las montañas de los alrededores acompañados de Fermín el guía y vigilante del lugar.
P.D. Por favor no dejen basura en el campo ¡Llévensela de nuevo a casa y ahí la desechan! No la dejen tirada aunque la guarden en bolsas. ¡Si la empacaron para traerla… empáquenla también para llevársela!
El camino es: Primero a Tala, ahí a la izquierda 12.5 Km. Pasan la entrada a Ahisculco, y kilómetro y medio adelante a la derecha por la brecha que empieza entre dos arbolones. Unos 500 Mts. adelante, vuelta a la izquierda y sigan hasta donde encuentren el lugar que les agrade. ¡Que la gocen…!
deviajesyaventuras@informador.com.mx
La obsidiana es un cristal que salió de las calderas ricas en sílice que surgieron de alguno de los volcanes que nos rodean: El Tequila, ya extinto, puede ser uno de los que la produjeron con frugalidad. Otro, es el de La Primavera que está “vivito y coleando” y que -según dicen- ha hecho erupción más o menos cada 10 mil años, y hace ya los mismos 10 mil que lo hizo; así es que no nos debe de asombrar que en cualquier momento resucite. No, no es broma; los geólogos así lo estiman.
En fin. En esta región somos pródigos en la existencia de este material que, dato curioso, es un líquido-sólido (?) porque siendo una piedra tiene todas las propiedades de un cuerpo líquido. Su enfriamiento fue tan rápido que no tuvo la oportunidad de formar cristales ni tener las propiedades de una roca; es un líquido-sólido rico en sílices como el cristal, y que toma diferentes coloraciones según se haya mezclado con otros elementos; también puede presentar inclusiones de materiales tan conocidos como el mismo Jal, de donde sin lugar a dudas se deriva el nombre de nuestro Estado.
Así pues, les decía que iba al pueblo de Navajas, al pequeño taller de Eleno, quien nos hace el favor de reproducir en obsidiana -para varios escultores- las formas en cera, barro o plastilina que le entregamos. Ya de regreso, y feliz con mi envidiable pieza, descubrí que mi inseparable perro-compañero “El Solito” tenía ganas de echar una corretiza por los montes de los alrededores; así es que me metí por una brecha que me pareció poco transitada en las cercanías de Ahuisculco.
Solito corría encantado de la vida a un lado de la camioneta cuando nos empezamos a meter entre túneles y más túneles de enormes higueras. Una brechita a la izquierda me llamó la atención por lo ascendente que era; y como la inquietud de lo desconocido resulta una verdadera tentación… ahí vamos; Solito trotando y yo gozando ante el panorama inesperado que veía.
Cruzamos un pequeño arroyo de agua clara, pura y transparente que brotaba de un manantial. Solito le dio tres lametazos y siguió emocionado su camino aunque la vereda estaba cada vez más salpicada de filosos trozos de la negrísima obsidiana. La vereda se empinó todavía más, y al ver que mi compañero traía la lengua de corbata decidí subirlo a su asiento. Cuál fue mi azoro al ver que dejaba todo su lugar manchado de la sangre que salía de los colchoncitos de sus patas. Le pedí perdón por mi descuido y seguimos nuestro camino cuesta arriba.
Bosques y más bosques de robles y de encinos nos rodeaban ante la vista de verdaderos mares de cerros verdes del ímpetu primaveral. La claridad y la paz que ahí se respiraba hacía que el reloj se detuviera, y la inquietud de invitar a más gente a disfrutar de esto me abrumaba; así es que decidí narrarlo para participarles que hay un lugar hermoso y pacífico, con montañas, árboles, pasto, valles y colinas -cerquita de Guadalajara- que está padrísimo para una buena acampada, o para pasar un día de campo lejos de nuestra abrumadora gran ciudad.
La familia Alcántar -ejemplo envidiable- tiene allá arriba, a tan solo unos 4 km de la carretera; una pequeña casa que Don Guillermo desde hace muchos años disfruta en santa paz. Por favor no los distraigan y respétenles su entorno.
También, un poco más a la entrada, hay un sui géneris balneario de agua caliente (tibia) que está bajo un hermoso arbolón rodeado de tubos y horribles construcciones pétreas. Ahí se pueden dar un zampurrón después de dar un paseo por las montañas de los alrededores acompañados de Fermín el guía y vigilante del lugar.
P.D. Por favor no dejen basura en el campo ¡Llévensela de nuevo a casa y ahí la desechan! No la dejen tirada aunque la guarden en bolsas. ¡Si la empacaron para traerla… empáquenla también para llevársela!
El camino es: Primero a Tala, ahí a la izquierda 12.5 Km. Pasan la entrada a Ahisculco, y kilómetro y medio adelante a la derecha por la brecha que empieza entre dos arbolones. Unos 500 Mts. adelante, vuelta a la izquierda y sigan hasta donde encuentren el lugar que les agrade. ¡Que la gocen…!
deviajesyaventuras@informador.com.mx