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“Las Quince Letras” en Zacatecas

Unas cuatro horas manejando por la carretera de cuota para no sofocarnos, nos pusieron el la bonita ciudad de Zacatecas.

Si bien nos dio orgullo estar en una ciudad mexicana tan bonita y arreglada, nos dio un poco a pensar el reconocer que lo mero bonito de Zacatecas fue hecho en tiempos de la colonia, cuando los que nos conquistaron metieron su cuchara en las magníficas construcciones que ahora han quedado reducidas al llamado “centro histórico” que -siendo muy digno de verse- aún conserva el carácter y la parsimonia de aquellos tiempos.

 No dejo de reconocer la cautela que han tenido algunos de sus gobernantes al conservar todo esto; visión que ojalá que hubieran tenido éstos barbajanes conquistadores cuando llegaron destruyendo a lo bestia tesoros, idiosincrasias y religiones por serles simplemente ajenas a ellos y sus creencias.

Por fortuna, desde hace ya casi un ciento de años llegaron una muy mentada familia Llamas a Zacatecas; y para salvar encantos y tradiciones de los parroquianos, tuvieron que poner una cantina saborosa de las meras de antes que se llamó “Las Quince Letras”.

“LASQUINCELETRAS” así pegadito, o si quieren separadito, pero nunca ha de faltar ni una de las quince letras, porque quizá el mismo Zacatecas podría zozobrar entre las nubes del olvido, ya que hay ahí tantos archivos de grandes y pequeños personajes que han dejado entre nubes etílicas, grandes cargamentos emocionales; unos contando fortunas, otros contando penurias; tan importantes o insignificantes las unas cómo las otras, pero que todas, absolutamente todas, han quedado gravadas y registradas entre las paredes; en el viento gitano; en los cuadros magníficos que cuelgan cómo si nada entre las vigas; en la música de la Rokola de Agustín el dueño cantinero; en las fichas de la sopa del dominó sobre la barra; en las carcajadas de algunos y en las lágrimas de otros; en la vaciedad de decir nadas que lo dicen todo. Es un museo. Es un museo tan válido como el de los Coroneles, o el de Antropología o el de Arte Contemporáneo; con la ventaja de que éste sigue vivo y produciendo historia, arte y sentimiento.

 Lasquinceletras está ahí en el mero centro de la ciudad, en la calle que se llama Héroes de Chicago (?), en el número  309, en la pura esquina.  

Don Rafael Llamas, hace ya casi cien años que la fundó. Más tarde su hijo Aníbal, siguió dando consuelo al alma y a la barriga de quien acudiera en busca de un consejo. Ahora, además de seguir el siendo el gurú del lugar, algunos de sus hijos siguen con la tradición, auxiliados desde luego, por la increíble Doña Otilia Zamora de Llamas, que además del buen pincel que tiene para la acuarela y compartir la buena plática que le brota desde el alma, se lanza en un santiamén a los pisos superiores donde ella vive para prepararle una picosa botanita a alguna barriga hambrienta que lo solicite.

Cinco años hace que Doña Otilia dijo que esa cantina debería ser… también para mujeres, y que se les respetaría como verdaderas damas, ya que ahí lo que prevalece es la buena educación y camaradería.

Una buena cantina. Un verdadero museo. Una joya de quince letras llena de Llamas, que no hay que perder al visitar la barroca Zacatecas.

P.D. Les recomiendo el mezcal Huitzila; y si son más arriesgados… pues atrévanse a pedir “la de la casa” al cantinero.


                                deviajesyaventuras@informador.com.mx

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