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Por sembrar tequila muy mexicano, destruyen nuestro patrimonio, todavía más mexicano


Ya de sobra hemos comentado en esta columna sobre la fragilidad del maravilloso mundo que habitamos, y que extrañamente el animal humano lo malentiende y vilmente lo estropea, sin recapacitar que con su manera de vivir está acabando con su propia casa.

Ahora, con dolor, tengo que hablar del increíble atropello que -los mismos jaliscienses y sus voraces socios extranjeros, tratando de conseguir el oro azul del agave y de su célebre brebaje- estamos haciendo a los vestigios de la  historia, y a la cultura legada por nuestros ancestros.

Nuestro glorioso tequila, elixir maravilloso, está de moda en el mundo entero, y nosotros los mexicanos estamos deslumbrados con los espejitos (adornados con dólares) con los que nos amenazan.

¡Hay que vender tequila a como dé lugar! es el grito triunfalista de nuestros empresarios.  ¡A toda costa y cáigase quien se caiga! ¡Ahí está el billete grande, y lo demás no importa! ¡Vende la compañía! ¡Vende la tierra!!Vende tu casa! ¡Vende tu historia!...! que lo que valen son los billetes ¡Atropella lo que sea, y dame billetes verdes… es lo único que vale! parece ser que es la bandera con la que, sin civismo ni filosofía, estamos destruyendo la casa de nuestros hijos.

“Agua de las verdes matas, tu me tumbas, tu me matas, tu me haces andar a gatas”… decía un dicho muy conocido para describir a nuestra bebida antaño consumida solo por aquellos que no tenían para comprar el jerez famoso que la canción nombraba.

Ahora, en nuestros, días por sembrar a troche y moche el famoso agave azul estamos tumbando valiosísimos edificios arqueológicos y matando nuestros rastros ancestrales para, una vez más, hacernos andar a gatas en nuestra historia….

Hitzilapa y Teuchitlán, son algunas de las escenas del crimen. Las “tumbas de tiro”, “los guachimontones”, y “sabe Dios cuantas cosas más” han sido las víctimas recientes. Los inculpados: algunas de las compañías tequileras que mandan sembrar su agave en donde sea, y a costa de lo que sea.

¿En donde sea?... ¡Claro!... Dije, donde sea, que al cabo… como se decía allá en las épocas de la revolución, “tu mátalos y después viriguas”.

En Huitzilapa, las célebres “tumbas de tiro”, orgullosamente descubiertas por Lorenza López, Jorge Ramos y su equipo de antropólogos (no muy lejos del Km.37 de la autopista Guadalajara-Tepic) fueron arrasadas impunemente por los tractores de una compañía (de nombre de zapatos de caballo), que pese a los anuncios que el INAH ex profeso había puesto ahí para protección del valiosísimo lugar; los doblaron, los quitaron, y aleccionaron a sus empleados para que dijeran que “nunca había habido nada en el lugar”.

 (Todo esto consta en la denuncia 988/2000, que la PGR debe resolver). Así mismo, y tratando de hacer conciencia del atentado, un reconocido periódico de la localidad lo denunció el 25 de Junio del 2002, dando santo y seña de los hechos. Por lo menos 2 mil 200 años de historia, vilmente se perdieron sin más ni más, entre las llantas -que debieron de haber estado retacadas de billetes y vacías  de conciencia y de civismo- de aquellos tractorones.

Los famosos Guachimontones de Teuchitlán, igualmente fueron agredidos en la segunda semana de Mayo del 2002 cuando, a ciencia y conciencia, las máquinas de la misma compañía invadieron las plataformas arqueológicas de “Loma Alta” -un poco más arriba del sitio actual- destruyendo gran parte de la zona habitacional y uno de los juegos de pelota. (Esta escena consta en filmación hecha por Phil y Acelia Weigand en el momento del suceso).

Rodrigo, Cyntia, varios arqueólogos colaboradores y el que aquí suscribe, fuimos testigos del suceso, habiéndose puesto la debida queja ente las “autoridades” de Teuchitlan en ese tiempo en turno. Oídos sordos fue lo que encontramos, pues se toleraba abiertamente la venta de piedras de la zona arqueológica para hacer cimientos de las casas del pueblo.

Actualmente, las autoridades de la localidad están haciendo su mejor esfuerzo luchando contra prebendas y compadrazgos; pero tanto las grandes compañías tequileras transnacionales como los encandilados agaveros -ciegos a historias y tradiciones- parecen seguir diciendo… ¡Vengan los billetes, lo demás me vale..!
Hacemos votos porque quienes viven del agave mexicano, sean los que con orgullo protejan los valores ancestrales mexicanos...

¡Bien aiga por nuestro México tequilero!

deviajesyaventuras@informador.com.mx


Pies de foto: Los arqueólogos recuperan vestigios ancestrales para tratar de reconstruir
nuestra historia.

Los agaves, son arma de dos filos, como lo son sus mismas hojas

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