Estos reclamos repetidos tantas veces, en tan diversos tonos, acaban por producir exasperación y molestia en otras personas de actitud mesurada, de tolerante aceptación de cosas y casos que no pueden tenerse ni decirse al gusto de toda la gente, pensando que es necesario poner límite a los desatinos y reproches difundidos en ciertos cuadrantes radiofónicos.
Audiencia
Se entiende que los concesionarios de esos servicios al aire crean que en ese palabrerío ganan auditorio, piensan además respaldar la opinión de esa gente, en un ejercicio democrático que tiene que ver con los nuevos tiempos, con las puertas abiertas al pensamiento y al sentir de sus oyentes, y acaban ganando con todo una popularidad morbosa y enfermiza.
A pesar de lo anterior, se sabe que la inmensa mayoría de esas voces con nombres inventados, provienen de la manipulación de grupos, de intereses partidistas, de organismos sectarios que disponen de gente a su servicio para que llamen aquí y allá, en orquestación falsa que sirve para confundir la opinión pública y para atizar la hoguera del descontento, de la diatriba.
Manifestación
Una prueba del manejo de intereses ocultos en los reclamos de algunos sistemas de radiofonía, está en la manifestación que hace dos semanas quiso que gente de carne y hueso hicieran ostensibles los reproches que danzan en el aire. Más aún, si Derechos Humanos dice haber recibido casi cuatro mil denuncias, ¿cómo entonces por las calles de la ciudad desfilaron apenas unas mil personas?
Hay que poner freno a esa exasperación pública con que algunos medios quieren encender la hoguera de repudio a personajes de los gobiernos; que no se hagan y digan las cosas a través de un puñado de individuos que se prestan para crear este clima. y que los jaliscienses sigan solicitando con honor y decencia las aclaraciones o correcciones que a cada caso fueren necesarias.
LUIS SANDOVAL GODOY / Escritor.