México
El dragón visita Estados Unidos
Con salvas de artillería y los más altos honores fue recibido el presidente de China, Hu Jintao, en Estados Unidos
Con salvas de artillería y los más altos honores fue recibido el presidente de China, Hu Jintao, en Estados Unidos.
Pero poniendo de lado los protocolos diplomáticos y las fotografías de Barack Obama con el mandamás de la segunda economía del mundo, fue muy interesante observar cómo entre los más entusiasmados estaban los hombres de negocios.
Ayer jueves, el presidente Jintao llegó a Chicago, donde se cerraron millonarios tratos de negocios, como el acuerdo de 19 mil millones de dólares por los que la empresa estadounidense Boeing venderá 200 aviones a la República Popular. Y hoy se llevará a cabo el Foro por la Cooperación Comercial y Económica binacional, organizado por el Chicago Council on Global Affairs.
Tan sólo en 2010 se estima que el crecimiento económico de China fue de 10.1%, según el Atlas de la CIA. Los chinos tienen tanto efectivo, que su Gobierno tiene en su poder más de un millón de millones (un billón) de dólares en bonos del Tesoro de Estados Unidos.
Las encuestas de opinión revelan que los estadounidenses creen que su país ha perdido vigor interno y terreno en el liderazgo mundial.
De hecho, el diario “Chicago Tribune” pidió a sus lectores “conocer a su casero”, en referencia a la visita de Jintao a la Ciudad de los Vientos. El “Tribune” advierte sobre el destino común que ambas naciones tienen, entre otras cosas porque China espera ver lo que invirtió en la deuda gubernamental estadounidense.
Acostumbrado a una cultura latinoamericana llena de viejos rencores que limita la apertura de los individuos a lidiar con quienes no son de su agrado, la experiencia de ver a los estadounidenses hambrientos por hacer negocios con China, un rival —y algunos dirían un enemigo— en potencia, es gratificante.
China tiene 10 de calificación en economía y los estadounidenses quieren un pedazo de ese pastel. Se calcula que las inversiones pactadas durante la visita presidencial generarán 235 mil empleos en Estados Unidos.
Hoy la economía de mercado no es un asunto de derecha o de izquierda política, sino un tema de sentido común, de sobrevivencia. Los asiáticos lo saben y los estadounidenses también, por eso trabajan juntos.
El festejo del dinero, sin embargo, se ve empañado por el vergonzante récord sobre derechos humanos en China, o por las infames limitaciones que ese Gobierno impone a su población sobre qué información puede estar a su alcance.
No en vano se ha llamado al sistema cibernético del Estado que controla los contenidos en internet “El gran firewall”.
Habrá que observar los elementos que el mundo puede aprender de China para atraer inversiones y elevar la competitividad.
Pero no se puede olvidar que las libertades y los derechos fundamentales de los individuos no son mercancía que tenga precio o esté sujeta a negociación. Y ésa es una lección que China debe aprender de Occidente.
Pero poniendo de lado los protocolos diplomáticos y las fotografías de Barack Obama con el mandamás de la segunda economía del mundo, fue muy interesante observar cómo entre los más entusiasmados estaban los hombres de negocios.
Ayer jueves, el presidente Jintao llegó a Chicago, donde se cerraron millonarios tratos de negocios, como el acuerdo de 19 mil millones de dólares por los que la empresa estadounidense Boeing venderá 200 aviones a la República Popular. Y hoy se llevará a cabo el Foro por la Cooperación Comercial y Económica binacional, organizado por el Chicago Council on Global Affairs.
Tan sólo en 2010 se estima que el crecimiento económico de China fue de 10.1%, según el Atlas de la CIA. Los chinos tienen tanto efectivo, que su Gobierno tiene en su poder más de un millón de millones (un billón) de dólares en bonos del Tesoro de Estados Unidos.
Las encuestas de opinión revelan que los estadounidenses creen que su país ha perdido vigor interno y terreno en el liderazgo mundial.
De hecho, el diario “Chicago Tribune” pidió a sus lectores “conocer a su casero”, en referencia a la visita de Jintao a la Ciudad de los Vientos. El “Tribune” advierte sobre el destino común que ambas naciones tienen, entre otras cosas porque China espera ver lo que invirtió en la deuda gubernamental estadounidense.
Acostumbrado a una cultura latinoamericana llena de viejos rencores que limita la apertura de los individuos a lidiar con quienes no son de su agrado, la experiencia de ver a los estadounidenses hambrientos por hacer negocios con China, un rival —y algunos dirían un enemigo— en potencia, es gratificante.
China tiene 10 de calificación en economía y los estadounidenses quieren un pedazo de ese pastel. Se calcula que las inversiones pactadas durante la visita presidencial generarán 235 mil empleos en Estados Unidos.
Hoy la economía de mercado no es un asunto de derecha o de izquierda política, sino un tema de sentido común, de sobrevivencia. Los asiáticos lo saben y los estadounidenses también, por eso trabajan juntos.
El festejo del dinero, sin embargo, se ve empañado por el vergonzante récord sobre derechos humanos en China, o por las infames limitaciones que ese Gobierno impone a su población sobre qué información puede estar a su alcance.
No en vano se ha llamado al sistema cibernético del Estado que controla los contenidos en internet “El gran firewall”.
Habrá que observar los elementos que el mundo puede aprender de China para atraer inversiones y elevar la competitividad.
Pero no se puede olvidar que las libertades y los derechos fundamentales de los individuos no son mercancía que tenga precio o esté sujeta a negociación. Y ésa es una lección que China debe aprender de Occidente.