México

¿El águila en recuperación?

Y aquí, otra vez, los haceres políticos desaseados ponen en peligro la salud de esta democracia

Inusitada y, por ello, doblemente bienvenida la inclusión de la novela Aura, de Carlos Fuentes, en una colección para jóvenes que ha publicado la Secretaría de Educación Pública, para fomentar la lectura.

Acciones como ésta hacía tiempo no se veían, ni en el apoyo a la lectura, ni en la elección de los autores con un sentido amplio de cultura;  material cercano a los jóvenes, además de que son novelas cortas, en un intento de crear un hábito casi extinto en la población, mucho más en este grupo poblacional.

Y si a lo anterior sumamos otros dos elementos: el positivo fallo que, en esta ocasión, dio la Suprema Corte de Justicia de la Nación, para demandar la libertad de las personas equívocamente sentenciadas por los sucesos de Atenco; y la votación que la población ejerció en las pasadas elecciones, donde habló fuerte para castigar lo que no quiere repetir ni permitir; deja claro que no todo el cielo en México será azul; que el miedo ya no es freno para su libertad democrática y, por último, que no se casará con el primero que le prometa el paraíso… porque, esta vez, la población en madurez, se expresó con total claridad.
 
Y, entonces, la buena noticia podría ser que, sumados estos tres eventos, es posible  asumir que, quizá, el Águila —arteramente mochada— está tratando de recuperarse de la grave, muy grave enfermedad en que la han tenido desde hace ya varios años y que bien puede, con el apoyo de la población y de algunas instituciones y funcionarios, remontar vuelo y salir avante.
 
Una recuperación que, de ser cierta, debiera ser cuidada, porque de semejantes males, las recaídas suelen ser siempre peores que la enfermedad; por ello, la ciudadanía debe estar atenta y, si no fuera mucho pedir, las autoridades podrían aprender a leer los mensajes que la población les ha enviado,  en un intento de rescatar algo, un poco, de lo mucho que han hecho perder a este país.

Sin embargo, ante esta oleada de breve entusiasmo, la realidad se abre paso con la designación de un empleado de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes —sin experiencia en el área— para dirigir la Cofetel, con lo que no se garantiza que esta institución vaya a trabajar con eficiencia, mucho menos con independencia; por el contrario, permea que lo que se realice en la Cofetel, será la voluntad del jefe, es decir, del titular de la SCT.

Y aquí, otra vez, los haceres políticos desaseados ponen en peligro la salud de esta democracia, la salud del águila que en su deseo de recuperación pide un poco de inteligencia, de sensibilidad política para saber que con su fortaleza, si se la posibilitan,  todos salen ganando, también los políticos.

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