México

Bajo los tilos

Estar en Alemania permite mirar de una forma distinta a México y dolerse más. Es saber cuánta riqueza poseímos y cuánto despilfarro hemos hecho por siglos; unos, bajo la espada de la conquista, otros, como soberanos con independencia, pero pocas veces como dueños autónomos en la búsqueda de nuestro propio desarrollo

Estar en Alemania permite mirar de una forma distinta a México y dolerse más. Es saber cuánta riqueza poseímos y cuánto despilfarro hemos hecho por siglos; unos, bajo la espada de la conquista, otros, como soberanos con independencia, pero pocas veces como dueños autónomos en la búsqueda de nuestro propio desarrollo. Caminar por las calles de Europa es comprobar cómo se construye, difunde y disfruta la cultura; cómo se fortalece la educación y se hace ciudadanía plena con la participación activa de los medios de comunicación que sí comunican, sí informan y sí forman en la libertad. Pero mirar a México desde fuera, es también amarlo más, entenderlo más, desear más la construcción de un mejor futuro con la participación de todos; quimera que hoy resulta más importante que nunca.

Pasear bajo los tilos, mirar la tumba del soldado desconocido, piedad oscura y moderna que revela su pasado de agonía y muerte, sitio donde Felipe Calderón acaba de poner una ofrenda, corona de olivos a los otros porque los nuestros han sido olvidados… Mirar los destrozos de su guerra reaviva la voluntad de trabajar por México, por una mejor democracia donde la ciudadanía empoderada pueda ser parte activa de ella y no sólo el emisor de un voto que, al final, tampoco le favorece…

Mirar la televisión extranjera con la expectativa de saber de México y escuchar el discurso del presidente Obama y de Calderón sobre los migrantes, es reconocer que sus palabras se sienten tibias, sin vigor, mucho menos compromiso. Que los buenos deseos de los dos mandatarios están mediados por enormes intereses y la falta de firmeza de los principios que los llevaron al poder…

Estar en la Universidad de Humbolt es recordar la frase de este estudioso cuando visitó nuestro país: el sitio donde más desigualdad de recursos naturales y económicos he visto…Y es traer a la memoria la cotidianidad actual de un país, México, que lo ha tenido todo, pero al que carcome esa desigualdad que parece perseguirle; un país de pérdidas continuas, de saqueos constantes, de depredación casi irremediable, curiosamente, en aras del primer mundo, se llame Europa, se llame Estados Unidos.

Ver los periódicos y mirar la mancha de petróleo crecer en el Golfo de México hasta abarcar ya zonas de pesca de muchos mexicanos, es constatar el uso y el abuso; la riqueza para unos, la pobreza y el abuso para los otros, los de casa…

Sí, visitar el extranjero enriquece, pero también deja el sabor amargo de la conciencia de todo lo que pudimos ser y no somos… de todo lo que pudimos tener y nos fue arrebatado o sencillamente lo dimos… de todo lo que hoy debemos hacer y pocos, muy pocos, eligen dejar pasividad e intereses para comprometerse en la reconstrucción de este México, aún hoy, el más entrañable, aunque sea tan apetecible, aunque sea tan contradictorio.

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