Jalisco

Mercado de Abastos desperdicia 40 toneladas de alimento al día

Cuando la venta es poca, el desperdicio se puede duplicar

GUADALAJARA, JALISCO (09/JUL/2013).- En el Mercado de Abastos se van diariamente a la basura 40 toneladas de alimento, que son mercancía que no se vendió y ya no tiene calidad para ofrecerla al cliente al siguiente día, de acuerdo con cifras de Aseo Público de Guadalajara, que recibe los desperdicios del mercado. No obstante, una pequeña parte de los vegetales desechados se apartan para donarlos al Banco de Alimentos y otras instituciones de asistencia social.

En el vaivén de productos entre el proveedor del campo, bodeguero y cliente en el Mercado de Abastos, las frutas y verduras se van degradando, hasta que ya no se pueden comerciar y, por eso, se van a la basura.

Uno de los representantes de los comerciantes, Ignacio Zárate Zárate, de la Calle 11, mencionó que entre más alto el precio del producto más mercancía se venderá en todas las calidades, y en esas ventas no resulta cantidad considerable de alimento desperdiciado.

Sin embargo, cuando hay semanas de bajas ventas, productos como el jitomate se desperdician en todas sus calidades, y los productos del día anterior son rematados a la mitad de su valor.

El comerciante menciona que existe un periodo considerable para el desperdicio total del alimento, y es cuando se abre la posibilidad de ser aprovechado por beneficiarios como casas hogar y albergues: “Hace falta más cultura de la donación de alimento, no sólo esperar a ver qué regalamos cuando ya se está echando a perder”.

Tan sólo en Calle 11 se desperdician hasta 20 toneladas de alimento a la semana cuando las ventas son bajas.

Por otra parte, Víctor Manuel Álvarez Cervantes, representante suplente de la Calle 8 —donde se comercializa cebolla, plátano, lechuga y cereales—, menciona que en esa área es mínima la cantidad de alimento que se desperdicia, ya que a Cáritas se le dona alimento restante de la venta.

No obstante, de acuerdo con Luis Alfonso González Martínez, jefe de Aseo del Mercado, pueden llegar a ser hasta 80 las toneladas de desperdicio las que a diario se tiran, según la actividad económica, y que muchos de los víveres encontrados en la recolección de basura conservan buen aspecto.

Los alimentos en el Mercado de Abastos se van amargando y los rayos del Sol hacen que se vuelvan invendibles, no son contemplados como parte de la “primera calidad” y los vendedores intentan rematarlos antes de tirarlos.

Podría aparecer una asociación civil o un particular para rescatar estos alimentos antes de que sean tirados, pero muchos locatarios del Mercado de Abastos prefieren agotar todas las posibilidades de vender la mercancía. Trabajan bajo la frase “bien vendido o bien podrido”.

El camión de la basura hace su recorrido y los chiflidos de los trabajadores de las bodegas le marcan la parada. Del tambo salen unas piñas que bien pudieron haber sido agua fresca pero, cuando son depositadas en el camión, se mezclan con los lixiviados.

Unos chiles morrones grandes, apetecibles, se van a la basura porque la base les cambia de color: ya se nota, pero no tanto como para que no acompañaran un platillo mexicano. En lugar de eso, ya flotan en el jugo al fondo del camión recolector.

Más “basura” va al camión. De unas cajas salen toronjas, redondas y prominentes; se aprecia su color apetecible, pero los trabajadores de Aseo Público se miran entre ellos y deciden ni siquiera tocarlas.

Así sucede con los demás alimentos en una dinámica diaria que implica 40 toneladas de víveres en el carretón, muchos de ellos en condiciones de ser consumidos antes de que en el camión sean triturados y mezclados con la demás basura, pues ni siquiera se separan de los residuos inorgánicos.

HASTA 40 % DE LOS ALIMENTOS QUE RECIBE EN DONATIVO ES DESECHADO POR LA ONG
Al Banco de Alimentos también le toca tirar


Del más de un millón de personas en condición de inseguridad alimentaria que hay en Jalisco, el Banco Diocesano de Alimentos apoya a 100 mil con despensas a bajo precio, gracias a donaciones de víveres que les hacen llegar particulares, productores y comerciantes de manera voluntaria.

Esta organización no gubernamental aprovecha y contribuye a que sea menor el desperdicio de alimentos en buena condición que desecha el sector comercial. El problema es que, debido a que las donaciones que reciben de vegetales son los productos que no se vendieron durante el día, no siempre van en el mejor estado y llegan a desechar hasta 40% del cargamento.

Así ocurre con las donaciones provenientes del Mercado de Abastos, el mayor contribuyente del banco, pues aporta la mitad del cargamento que recibe la ONG.

“Entendemos que es mercado y ellos tienen que hacer sus negocios, y lo que nos entregan es aquello que no se pudo vender, que en general está en buenas condiciones para consumir, pero incluso el mismo desplazamiento los afecta. (La merma) puede ser de 30% o 40%, hasta otras veces que es muy poca”, señala Neftalí Martínez Abundis, coordinador institucional del banco.

“Uno de los factores que nos afecta es la temperatura ambiental. Por ejemplo, la época de frío nos dura más porque se conserva mejor la comida, y también nosotros tenemos merma que viene de origen y tenemos que hacer una selección y clasificación de todo lo que ingresa, pero esto es parte de nuestro trabajo”.

El Banco de Alimento actualmente sólo tiene capacidad para ofrecer su servicio a 100 mil personas al año porque son las que alcanza con los víveres que recibe. De contar con alimentos de mejor calidad, el desperdicio sería menos y se reflejaría en mayor cobertura.

Según calculan, “70% de las despensas que entregamos son fruta y verdura. El otro 30% es abarrote: lácteos, pan y tortillas, además de otros productos de aseo personal, como jabón”. Lo que el banco no recibe como donación, tiene que comprarlo, con dinero proveniente de la cuota de recuperación que cobran a los beneficiarios, que es de 80 pesos por una despensa de alrededor de 30 kilos cada quincena, menos de 10% de su valor comercial.

SABER MÁS
Cómo ayudar

El Banco Diocesano de Alimentos colabora con el Gobierno federal en la Cruzada Nacional Contra el Hambre, pero no recibe recursos públicos por ello, de manera que su fuente de subsistencia sigue siendo la iniciativa privada. Para donaciones: 3810-6595.

LA VOZ DEL EXPERTO
Hábitos de consumo, detrás del problema

Aarón Rodríguez Contreras

(investigador del Centro Universitario de Ciencias Biológicas Agropecuarias de la Universidad de Guadalajara)

Los hábitos de consumo de los mexicanos son un importante factor para alimentar  el desperdicio de comida en el país, afirma el investigador del CUCBA de la UdeG Aarón Rodríguez Contreras.

Señala que a cada paso de la cadena del proceso, producción y consumo de los alimentos hay un margen muy amplio para que la comida se desperdicie; sin embargo, los residuos de comida pueden disminuir si las personas son “menos rigurosas”, así como a través de una planeación de elaboración y distribución de éstos.

Y es que explica que la gente debe modificar la idea de que si un producto no está en excelentes condiciones no lo compra, por lo que éste está destinado a la basura; y por lo tanto comienza un círculo vicioso.

Propone adoptar la forma de producción de comestibles en Europa, donde consumen el producto local para evitar desplazamientos excesivos de la comida, y en consecuencia, evitar pérdidas.

Asimismo, comenta que debe haber más organizaciones altruistas que compran producto, antes de su descomposición, a un precio muy bajo para llevarlo a comunidades vulnerables y regalarlo a personas en situación de pobreza, sin fines de lucro.

En cuanto a las afecciones al ambiente, afirma que los desperdicios de loa productos agrícolas no afectan de manera “grave” al entorno, ya que éstos se incorporan a los ciclos de transferencia de materia y energía por ser sustancias orgánicas.

No obstante, asevera que el daño está durante el proceso de su producción, porque se utilizan pesticidas que van directo al suelo y al aire, además de desperdiciar gran cantidad de agua.

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