Jalisco

Mantener fondo religioso en Día de Muertos, pide cardenal a feligreses

El arzobispo de Guadalajara lanza un exhorto a los feligreses “a que, por encima de todo, en este día se recuerde de manera provechosa a sus difuntos

GUADALAJARA, JALISCO.- El cardenal Juan Sandoval Iñiguez se dirige este día a los católicos para conminarlos a recordar, en el Día de los Muertos —este domingo— el fondo religioso de la fiesta, pues “todo lo demás, de tradiciones y manifestaciones folclóricas, para lo cual los mexicanos ‘nos pintamos solos’, como por ejemplo los vistosos ‘altares’ y el sabroso pan de muerto, las visitas a las tumbas llevando flores y mariachi, ir a comer a los panteones o dejarle al difunto abundantes viandas de su preferencia (que no faltarán ‘vivos’ que se las aprovechen), constituyen parte de esta conmemoración, aunque con distintos matices e intensidades, según las regiones, culturas  y etnias diferentes de nuestro país”.

Anota el purpurado que “en lo que corresponde a nuestro territorio diocesano, cabe señalar que estas fiestas son más bien de carácter sobrio y no tan llenas de estridente colorido o folclor, pues tienden más al recogimiento, el respeto y la oración, lo cual es bueno, pues mientras aquello favorece a los que aún viven, contribuye a mantener tradiciones, turística y económicamente explotables o exportables, en realidad muy poco tienen que ver con el verdadero sentido religioso  de esta fecha”.

El arzobispo de Guadalajara lanza un exhorto a los feligreses “a que, por encima de todo, en este día se recuerde de manera provechosa a sus difuntos; a su padre o a su madre, si desgraciadamente ya los perdieron; a sus abuelos, tíos y demás familiares y amigos a quienes Dios ya llamó. Y si acaso están purgando sus penas, recen por ellos para que el Señor los llame pronto a descansar y a gozar de su gloria eternamente”.

El purpurado insistió en su mensaje en la doctrina que proclama la Iglesia Católica, pues “recuerda a todos los fieles difuntos y, por lo tanto, lo que deberíamos hacer todos los creyentes es enmarcar esta conmemoración en ese contexto grandioso y profundo, propio de las enseñanzas de Jesucristo y de su Iglesia que, como sabemos, aunque es una, posee tres estadios: El presente, que está aquí en la Tierra y en la cual militamos todos nosotros; es la Iglesia peregrina, como la llamó San Agustín, que se abre paso entre los consuelos de Dios y las persecuciones del mundo, luchando entre el bien y el mal, que a veces, por desgracia, se introduce dentro de la misma Iglesia o dentro del alma de los creyentes; Iglesia de la cual se señaló en el Concilio Vaticano II, peca y se purifica.

“El segundo estadio de la Iglesia corresponde a aquéllos que murieron reconciliados con Dios, pero no lo suficientemente purificados como para alcanzar la gloria eterna, sino para ir a un lugar, o a una situación, que la Iglesia llama el Purgatorio, donde se expían las penas a fin de limpiar totalmente el alma. A esa Iglesia está dedicada precisamente esta conmemoración del 2 de noviembre.

“Y el tercer estadio de la Iglesia es de los bienaventurados fieles que ya alcanzaron la patria celestial; los que gozan del banquete mesiánico del reino; a ellos se le dedica el día primero de noviembre, fiesta de Todos los Santos, que aunque no han sido canonizados específicamente, son almas que ya se salvaron, entre las cuales pueden estar las de nuestros ascendientes muertos en gracia de Dios”.

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