Jalisco

En el 92º aniversario, gana EL INFORMADOR premio de las Naciones Unidas

En el concurso participaron 461 reportajes de 15 países, como México, Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Cuba, Chile y Ecuador

GUADALAJARA, JALISCO.- En el marco del 92 aniversario del periódico EL INFORMADOR, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la agencia de noticias Inter Press Service (IPS) designaron al periódico EL INFORMADOR como el ganador del Premio Periodístico “América Latina y los Objetivos de Desarrollo del Milenio”, por el reportaje “Tereso es el ejemplo”, escrito por Mario Alejandro Muñoz de Loza, consistente en una serie que trata sobre la muerte de un joven indígena olvidado por su familia y por el Estado. El trabajo se resume en un crudo retrato de la pobreza que se vive en México.

El reportaje fue seleccionado entre 461 trabajos que se postularon al galardón, cuyo fin es promover una mayor atención de los periodistas y medios de la región en torno a los problemas asociados con los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). Los artículos participantes provinieron de 15 países de América Latina y El Caribe: Argentina (73 reportajes), Bolivia (4), Brasil (112), Colombia (62), Costa Rica (15), Cuba (16), Chile (5), Ecuador (14), El Salvador (4), México (57), Nicaragua (3), Panamá (22), Perú (31), Uruguay (6) y Venezuela (37). El jurado estuvo compuesto por la directora regional del PNUD para América Latina y el Caribe, Rebeca Grynspan, el economista y profesor universitario brasileño Luis Gonzaga de Mello Belluzzo, el periodista mexicano Miguel Ángel Granados Chapa, el escritor uruguayo Mario Delgado Aparaín y el director de IPS, Mario Lubetkin.

“Esta serie de artículos (“Tereso es el ejemplo”), conforman un excelente retrato de la pobreza en México, a través de un caso concreto, la muerte de un joven indígena olvidado por su familia y el Estado. Exhaustivo en cuanto a su análisis de las cifras del Estado en relación a la salud, la economía, el gasto y la seguridad, resulta conmovedor, revelador y una fuerte denuncia social”, subraya el comité organizador.

De manera general, los trabajos se enfocaron en los principales asuntos que centran la atención de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, sus causas y los caminos para resolverlos, y el fomento de una alianza mundial para el desarrollo. Se precisó que en esta segunda edición se daría especial atención a los materiales y análisis sobre el impacto de la actual crisis financiera en el esfuerzo global por alcanzar los ODM.

El jurado calificador “elogió la alta calidad de la inmensa mayoría de los trabajos presentados, su rigor profesional, su fuerza expresiva y capacidad de atraer a los lectores, la fuerte denuncia y al mismo tiempo el mensaje de esperanza y voluntad de superación de los problemas que transmiten, su valor como llamados de alerta en torno a la necesidad de alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio”. Destacó también “su satisfacción ante la demostración de la sensibilidad de cientos de periodistas de casi todos los países de América Latina en relación con la crítica situación en la que viven millones de sus compatriotas, y su compromiso humano y profesional por contribuir a superarlas”.
“Todos los artículos finalistas son excelentes ejemplos del trabajo periodístico y compromiso con los Objetivos del Milenio”, dijo la directora Regional del PNUD para América Latina y el Caribe, Rebeca Grynspan.

Granados Chapa abundó: “La decisión final no fue fácil, por la alta calidad que tienen los trabajos recibidos”.
Todos los trabajos premiados serán incluidos en un libro que será editado a la brevedad.

Con el premio ganado por Mario Alejandro Muñoz de Loza, reporteros de Jalisco fueron galardonados en el último año con los premios más importantes de periodismo en habla hispana: Mario Muñoz obtuvo el primer lugar del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo; las periodistas de Radio Universidad de Guadalajara, Jade Ramírez Cuevas Villanueva y Priscila Hernández Flores, fueron distinguidas con el Premio Internacional de Periodismo Rey de España en la categoría de “Radio” (por su trabajo “La discriminación viaja por Avianca”), y María Antonieta Flores, por el trabajo “Aguas que matan” de la Televisión de la UdeG, ganó en la categoría de reportaje en el Premio Nacional de Periodismo.

Los galardonados del Premio de las Naciones Unidas:

Primer lugar:
Reportaje Periodista Medio de comunicación Ciudad/país

“Tereso es el ejemplo” Mario Alejandro Muñoz de Loza EL INFORMADOR México.

Segundo:
“Quilombola-Os dereitos negados de um povo” Silvia Regina Bessa Diario de Pernambuco Brasil

Tercero:
“La escolaridad es blanco de la violencia” Adriana Rivera El Nacional, Revista Siete Días Venezuela.

Cuarto:
“Tartagal, la tragedia” Abel Dante Leguizamón Argentina Periódico Día a Día Argentina.

Quinto (empate):
Cuando se vive con un dólar al día” Guadalupe del Rocío Yapud Diario La Hora Ecuador.
“Heidi y Gretel” María Paz Cuevas Revista Paula Chile.

Par saber

Los Ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio fueron adoptados por jefes de estado de 189 países en 2000, durante la Cumbre del Milenio de las Naciones Unidas, con el fin de erradicar la pobreza del planeta. El plazo fijado entonces vence en 2015.
Los ocho temas de los objetivos son:
Pobreza y hambre.
Educación infantil.
Disparidad de género y la participación igualitaria de la mujer.
Salud maternal.
Mortalidad infantil.
Combate al sida.
Otras enfermedades.
Sostenibilidad ambiental.

“Tereso es el ejemplo”

El reportaje “Tereso es el ejemplo” detalla la muerte de un adolescente indígena en condiciones de extrema pobreza en el Norte de Jalisco. Revela cómo la desnutrición, enfermedades, extrema violencia intrafamiliar, falta de vivienda digna, carencia de servicios públicos, analfabetismo y desempleo fueron el menú diario de Tereso, wixárika que falleció luego de una terrible agonía el 12 de enero de 2009 en el Hospital Civil de Guadalajara.

El majestuoso escenario de Cañón de Tlaxcala: una pequeña comunidad asentada en la delegación de Tuxpan de Bolaños, en la Zona Wixárika (huichola), contrastaba con la extrema pobreza que resistió hasta la adolescencia. El “nariz de conejo”, como le apodaban sus amigos, murió a los 16 años de edad el 12 de enero de 2009. Uno menos entre los más de 44.7 millones de mexicanos en pobreza.

El paraíso interior de Tereso se oscureció desde la infancia. El alto rezago social y la violencia intrafamiliar que impuso su padre, Felipe López González, lo dejaron al margen de derechos humanos esenciales. Su madre y cuatro hermanos se agregan a la lista de víctimas, desamparados por las autoridades.
El wixárika soportó de todo hasta la muerte de su madre. Hace dos años la encontraron colgada de un pañuelo rojo en la rama de un árbol en Cañón de Tlaxcala. Presuntamente se decidió por la muerte, empujada por las agresiones físicas y verbales de Felipe, quien además de alcoholizarse con frecuencia se relacionaba sexualmente con otras mujeres; las obligaba a cumplirle sus placeres, amparado por los usos y costumbres de los indígenas, que impiden la intervención directa de la seguridad pública. Para Tereso, la desaparición de su madre fue determinante para dejarse vencer por las adversidades. Intentó afrontar a su padre, pero sucumbió ante la diferencia de fuerzas y, a los 15 años de edad, en 2008, fue expulsado a golpes del hogar.
Separarse de la familia se conjugó con la continua presencia de enfermedades. Estaba acostumbrado a pasar días sin alimento, pero la debilidad lo agobiaba y sentía quebrarse contra el viento mientras el sol le carcomía la pálida piel y los huesos en horas de trabajo.

Tereso vagaba de aquí para allá entre municipios del Norte de Jalisco hasta que pagó una cuenta ajena: un par de wixaritari (forma plural de wixárika) lo golpearon salvajemente por deudas económicas de su padre, el 27 de diciembre de 2008. Ese día se presentó lesionado en la comandancia de la Policía Municipal de Chimaltitán (población colindante con Bolaños). Juan “el huichol” era el aludido por la golpiza, junto con otro indígena que no fue identificado. “No pudimos atrapar a los agresores —recuerda José David Ramírez Naranjo, director de Seguridad Pública—, se dieron a la fuga en la Sierra. Dejaron muy lastimado al joven, tuvo que ir al centro de salud para su atención”.
Días después, la suerte de Tereso parecía cambiar. El 4 de enero de 2009, arrastrando secuelas de la golpiza, el presidente municipal de Chimaltitán, Basilio González Rodríguez, fue compasivo: “Tereso deambulaba por la noche en la plaza de la colonia Agua Caliente; lo vi lesionado y me comentó que unos huicholes lo golpearon. Me platicó que su madre falleció y su papá lo corrió de su casa y decidí llevarlo al asilo de ancianos del municipio para que viviera unos días allí mientras se recuperaba”.
El indígena había encontrado donde comer, dormir y protegerse del frío.

Durante los primeros cinco días en el asilo de Chimaltitán, salía en ocasiones a trabajar en lo que fuera. Regresaba con una bebida energizante porque se sentía débil. “Se miraba decaído, siempre estaba muy callado”, recuerda Socorro Yáñez, encargada del turno matutino del albergue. El sábado 10 de enero no pudo levantarse de la cama. “Manifestó sentirse muy mal, por lo que personal del asilo llamó al médico municipal, quien recomendó trasladarlo al hospital (de Primer Contacto) de Colotlán (a cargo de la Secretaría de Salud Jalisco). El problema es que ese día y al siguiente no abrió el centro de salud y no se pudo conseguir la hoja para el traslado. Estaba muy amarillo y vomitaba mucho”, precisa Socorro Yáñez.

La espera hizo mella en la salud de Tereso. El lunes 12 de enero fue revisado nuevamente por el médico municipal, que reiteraba la urgencia de trasladarlo a Colotlán. Independientemente de los golpes que presentaba por la pelea con indígenas, le diagnosticó una neumonía. El wixárika apenas podía ponerse en pie. Sus pasos eran lentos. El lunes ya no pudo desayunar, “se quejaba mucho”.

Al mediodía llegó la ambulancia para el traslado. María de la Luz acompañó al wixárika. El camino era largo y luego de dos horas y media arribaron al hospital, donde Tereso fue canalizado y le realizaron exámenes de sangre. El diagnóstico exigía un nuevo viaje: debía ser atendido con urgencia en el Hospital Civil de Guadalajara. “No lo podía creer —menciona María de la Luz—, Tereso estaba muy grave. Necesitaba sangre de urgencia, si no, podía morir. El problema es que el Hospital de Colotlán no sirve para estas enfermedades ni para muchas otras. No le pusieron sangre porque en toda la región (Norte de Jalisco) no hay banco de sangre. Me dijeron que en cualquier momento podría caer en paro cardiaco”. A las 18:30 horas partió la ambulancia hacia Guadalajara. “Duramos casi tres horas de Colotlán a Guadalajara”. A las 22:00 horas arribaron al Nuevo Hospital Civil “Dr. Juan I. Menchaca”. “Estuvimos batallando porque no lo recibían rápido, no había camas, lo estuvieron revisando en una camilla dentro del hospital —relata María de la Luz, que ‘festejó’ así, en medio de los enfermos, su cumpleaños número 40—. Como una hora y media después lo pretendían pasar a una cama para darle la debida atención, pero le dio como un ataque. En ese momento me echaron del lugar porque me alteré, y minutos después los médicos me avisaron que estaban haciendo lo posible para revivirlo (le dieron reanimación cardiopulmonar durante 20 minutos) pero de nada sirvió. Estaba muerto. No le alcanzaron a dar su servicio… traía el mismo suero de Colotlán, no le dieron medicinas ni le transfundieron sangre”.

Tras la publicación del reportaje, ninguna autoridad estatal o municipal intervino en el caso, ni siquiera la Comisión Estatal de Derechos Humanos. Los alcaldes de Bolaños y Chimaltitán negaron cometer alguna negligencia en el caso, y argumentaron que no podían entrar en la defensa de los hermanos de Tereso que viven con el padre agresor, ya que requieren de la autorización del gobierno tradicional de Tuxpan de Bolaños. En esta comunidad, el gobernador tradicional, Juan Velázquez, no quiso profundizar en la muerte de Tereso: “Lamentablemente murió en esas condiciones. Desconozco si había violencia en su familia, no tengo reportes”.
La historia de Tereso quedó en la estadística de mexicanos que mueren en extrema pobreza, en el abandono de la familia y el Estado.

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