Jalisco
Brigada de Protección Civil 'revive' comunidades de Ribera de Chapala
Niños reciben formación en ecología, combate a incendios y primeros auxilios
GUADALAJARA, JALISCO (01/AGO/2016).- San Pedro Itzicán es un pueblo asentado en el otro lado de la Ribera de
Chapala, donde no hay grandes hoteles y mucho menos turistas. Es el lado olvidado donde impera la pobreza, las
enfermedades renales, donde los habitantes sufren de la escasez de agua potable y de caminos de terracería.
En las comunidades de Mezcala, Agua Caliente, Chalpicote, Aguacatera y Zapotera, todas del municipio de Poncitlán, se vive la misma situación. En ese lugar no hay trabajo y los padres se ven obligados a salir en busca de sustento dejando solos a sus hijos. Cada semana, tres mil 100 pequeños tienen que cuidarse a ellos mismos y a sus hermanos.
Desde hace un año, habitantes de las seis comunidades se organizaron para formar una brigada de Protección Civil. Todo empezó por la iniciativa de Anita Torres Guerrero, quien vio la necesidad de que los niños tuvieran actividades recreativas.
“Yo antes trabajaba en Ocotlán, en ventas. Un día se me ocurrió ir al mirador y vi esta comunidad, no sabía que existía. Le pregunté a mis amigos si sabían algo y me dijeron que no viniera que aquí vivía pura gente violenta”.
Sin embargo, Anita no los escuchó y bajó a conocer el lugar. A pesar de la hermosa vista, se encontró basura en todos lados y niños sin vigilancia.
Acudió a la delegación municipal y le dijeron que había llegado una invitación de la Unidad Estatal de Protección Civil y Bomberos para realizar cursos de verano en la comunidad.
Del curso nació una brigada que actualmente se compone de 770 niños. Lleva el nombre del mayor J. Trinidad López Rivas, quien es su padrino. Reciben formación en ecología, en protección civil, combate a incendios y primeros auxilios.
Una de sus primeras actividades fue retirar la basura de la vía pública de las áreas verdes, retiraron 80 toneladas, la mayoría eran botellas de plástico. Algunas fueron vendidas y el resto recicladas.
Nicolás Mendoza, comandante de la Región Ciénega, indicó que la brigada nació para atender y capacitar a niños y niñas de la zona en materia de protección civil.
“Cuando empezamos, los niños no hablaban, ni siquiera nos decían su nombre. Se los preguntabas y agachaban la cabeza y encogían los hombros”, indicó Anita. “Hoy ya los ves felices, con un propósito”.
En las comunidades de Mezcala, Agua Caliente, Chalpicote, Aguacatera y Zapotera, todas del municipio de Poncitlán, se vive la misma situación. En ese lugar no hay trabajo y los padres se ven obligados a salir en busca de sustento dejando solos a sus hijos. Cada semana, tres mil 100 pequeños tienen que cuidarse a ellos mismos y a sus hermanos.
Desde hace un año, habitantes de las seis comunidades se organizaron para formar una brigada de Protección Civil. Todo empezó por la iniciativa de Anita Torres Guerrero, quien vio la necesidad de que los niños tuvieran actividades recreativas.
“Yo antes trabajaba en Ocotlán, en ventas. Un día se me ocurrió ir al mirador y vi esta comunidad, no sabía que existía. Le pregunté a mis amigos si sabían algo y me dijeron que no viniera que aquí vivía pura gente violenta”.
Sin embargo, Anita no los escuchó y bajó a conocer el lugar. A pesar de la hermosa vista, se encontró basura en todos lados y niños sin vigilancia.
Acudió a la delegación municipal y le dijeron que había llegado una invitación de la Unidad Estatal de Protección Civil y Bomberos para realizar cursos de verano en la comunidad.
Del curso nació una brigada que actualmente se compone de 770 niños. Lleva el nombre del mayor J. Trinidad López Rivas, quien es su padrino. Reciben formación en ecología, en protección civil, combate a incendios y primeros auxilios.
Una de sus primeras actividades fue retirar la basura de la vía pública de las áreas verdes, retiraron 80 toneladas, la mayoría eran botellas de plástico. Algunas fueron vendidas y el resto recicladas.
Nicolás Mendoza, comandante de la Región Ciénega, indicó que la brigada nació para atender y capacitar a niños y niñas de la zona en materia de protección civil.
“Cuando empezamos, los niños no hablaban, ni siquiera nos decían su nombre. Se los preguntabas y agachaban la cabeza y encogían los hombros”, indicó Anita. “Hoy ya los ves felices, con un propósito”.