Jalisco
— Cupo limitado
¿Qué gobernantes y políticos no tienen ya al diablo en persona como su patrono...?
Durante su prisión en la tétrica Torre de Londres, antes de convertirse primero en mártir y después en santo, Tomás Moro, en una carta a su hija Margarita, escribió: “Con esta cárcel estoy pagando a Dios por los pecados que he cometido en mi vida”.
Mártir como fue, pero no profeta, el autor de la célebre “Utopía” no alcanzó a vislumbrar que a 475 años de su muerte (ocurrida el 6 de julio de 1535) y a 75 de su canonización, seguiría abonando, por la vía de las cuchufletas, penitencia por sus pecados... Y es que, cuando se menciona que la Iglesia lo declaró “Patrono de gobernantes y políticos”, son inevitables los chascarrillos.
Verbigracia: “Pues, ¿qué gobernantes y políticos no tienen ya al diablo en persona como su patrono...?”.
—II—
Moro, como se sabe, eligió su desgracia y firmó su propia sentencia de muerte al desaprobar el divorcio del Rey Enrique VIII de su esposa Catalina, y al declarar su rebeldía cuando el emperador se insubordinó al Papa y se proclamó Jefe Supremo de la Iglesia en Inglaterra.
Hoy, a tono con el desencanto de los ciudadanos, primero por la deshonestidad e ineficiencia generalizada de los gobernantes que padecieron las siete décadas de la “dictadura perfecta” del PRI, y luego porque “el cambio” prometido por los panistas resultó absoluta y escandalosamente fallido, hay, por fin, buenas noticias: la creación, en Jalisco, de una institución que se ha propuesto —aunque ni Ripley lo crea— “preparar ciudadanos honestos para la política y el gobierno”.
Se denominará Instituto Secular para el Bien Común. “Secular”, como se sabe, es un vocablo alusivo a la porción del clero que vive “en el siglo” (es decir, en el mundo ordinario: el de los pecadores standard), para diferenciarlo de los religiosos que viven enclaustrados.
—III—
Se anticipa que los aspirantes a políticos y gobernantes honestos tomarán un curso básico sobre Doctrina Social de la Iglesia (con escalas obligadas en las encíclicas Rerum Novarum, Quadragéssimo Anno, Mater et Magistra y Veritatis Splendor, que para los políticos comunes son divertidas obritas de ciencia ficción), al cabo del cual harán “votos temporales —no se precisa qué tanto— de pobreza, castidad, obediencia y fidelidad a Jesucristo”... Y entonces sí, a emular al único terrícola —hasta ahora— miembro de la clase gobernante, que, por honesto y congruente, llegó a los altares..., haciendo escala en el martirio. (Para evitar tumultos, por cierto, se advierte que habrá cupo limitado).
Mártir como fue, pero no profeta, el autor de la célebre “Utopía” no alcanzó a vislumbrar que a 475 años de su muerte (ocurrida el 6 de julio de 1535) y a 75 de su canonización, seguiría abonando, por la vía de las cuchufletas, penitencia por sus pecados... Y es que, cuando se menciona que la Iglesia lo declaró “Patrono de gobernantes y políticos”, son inevitables los chascarrillos.
Verbigracia: “Pues, ¿qué gobernantes y políticos no tienen ya al diablo en persona como su patrono...?”.
—II—
Moro, como se sabe, eligió su desgracia y firmó su propia sentencia de muerte al desaprobar el divorcio del Rey Enrique VIII de su esposa Catalina, y al declarar su rebeldía cuando el emperador se insubordinó al Papa y se proclamó Jefe Supremo de la Iglesia en Inglaterra.
Hoy, a tono con el desencanto de los ciudadanos, primero por la deshonestidad e ineficiencia generalizada de los gobernantes que padecieron las siete décadas de la “dictadura perfecta” del PRI, y luego porque “el cambio” prometido por los panistas resultó absoluta y escandalosamente fallido, hay, por fin, buenas noticias: la creación, en Jalisco, de una institución que se ha propuesto —aunque ni Ripley lo crea— “preparar ciudadanos honestos para la política y el gobierno”.
Se denominará Instituto Secular para el Bien Común. “Secular”, como se sabe, es un vocablo alusivo a la porción del clero que vive “en el siglo” (es decir, en el mundo ordinario: el de los pecadores standard), para diferenciarlo de los religiosos que viven enclaustrados.
—III—
Se anticipa que los aspirantes a políticos y gobernantes honestos tomarán un curso básico sobre Doctrina Social de la Iglesia (con escalas obligadas en las encíclicas Rerum Novarum, Quadragéssimo Anno, Mater et Magistra y Veritatis Splendor, que para los políticos comunes son divertidas obritas de ciencia ficción), al cabo del cual harán “votos temporales —no se precisa qué tanto— de pobreza, castidad, obediencia y fidelidad a Jesucristo”... Y entonces sí, a emular al único terrícola —hasta ahora— miembro de la clase gobernante, que, por honesto y congruente, llegó a los altares..., haciendo escala en el martirio. (Para evitar tumultos, por cierto, se advierte que habrá cupo limitado).