Internacional
Zapatero reivindica papel regulador del Estado
Para el gobierno español Brasil y Chile son modelos de economía de mercado donde el Estado juega un papel importante
NUEVA YORK, ESTADOS UNIDOS.- El presidente del
Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, reivindicó hoy el papel regulador del Estado, indispensable para garantizar la distribución equitativa de la riqueza, y elogió a países que, como Brasil y Chile, "no han caído en la trampa" de "santificar la desregulación".
Zapatero denunció los ataques "al Estado y a lo público" en un acto organizado en Naciones Unidas junto al presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, la presidenta chilena, Michelle Bachelet, y el ministro francés de Exteriores, Bernard Koucher.
Los cuatro países, líderes de la Alianza contra el Hambre y la Pobreza lanzada en la ONU hace cuatro años, firmaron hoy una declaración para buscar instrumentos alternativos para financiar la ayuda al desarrollo.
Como propuesta española, Zapatero apostó por reducir el coste de las remesas de los inmigrantes, para ayudar al desarrollo de sus países de origen, y destacó el proyecto en el que trabaja con Noruega y otros países para evitar las fugas ilícitas de capital hacia paraísos fiscales.
A su juicio, son necesarios mecanismos que combatan la evasión fiscal e incrementen la transparencia de las transacciones financieras para evitar que dinero que debería contribuir a financiar servicios públicos a través de los impuestos "abandone los canales legales y acabe en cuentas fantasmas en lugares recónditos del planeta".
En este contexto, reivindicó el papel regulador del Estado como ente "indispensable" para garantizar los bienes públicos básicos y una distribución equitativa de la riqueza.
A su juicio, Brasil y Chile son modelos de economía de mercado donde el Estado juega un papel importante.
"Son países que no han caído en la trampa de aceptar el ataque al Estado y a lo público, de santificar la desregulación; países que se mantienen firmes", manifestó.
Zapatero ratificó su compromiso de destinar en 2012 el 0.7 por ciento del PIB español a la ayuda al desarrollo y reclamó un esfuerzo internacional para que los Objetivos de Desarrollo del Milenio "no sean una utopía".
En su opinión, es grave y serio que las economías desarrolladas no crezcan por la crisis internacional, pero resulta "sencillamente intolerable" que muchos países no puedan dar de comer a sus ciudadanos.
Lula da Silva coincidió con Zapatero en la necesidad de movilizar urgentemente recursos adicionales y estables para el desarrollo, si se quiere avanzar hacia los Objetivos del Milenio, y denunció el efecto de la crisis económica en los países más pobres.
Tras recordar cómo en la década de los ochenta y los noventa las instituciones financieras internacionales pusieron trabas al desarrollo de los países más pobres, determinando hacia donde debían dirigir sus inversiones, se preguntó dónde están ahora las entidades y los bancos que "ayer tenían su receta".
A su juicio, no es justo que países que, como Brasil, padecieron "enormes sacrificios" en el último decenio y medio, tengan ahora que "pagar la factura de esta crisis".
Bachelet denunció también cómo los avances hacia los Objetivos del Milenio se ven ensombrecidos por el alza de los precios de los alimentos y el deterioro de la economía internacional.
Tras estimar que es indispensable que la comunidad internacional redoble sus esfuerzos, la presidenta chilena abogó por nuevos instrumentos para financiar el desarrollo y puso como ejemplo la tasa solidaria sobre los billetes aéreos establecida en su país, una idea que también defendió Kouchner.
En opinión del ministro de Exteriores francés, los líderes mundiales no pueden permanecer callados ante la crisis económica sin extraer conclusiones.
Koucher denunció la paradoja que supone que Estados Unidos defienda un paquete de medidas para salvar a los bancos con 700 mil millones de euros y que "los dirigentes bancarios implicados en este enorme escándalo hayan ganado por la crisis 95 mil millones de dólares".
Zapatero denunció los ataques "al Estado y a lo público" en un acto organizado en Naciones Unidas junto al presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, la presidenta chilena, Michelle Bachelet, y el ministro francés de Exteriores, Bernard Koucher.
Los cuatro países, líderes de la Alianza contra el Hambre y la Pobreza lanzada en la ONU hace cuatro años, firmaron hoy una declaración para buscar instrumentos alternativos para financiar la ayuda al desarrollo.
Como propuesta española, Zapatero apostó por reducir el coste de las remesas de los inmigrantes, para ayudar al desarrollo de sus países de origen, y destacó el proyecto en el que trabaja con Noruega y otros países para evitar las fugas ilícitas de capital hacia paraísos fiscales.
A su juicio, son necesarios mecanismos que combatan la evasión fiscal e incrementen la transparencia de las transacciones financieras para evitar que dinero que debería contribuir a financiar servicios públicos a través de los impuestos "abandone los canales legales y acabe en cuentas fantasmas en lugares recónditos del planeta".
En este contexto, reivindicó el papel regulador del Estado como ente "indispensable" para garantizar los bienes públicos básicos y una distribución equitativa de la riqueza.
A su juicio, Brasil y Chile son modelos de economía de mercado donde el Estado juega un papel importante.
"Son países que no han caído en la trampa de aceptar el ataque al Estado y a lo público, de santificar la desregulación; países que se mantienen firmes", manifestó.
Zapatero ratificó su compromiso de destinar en 2012 el 0.7 por ciento del PIB español a la ayuda al desarrollo y reclamó un esfuerzo internacional para que los Objetivos de Desarrollo del Milenio "no sean una utopía".
En su opinión, es grave y serio que las economías desarrolladas no crezcan por la crisis internacional, pero resulta "sencillamente intolerable" que muchos países no puedan dar de comer a sus ciudadanos.
Lula da Silva coincidió con Zapatero en la necesidad de movilizar urgentemente recursos adicionales y estables para el desarrollo, si se quiere avanzar hacia los Objetivos del Milenio, y denunció el efecto de la crisis económica en los países más pobres.
Tras recordar cómo en la década de los ochenta y los noventa las instituciones financieras internacionales pusieron trabas al desarrollo de los países más pobres, determinando hacia donde debían dirigir sus inversiones, se preguntó dónde están ahora las entidades y los bancos que "ayer tenían su receta".
A su juicio, no es justo que países que, como Brasil, padecieron "enormes sacrificios" en el último decenio y medio, tengan ahora que "pagar la factura de esta crisis".
Bachelet denunció también cómo los avances hacia los Objetivos del Milenio se ven ensombrecidos por el alza de los precios de los alimentos y el deterioro de la economía internacional.
Tras estimar que es indispensable que la comunidad internacional redoble sus esfuerzos, la presidenta chilena abogó por nuevos instrumentos para financiar el desarrollo y puso como ejemplo la tasa solidaria sobre los billetes aéreos establecida en su país, una idea que también defendió Kouchner.
En opinión del ministro de Exteriores francés, los líderes mundiales no pueden permanecer callados ante la crisis económica sin extraer conclusiones.
Koucher denunció la paradoja que supone que Estados Unidos defienda un paquete de medidas para salvar a los bancos con 700 mil millones de euros y que "los dirigentes bancarios implicados en este enorme escándalo hayan ganado por la crisis 95 mil millones de dólares".