Internacional
Preocupa que Caracas criminalice protestas
Defensores de los derechos humanos acusan de represión política al gobierno de Maduro
CARACAS, VENEZUELA (06/MAY/2013).- La organización defensora de los derechos humanos Provea ve con preocupación lo que describe como una criminalización de las recientes protestas ocurridas en Venezuela y pide al Gobierno de Nicolás Maduro señales claras y voluntad política para entablar un diálogo con la oposición.
En los días posteriores a las elecciones del 14 de abril, las calles de Venezuela fueron escenario de protestas violentas que según cifras oficiales dejaron al menos nueve muertos y más de 80 heridos. Caracas responsabiliza a la oposición.
El coordinador general de Provea, Marino Alvarado, sostuvo que muchas de las protestas “de carácter pacífico” registradas luego de los comicios presidenciales fueron dispersadas con un uso “desproporcionado de la fuerza” y en algunos casos con un uso “inadecuado” de armas de fuego.
“Nosotros hemos venido denunciando que el presidente Nicolás Maduro se inauguró aplicando la Ley Antiterrorista contra las manifestaciones públicas”, afirmó Alvarado, quien agregó que “es la primera vez que se aplica esta ley a manifestaciones públicas en Venezuela y nosotros venimos advirtiendo que esto pudiera ser una tendencia que nosotros hemos denominado como etapa superior de la criminalización de la protesta en el país”.
Citó un caso en el estado de Lara (Centro-Occidente), donde, manifestó, “algunas” personas que fueron detenidas tras protestar recibieron “maltratos y fueron torturadas”, y llamó a una investigación “transparente” de los incidentes, que a su entender fueron protagonizados por sectores “radicales” de ambos bandos.
Venezuela se encuentra en una situación de crisis política después de que Maduro ganara los comicios del 14 de abril con 225 mil votos de ventaja sobre el opositor Henrique Capriles, quien ha pedido a la justicia que se repitan las elecciones, solicitud que el Gobierno rechaza de plano.
Para Alvarado, la salida a la actual situación pasa por la existencia de un “diálogo que sea constructivo, que permita establecer una agenda mínima”.
“Implicaría resolver tanto la petición que ha hecho la oposición de que se haga una auditoría y recuento de los votos, como la misma petición que ha hecho el Gobierno de que el presidente Maduro debe ser reconocido como presidente”.
Advirtió de que el nivel de conflictividad social en Venezuela, donde, según cifras de Provea, solamente el año pasado hubo más de cinco mil protestas, podría continuar elevado durante la Presidencia de Maduro.
“Nos preocupa mucho el ambiente de confrontación que hay en el país, con un Gobierno que tiene un discurso que no contribuye a generar diálogo, con una oposición que mantiene algunas actitudes que contribuyen también a la confrontación”.
El presidente Maduro ha culpado de lo ocurrido a los llamados de la oposición a reclamar contra el resultado de los comicios, mientras que el líder opositor Henrique Capriles ha dicho que el Gobierno está detrás de los incidentes.
Desde entonces, la violencia ha cesado, pero la oposición y el oficialismo mantienen duros cruces verbales en los que se acusan mutuamente de querer generar desestabilización en el país.
En tal sentido, Alvarado consideró indispensable que se entable un diálogo entre ambos bandos, “porque de lo contrario los dos sectores van a conducir al país a situaciones superiores de violencia que no le convienen a Venezuela”.
EFE
LA CIFRA
9 Muertos y más de 80 lesionados fue el saldo de las protestas por los resultados de las votaciones presidenciales del 14 de abril.
PROPUESTA
Piden mediación de Mercosur, Unasur o Unión Europea
La ONG provea se mostró partidaria de que el oficialismo y la oposición pidan colaboración a algún organismo internacional como Mercosur, Unasur o la Unión Europea, para que medien entre ambos y ayuden a destrabar el conflicto político que genera un antagonismo que va más allá del debate.
> GOBIERNO VENEZOLANO REITERA QUE DOCUMENTALISTA ES ESPÍA
Crece tensión con EU
CARACAS, VENEZUELA.- El Gobierno venezolano reiteró que un estadounidense que afirma ser documentalista y que fue detenido tras los disturbios desatados luego de las elecciones del 14 de abril realiza en realidad actividades de espionaje.
“Cuando uno quiere hacer trabajo de inteligencia en otro país, sobre todo esas grandes potencias que hacen ese tipo de trabajo y espionaje, usan mucho la fachada del cineasta, documentalista, fotógrafo o periodista”, dijo Miguel Rodríguez, ministro del Interior y Justicia.
El sábado, en declaraciones a la cadena Telemundo, Barack Obama calificó como “ridícula” la acusación de espionaje contra Timothy Hallet Tracy, detenido el 24 de abril cuando se disponía a salir de Venezuela.
En declaraciones al canal privado Telev, Rodríguez sostuvo que, según las investigaciones, Tracy, nacido en 1978, era financiado por organizaciones “extranjeras” con el fin de “generar acciones violentas en las calles”.
El Gobierno venezolano ha acusado a Estados Unidos de intervenir en asuntos internos y el sábado Maduro tildó a Obama de “jefe mayor de los diablos”, luego de que el mandatario comentase sobre la crisis política en Venezuela.
AFP
> ANÁLISIS
La sucesión de Chávez
Miguel Ángel Bastenier (analista de El País)
Las ideas, las doctrinas, inmigran, viajan, atraviesan fronteras y en el proceso cambian, se hibridizan y aunque mantengan el nombre, no necesariamente el contenido, como destacó Edward Said (Travelling Theory). El gaullismo se mantuvo fiel durante un tiempo a su partida de bautismo y a una ‘cierta —y nebulosa— idea de Francia’, para acabar fundiéndose con la derecha de toda la vida.
El neozapatismo está bastante olvidado, porque su progenitor, el subcomandante Marcos, ha abandonado la tarea o busca otros teatros donde representar su espectáculo.
La sucesión del ex presidente de Venezuela, Hugo Chávez, igualmente, tiene mucho que ver con la movilidad espacio-temporal del chavismo, en su encarnación bolivariana o socialista del siglo XXI.
La obra de Chávez, como política de redistribución de la riqueza, empoderamiento de las capas desfavorecidas de la sociedad, y diatriba antinorteamericana, cruzó rápidamente el Atlántico para encontrar valedores sobre todo en Francia y España.
El filósofo y antiguo revolucionario Regis Debray fue defensor en los años noventa del neozapatismo, y en lo contemporáneo es un intelectual franco-español o hispano-francés, Ignacio Ramonet, quien con mayor vigor ha promovido la propuesta chavista.
En España existe un reducido, pero activo núcleo intelectual de matriz universitaria que ha creído recuperar la idea de una izquierda, nueva y transitable, en la figura del desaparecido líder bolivariano.
En la propia Venezuela ha sido tanta la densidad fervorosa con que se propagó el chavismo que hasta el candidato de la oposición en las pasadas elecciones presidenciales, Henrique Capriles, derrotado por sólo punto y medio por el edecán de Chávez, Nicolás Maduro, creyó conveniente darle a su campaña un sí es no es de chavismo: la promesa de mantener y aun mejorar la labor social de las misiones cubanas.
Pero el hábitat natural de esa transmisión hay que buscarlo en los dos grandes socios bolivarianos de Venezuela: Ecuador y Bolivia.
Tanto el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, como el boliviano, Evo Morales, hacen uso frecuente de los símbolos y las jaculatorias chavistas, que no son, sin embargo, esenciales para su permanencia en el poder.
El primero arrasó en las presidenciales y legislativas del pasado 17 de febrero, y el segundo ha obtenido del Tribunal Constitucional venia para presentarse a un tercer mandato en 2014.
Pero, en ambos casos, el viaje del chavismo se topa con accidentes difíciles de sortear.
Nada de lo actuado por el jefe del Estado ecuatoriano puede, estrictamente hablando, calificarse de construcción del socialismo, sino de nacionalismo reformista modernizador. Una diferencia, por demás capital, se alza entre Chávez y Correa.
El venezolano era antioccidental, y especialmente antinorteamericano, mientras que el guayaquileño le sostenía de manera sólo litúrgica en ambas operaciones.
Rafael Correa no es antiespañol, y es probable que únicamente la intemperie que arrecia cuando el espantajo a combatir sea Washington haya hecho que se enfundara el ropaje chavista. Pero no duda el Departamento de Estado que no está hecho de la misma pasta que el presidente fallecido.
Y el caso de Morales resulta aún más cogido por los pelos. Es posible que el comunalismo precolombino del ex líder cocalero anticipe algún tipo de colectivismo agrario, pero el ícono de Bolívar no encuentra fácil acomodo en el panteón indianista, porque el Libertador tiene que ser a sus ojos un español americano que, cualquiera que fuesen sus mejores intenciones, se limitaba a liberar al mundo criollo de la dominación de España, dejando a la espera a la población autóctona o afrodescendiente.
El chavismo era imposible de trasplantar a la Amazonia o al altiplano porque la revolución —o cualquiera que sea el nombre que se le dé— no se basaba en un cambio de las estructuras productivas, sino en un vuelco emotivo de la sociedad venezolana (La revolución sentimental, Beatriz Lecumberri), de características nacionales virtualmente irrepetibles.
El bloque bolivariano ha desmejorado considerablemente en los últimos años.
En 2009 cayó Manuel Zelaya en Honduras y el año pasado Fernando Lugo en Paraguay, ambos alfiles del anillo exterior del chavismo, y cuesta ver al nuevo presidente, Nicolás Maduro, como sucesor a parte entera del exteniente coronel.
En 20 13 ha habido elecciones presidenciales en Ecuador, Venezuela y Paraguay, y de aquí a 2019 la totalidad de América Latina renovará Legislativo y Ejecutivo, con lo que este será, como subraya el analista Daniel Zovatto: ‘Un sexenio decisivo para determinar la solidez de la propuesta chavista, así como la sucesión, si la hay, a la cabeza del movimiento’.
El bloque de esa izquierda antiimperialista no pasa hoy de un chavismo light.
En los días posteriores a las elecciones del 14 de abril, las calles de Venezuela fueron escenario de protestas violentas que según cifras oficiales dejaron al menos nueve muertos y más de 80 heridos. Caracas responsabiliza a la oposición.
El coordinador general de Provea, Marino Alvarado, sostuvo que muchas de las protestas “de carácter pacífico” registradas luego de los comicios presidenciales fueron dispersadas con un uso “desproporcionado de la fuerza” y en algunos casos con un uso “inadecuado” de armas de fuego.
“Nosotros hemos venido denunciando que el presidente Nicolás Maduro se inauguró aplicando la Ley Antiterrorista contra las manifestaciones públicas”, afirmó Alvarado, quien agregó que “es la primera vez que se aplica esta ley a manifestaciones públicas en Venezuela y nosotros venimos advirtiendo que esto pudiera ser una tendencia que nosotros hemos denominado como etapa superior de la criminalización de la protesta en el país”.
Citó un caso en el estado de Lara (Centro-Occidente), donde, manifestó, “algunas” personas que fueron detenidas tras protestar recibieron “maltratos y fueron torturadas”, y llamó a una investigación “transparente” de los incidentes, que a su entender fueron protagonizados por sectores “radicales” de ambos bandos.
Venezuela se encuentra en una situación de crisis política después de que Maduro ganara los comicios del 14 de abril con 225 mil votos de ventaja sobre el opositor Henrique Capriles, quien ha pedido a la justicia que se repitan las elecciones, solicitud que el Gobierno rechaza de plano.
Para Alvarado, la salida a la actual situación pasa por la existencia de un “diálogo que sea constructivo, que permita establecer una agenda mínima”.
“Implicaría resolver tanto la petición que ha hecho la oposición de que se haga una auditoría y recuento de los votos, como la misma petición que ha hecho el Gobierno de que el presidente Maduro debe ser reconocido como presidente”.
Advirtió de que el nivel de conflictividad social en Venezuela, donde, según cifras de Provea, solamente el año pasado hubo más de cinco mil protestas, podría continuar elevado durante la Presidencia de Maduro.
“Nos preocupa mucho el ambiente de confrontación que hay en el país, con un Gobierno que tiene un discurso que no contribuye a generar diálogo, con una oposición que mantiene algunas actitudes que contribuyen también a la confrontación”.
El presidente Maduro ha culpado de lo ocurrido a los llamados de la oposición a reclamar contra el resultado de los comicios, mientras que el líder opositor Henrique Capriles ha dicho que el Gobierno está detrás de los incidentes.
Desde entonces, la violencia ha cesado, pero la oposición y el oficialismo mantienen duros cruces verbales en los que se acusan mutuamente de querer generar desestabilización en el país.
En tal sentido, Alvarado consideró indispensable que se entable un diálogo entre ambos bandos, “porque de lo contrario los dos sectores van a conducir al país a situaciones superiores de violencia que no le convienen a Venezuela”.
EFE
LA CIFRA
9 Muertos y más de 80 lesionados fue el saldo de las protestas por los resultados de las votaciones presidenciales del 14 de abril.
PROPUESTA
Piden mediación de Mercosur, Unasur o Unión Europea
La ONG provea se mostró partidaria de que el oficialismo y la oposición pidan colaboración a algún organismo internacional como Mercosur, Unasur o la Unión Europea, para que medien entre ambos y ayuden a destrabar el conflicto político que genera un antagonismo que va más allá del debate.
> GOBIERNO VENEZOLANO REITERA QUE DOCUMENTALISTA ES ESPÍA
Crece tensión con EU
CARACAS, VENEZUELA.- El Gobierno venezolano reiteró que un estadounidense que afirma ser documentalista y que fue detenido tras los disturbios desatados luego de las elecciones del 14 de abril realiza en realidad actividades de espionaje.
“Cuando uno quiere hacer trabajo de inteligencia en otro país, sobre todo esas grandes potencias que hacen ese tipo de trabajo y espionaje, usan mucho la fachada del cineasta, documentalista, fotógrafo o periodista”, dijo Miguel Rodríguez, ministro del Interior y Justicia.
El sábado, en declaraciones a la cadena Telemundo, Barack Obama calificó como “ridícula” la acusación de espionaje contra Timothy Hallet Tracy, detenido el 24 de abril cuando se disponía a salir de Venezuela.
En declaraciones al canal privado Telev, Rodríguez sostuvo que, según las investigaciones, Tracy, nacido en 1978, era financiado por organizaciones “extranjeras” con el fin de “generar acciones violentas en las calles”.
El Gobierno venezolano ha acusado a Estados Unidos de intervenir en asuntos internos y el sábado Maduro tildó a Obama de “jefe mayor de los diablos”, luego de que el mandatario comentase sobre la crisis política en Venezuela.
AFP
> ANÁLISIS
La sucesión de Chávez
Miguel Ángel Bastenier (analista de El País)
Las ideas, las doctrinas, inmigran, viajan, atraviesan fronteras y en el proceso cambian, se hibridizan y aunque mantengan el nombre, no necesariamente el contenido, como destacó Edward Said (Travelling Theory). El gaullismo se mantuvo fiel durante un tiempo a su partida de bautismo y a una ‘cierta —y nebulosa— idea de Francia’, para acabar fundiéndose con la derecha de toda la vida.
El neozapatismo está bastante olvidado, porque su progenitor, el subcomandante Marcos, ha abandonado la tarea o busca otros teatros donde representar su espectáculo.
La sucesión del ex presidente de Venezuela, Hugo Chávez, igualmente, tiene mucho que ver con la movilidad espacio-temporal del chavismo, en su encarnación bolivariana o socialista del siglo XXI.
La obra de Chávez, como política de redistribución de la riqueza, empoderamiento de las capas desfavorecidas de la sociedad, y diatriba antinorteamericana, cruzó rápidamente el Atlántico para encontrar valedores sobre todo en Francia y España.
El filósofo y antiguo revolucionario Regis Debray fue defensor en los años noventa del neozapatismo, y en lo contemporáneo es un intelectual franco-español o hispano-francés, Ignacio Ramonet, quien con mayor vigor ha promovido la propuesta chavista.
En España existe un reducido, pero activo núcleo intelectual de matriz universitaria que ha creído recuperar la idea de una izquierda, nueva y transitable, en la figura del desaparecido líder bolivariano.
En la propia Venezuela ha sido tanta la densidad fervorosa con que se propagó el chavismo que hasta el candidato de la oposición en las pasadas elecciones presidenciales, Henrique Capriles, derrotado por sólo punto y medio por el edecán de Chávez, Nicolás Maduro, creyó conveniente darle a su campaña un sí es no es de chavismo: la promesa de mantener y aun mejorar la labor social de las misiones cubanas.
Pero el hábitat natural de esa transmisión hay que buscarlo en los dos grandes socios bolivarianos de Venezuela: Ecuador y Bolivia.
Tanto el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, como el boliviano, Evo Morales, hacen uso frecuente de los símbolos y las jaculatorias chavistas, que no son, sin embargo, esenciales para su permanencia en el poder.
El primero arrasó en las presidenciales y legislativas del pasado 17 de febrero, y el segundo ha obtenido del Tribunal Constitucional venia para presentarse a un tercer mandato en 2014.
Pero, en ambos casos, el viaje del chavismo se topa con accidentes difíciles de sortear.
Nada de lo actuado por el jefe del Estado ecuatoriano puede, estrictamente hablando, calificarse de construcción del socialismo, sino de nacionalismo reformista modernizador. Una diferencia, por demás capital, se alza entre Chávez y Correa.
El venezolano era antioccidental, y especialmente antinorteamericano, mientras que el guayaquileño le sostenía de manera sólo litúrgica en ambas operaciones.
Rafael Correa no es antiespañol, y es probable que únicamente la intemperie que arrecia cuando el espantajo a combatir sea Washington haya hecho que se enfundara el ropaje chavista. Pero no duda el Departamento de Estado que no está hecho de la misma pasta que el presidente fallecido.
Y el caso de Morales resulta aún más cogido por los pelos. Es posible que el comunalismo precolombino del ex líder cocalero anticipe algún tipo de colectivismo agrario, pero el ícono de Bolívar no encuentra fácil acomodo en el panteón indianista, porque el Libertador tiene que ser a sus ojos un español americano que, cualquiera que fuesen sus mejores intenciones, se limitaba a liberar al mundo criollo de la dominación de España, dejando a la espera a la población autóctona o afrodescendiente.
El chavismo era imposible de trasplantar a la Amazonia o al altiplano porque la revolución —o cualquiera que sea el nombre que se le dé— no se basaba en un cambio de las estructuras productivas, sino en un vuelco emotivo de la sociedad venezolana (La revolución sentimental, Beatriz Lecumberri), de características nacionales virtualmente irrepetibles.
El bloque bolivariano ha desmejorado considerablemente en los últimos años.
En 2009 cayó Manuel Zelaya en Honduras y el año pasado Fernando Lugo en Paraguay, ambos alfiles del anillo exterior del chavismo, y cuesta ver al nuevo presidente, Nicolás Maduro, como sucesor a parte entera del exteniente coronel.
En 20 13 ha habido elecciones presidenciales en Ecuador, Venezuela y Paraguay, y de aquí a 2019 la totalidad de América Latina renovará Legislativo y Ejecutivo, con lo que este será, como subraya el analista Daniel Zovatto: ‘Un sexenio decisivo para determinar la solidez de la propuesta chavista, así como la sucesión, si la hay, a la cabeza del movimiento’.
El bloque de esa izquierda antiimperialista no pasa hoy de un chavismo light.