Internacional
La Policía mata con gas lacrimógeno a 36 Hermanos Musulmanes
Los seguidores de Morsi eran trasladados a una prisión y pretendían darse a la fuga
EL CAIRO, EGIPTO (19/AGO/2013).- Los 36 prisioneros islamistas que murieron ayer cuando estaban siendo trasladados a una cárcel en las afueras de la capital murieron asfixiados por gases lacrimógenos de la Policía durante un intento de fuga, anunció el Ministerio del Interior egipcio.
Se trata de 36 miembros del movimiento de los Hermanos Musulmanes, la cofradía del derrocado presidente islamista Mohamed Morsi, destituido y detenido por el Ejército el pasado 3 de julio.
Alrededor de mil islamistas han sido arrestados en los últimos cinco días.
El convoy de autobuses de la Policía transportaba a más de 600 Hermanos Musulmanes desde El Cairo hacia una cárcel de las afueras de la capital egipcia.
La agencia dijo que los detenidos estaban siendo trasladados a la prisión de Abu Zaabal, en el Norte de El Cairo, cuando ocurrió el ataque.
La televisión estatal egipcia informó en su página oficial que las fuerzas de seguridad dispararon gases lacrimógenos e intercambiaron disparos con los atacantes.
Horas antes del ataque, el líder del Ejército egipcio advirtió que sus fuerzas no permitirán más actos de violencia después de la muerte de cientos de personas durante varios días de inestabilidad política, al tiempo que pidió la inclusión política de los partidarios del derrocado presidente Morsi.
Tan sólo el sábado, los enfrentamientos entre la Policía y partidarios del derrocado presidente de Egipto dejaron 79 muertos, informó ayer el Gobierno interino. Con la nueva cifra oficial, el número total de muertos en cuatro días de violencia en el país ascendió a 888.
El Gobierno interino de Egipto rechazó las críticas de la comunidad internacional sobre la reciente represión de las fuerzas de seguridad contra los seguidores de Morsi, que han dejado más de 800 muertos.
En un intento de quebrantar los planes de protesta de la Hermandad, las autoridades realizaron redadas ayer por la madrugada, detuvieron a funcionarios de nivel medio y miembros del grupo en varias ciudades.
En Assiut, 163 de los funcionarios y miembros del grupo fueron detenidos en distintas localidades, dijeron funcionarios de seguridad, y están acusados de instigar a la violencia.
En Suez, nueve personas fueron detenidas luego de que una cámara las grabó atacando vehículos militares y tiendas de propiedad cristiana y quemando iglesias.
Con información de EFE y AFP
FRASE
"La violencia y las matanzas de los últimos días no pueden ser justificadas ni toleradas sin decir nada".
Comunicado conjunto de los presidentes del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, y de la Comisión Europea, José Manuel Barroso.
• HOMBRE FUERTE DEL RÉGIMEN
“No harán arrodillarse al Estado”: Al Sisi
EL CAIRO, EGIPTO.- El jefe del Ejército y “hombre fuerte” del nuevo régimen egipcio, Abdel Fatah al Sisi, lanzó un duro mensaje a los islamistas que reclaman la restitución de Mohamed Morsi, al advertirles de que “no harán arrodillarse al Estado”.
En su primera aparición tras el sangriento desmantelamiento el miércoles de las acampadas islamistas en las plazas cairotas de Rabea al Adauiya y Al Nahda, Al Sisi intervino ante la cúpula de las fuerzas de seguridad para presentar al Ejército como guardián de la voluntad del pueblo.
“No permaneceremos impasibles ante la destrucción del país y las amenazas contra la población”, dijo, antes de asegurar que las Fuerzas Armadas no ansían el poder: “El honor de proteger la voluntad del pueblo es un orgullo más grande que gobernar Egipto”.
Pese a todo, insistió, en alusión a los Hermanos Musulmanes, que en Egipto hay cabida para todas las facciones y que a las Fuerzas Armadas les preocupa “cada gota de sangre egipcia” derramada.
Pese a esa preocupación, la violencia no se detuvo tampoco ayer, después de los 79 muertos que se registraron el sábado, que elevan a alrededor de 900 la cifra de fallecidos desde el miércoles.
AFP
• ANÁLISIS
¿Qué ha fallado?
Guillermo Altares
El arabista Bernard Lewis publicó en 2002 un influyente ensayo titulado ¿Qué ha fallado? en el que aseguraba que la falta de libertad es lo que mantenía al mundo árabe anclado en el pasado y atrasado con respecto a Occidente. Además de las armas de destrucción masiva, el libro fue esgrimido por los neocon para justificar la invasión de Iraq y su proyecto de llevar la democracia a bombazos hasta el corazón de Medio Oriente (llegó a ser conocido como el historiador de Bush). La erudición de Lewis, que tiene casi un siglo (97 años), es indudable aunque algunos de sus textos están teñidos de una cierta islamofobia. La primavera árabe desmintió su teoría de que los pueblos árabes eran incapaces de salir solos de la miseria moral de sus dictaduras.
Sin embargo, la pregunta de Lewis es ahora más pertinente que nunca: ¿Qué ha fallado después de las primaveras árabes?
Egipto, que ha vivido la peor matanza de civiles en una sola jornada en Medio Oriente en décadas, no es el único ejemplo de desastre. Siria se encuentra sumida en una guerra civil en la que los terroristas adscritos a Al Qaeda tienen cada vez mayor protagonismo y en la que ya murieron 100 mil personas; Libia se aleja poco a poco de un Estado organizado para instalarse en el caos de las milicias; en Bahréin las protestas fueron aplastadas y en las férreas monarquías del Golfo no se sabe nada de reformas serias, que puedan cambiar el sistema.
Al Qaeda se ha instalado cómodamente en amplias zonas de Yemen, mientras los dos países en los que se han producido intervenciones internacionales se encuentran sumidos en la violencia sectaria ( Iraq) o en una incierta transición en la que cualquier futuro pasa por un pacto con los talibanes (Afganistán).
En el país en el que empezó la primavera árabe, Túnez, las cosas parecían más fáciles, por su pequeño tamaño, por su tradicional apertura al exterior y porque la tolerancia forma parte de su cultura (o al menos formaba parte). Una guerrilla se enquistó en las montañas de la porosa frontera con Argelia y dos opositores fueron asesinados por salafistas.
Aun así, el mayor peligro que planea sobre Túnez no es la violencia, sino la profunda división entre dos modelos de sociedad, entre dos formas de concebir el mundo que pueden acabar por romper el país.
Han fallado muchas cosas. Los partidos islamistas estaban más preparados para ganar elecciones, porque tenían más dinero y mejor organización, pero demostraron una mezcla de torpeza y autoritarismo una vez instalados en el poder. En el caso egipcio, además, quedó demostrado una vez más que expulsar a los militares del poder no es nunca fácil. Y también que los golpes de Estado son lo que son y siempre acaban desatando la violencia y la represión, por mucho que Occidente intente mirar hacia otro lado.
La guerra civil que estalló en Argelia después de que un golpe evitase la llegada de un Gobierno islamista es un ejemplo demasiado cercano (1992) como para que los gobiernos occidentales no lo tengan presente. En la primavera árabe están fallando demasiadas cosas como para no empezar a preocuparse seriamente. Pero el problema no está solo en El Cairo.
EL PAÍS
Se trata de 36 miembros del movimiento de los Hermanos Musulmanes, la cofradía del derrocado presidente islamista Mohamed Morsi, destituido y detenido por el Ejército el pasado 3 de julio.
Alrededor de mil islamistas han sido arrestados en los últimos cinco días.
El convoy de autobuses de la Policía transportaba a más de 600 Hermanos Musulmanes desde El Cairo hacia una cárcel de las afueras de la capital egipcia.
La agencia dijo que los detenidos estaban siendo trasladados a la prisión de Abu Zaabal, en el Norte de El Cairo, cuando ocurrió el ataque.
La televisión estatal egipcia informó en su página oficial que las fuerzas de seguridad dispararon gases lacrimógenos e intercambiaron disparos con los atacantes.
Horas antes del ataque, el líder del Ejército egipcio advirtió que sus fuerzas no permitirán más actos de violencia después de la muerte de cientos de personas durante varios días de inestabilidad política, al tiempo que pidió la inclusión política de los partidarios del derrocado presidente Morsi.
Tan sólo el sábado, los enfrentamientos entre la Policía y partidarios del derrocado presidente de Egipto dejaron 79 muertos, informó ayer el Gobierno interino. Con la nueva cifra oficial, el número total de muertos en cuatro días de violencia en el país ascendió a 888.
El Gobierno interino de Egipto rechazó las críticas de la comunidad internacional sobre la reciente represión de las fuerzas de seguridad contra los seguidores de Morsi, que han dejado más de 800 muertos.
En un intento de quebrantar los planes de protesta de la Hermandad, las autoridades realizaron redadas ayer por la madrugada, detuvieron a funcionarios de nivel medio y miembros del grupo en varias ciudades.
En Assiut, 163 de los funcionarios y miembros del grupo fueron detenidos en distintas localidades, dijeron funcionarios de seguridad, y están acusados de instigar a la violencia.
En Suez, nueve personas fueron detenidas luego de que una cámara las grabó atacando vehículos militares y tiendas de propiedad cristiana y quemando iglesias.
Con información de EFE y AFP
FRASE
"La violencia y las matanzas de los últimos días no pueden ser justificadas ni toleradas sin decir nada".
Comunicado conjunto de los presidentes del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, y de la Comisión Europea, José Manuel Barroso.
• HOMBRE FUERTE DEL RÉGIMEN
“No harán arrodillarse al Estado”: Al Sisi
EL CAIRO, EGIPTO.- El jefe del Ejército y “hombre fuerte” del nuevo régimen egipcio, Abdel Fatah al Sisi, lanzó un duro mensaje a los islamistas que reclaman la restitución de Mohamed Morsi, al advertirles de que “no harán arrodillarse al Estado”.
En su primera aparición tras el sangriento desmantelamiento el miércoles de las acampadas islamistas en las plazas cairotas de Rabea al Adauiya y Al Nahda, Al Sisi intervino ante la cúpula de las fuerzas de seguridad para presentar al Ejército como guardián de la voluntad del pueblo.
“No permaneceremos impasibles ante la destrucción del país y las amenazas contra la población”, dijo, antes de asegurar que las Fuerzas Armadas no ansían el poder: “El honor de proteger la voluntad del pueblo es un orgullo más grande que gobernar Egipto”.
Pese a todo, insistió, en alusión a los Hermanos Musulmanes, que en Egipto hay cabida para todas las facciones y que a las Fuerzas Armadas les preocupa “cada gota de sangre egipcia” derramada.
Pese a esa preocupación, la violencia no se detuvo tampoco ayer, después de los 79 muertos que se registraron el sábado, que elevan a alrededor de 900 la cifra de fallecidos desde el miércoles.
AFP
• ANÁLISIS
¿Qué ha fallado?
Guillermo Altares
El arabista Bernard Lewis publicó en 2002 un influyente ensayo titulado ¿Qué ha fallado? en el que aseguraba que la falta de libertad es lo que mantenía al mundo árabe anclado en el pasado y atrasado con respecto a Occidente. Además de las armas de destrucción masiva, el libro fue esgrimido por los neocon para justificar la invasión de Iraq y su proyecto de llevar la democracia a bombazos hasta el corazón de Medio Oriente (llegó a ser conocido como el historiador de Bush). La erudición de Lewis, que tiene casi un siglo (97 años), es indudable aunque algunos de sus textos están teñidos de una cierta islamofobia. La primavera árabe desmintió su teoría de que los pueblos árabes eran incapaces de salir solos de la miseria moral de sus dictaduras.
Sin embargo, la pregunta de Lewis es ahora más pertinente que nunca: ¿Qué ha fallado después de las primaveras árabes?
Egipto, que ha vivido la peor matanza de civiles en una sola jornada en Medio Oriente en décadas, no es el único ejemplo de desastre. Siria se encuentra sumida en una guerra civil en la que los terroristas adscritos a Al Qaeda tienen cada vez mayor protagonismo y en la que ya murieron 100 mil personas; Libia se aleja poco a poco de un Estado organizado para instalarse en el caos de las milicias; en Bahréin las protestas fueron aplastadas y en las férreas monarquías del Golfo no se sabe nada de reformas serias, que puedan cambiar el sistema.
Al Qaeda se ha instalado cómodamente en amplias zonas de Yemen, mientras los dos países en los que se han producido intervenciones internacionales se encuentran sumidos en la violencia sectaria ( Iraq) o en una incierta transición en la que cualquier futuro pasa por un pacto con los talibanes (Afganistán).
En el país en el que empezó la primavera árabe, Túnez, las cosas parecían más fáciles, por su pequeño tamaño, por su tradicional apertura al exterior y porque la tolerancia forma parte de su cultura (o al menos formaba parte). Una guerrilla se enquistó en las montañas de la porosa frontera con Argelia y dos opositores fueron asesinados por salafistas.
Aun así, el mayor peligro que planea sobre Túnez no es la violencia, sino la profunda división entre dos modelos de sociedad, entre dos formas de concebir el mundo que pueden acabar por romper el país.
Han fallado muchas cosas. Los partidos islamistas estaban más preparados para ganar elecciones, porque tenían más dinero y mejor organización, pero demostraron una mezcla de torpeza y autoritarismo una vez instalados en el poder. En el caso egipcio, además, quedó demostrado una vez más que expulsar a los militares del poder no es nunca fácil. Y también que los golpes de Estado son lo que son y siempre acaban desatando la violencia y la represión, por mucho que Occidente intente mirar hacia otro lado.
La guerra civil que estalló en Argelia después de que un golpe evitase la llegada de un Gobierno islamista es un ejemplo demasiado cercano (1992) como para que los gobiernos occidentales no lo tengan presente. En la primavera árabe están fallando demasiadas cosas como para no empezar a preocuparse seriamente. Pero el problema no está solo en El Cairo.
EL PAÍS