Internacional

Hermanos Musulmanes no consiguen la Plaza Tahrir

La organización trataba de reunir a sus seguidores para levantar la moral del movimiento

EL CAIRO, EGIPTO (12/OCT/2013).- “Tahrir para todos los egipcios” o “contra la división y la discriminación” eran los lemas con los que la organización de corte islamista, los Hermanos Musulmanes, se proponía ayer llenar la emblemática plaza cairota y, de paso, elevar la moral de sus seguidores de base, cuyo apoyo en las últimas manifestaciones —convocadas todos los viernes tras el rezo más sagrado de la semana (sobre las 13:00 horas)—ha decaído en las semanas pasadas, producto del aumento de la seguridad, la detención de los principales líderes de la Hermandad y la ilegalización del movimiento.

Pero no lo consiguieron. Tras el rezo, Tahrir era una afluencia de egipcios más preocupados por los preparativos de una de las fiestas musulmanas más importantes del año, la fiesta del sacrificio que se celebrará el próximo martes, que de manifestantes. Policía y Ejército se dividieron un plan de seguridad especial para ayer, pero en Tahrir no apareció ninguna manifestación. Tampoco aparecieron en la Plaza Ramsis, último escenario de los enfrentamientos del pasado 6 de octubre, donde perdieron la vida 57 personas. E imposible hacerlo en la Plaza de Raba, donde los fieles a la Hermandad acamparon tras el derrocamiento de Morsi, cortada por tanques y alambres de púas.

Sin embargo, ni las últimas muertes ni las reiteradas llamadas a la vuelta a la normalidad amilanan a los seguidores de los Hermanos Musulmanes. Así, si no era en los lugares simbólicos de la capital, fue en la plaza de Qasr al-Tahra, lugar bien conocido por Barack Obama en su última visita a Egipto, en la Avenida de las Pirámides y en el barrio de Nassr City, donde murió un joven por disparos. Ocho heridos se repartieron también entre El Cairo, Alejandría y Port Said.

Otro manifestante, Abdel Rahman Riad, de 52 años, explica que no entiende las peticiones de la sociedad civil egipcia que durante el año de Gobierno de Morsi pedía su salida. “Los laicos y liberales querían la democracia. Yo no la quería, me parece una tontería, pero acepté. Y cuando votamos, resulta que no les gusta y usan las armas del Ejército”.      

Silvia R. Taberné

SABER MÁS

El engaño de las religiones


Los manifestantes califica de “mentiras” las quejas de las minorías religiosas, tales como chiíes —la otra gran rama del Islam- y los coptos—cristianos- bajo el gobierno de Morsi.

“Eso son rumores que difundidos por el Ejército y sus seguidores. Los nacionales y los que entienden bien la religión musulmana, incluso  los coptos mismos, saben que bajo el poder de Morsi han vivido el mejor año de su vida”, comenta tajante Abdel Rahman Riad.

CRÓNICA

Educan a menores


En Qasr al-Tahra se encontraba Iman Gamal, de 40 años y vestida completamente de negro. Portando un retrato del derrocado presidente y sin parar de levantar los cuatro dedos de la mano, haciendo referencia a la plaza de los acampados, hablaba sobre la cantidad de niños que se encontraban alrededor: “Es importante que vengan porque estamos enseñando a los niños a que luchen por sus derechos, aunque tengan que morir por ello. Para que nuestros niños crezcan aquí sólo existen dos caminos: o vuelve  Morsi o seremos mártires. Si conseguimos nuestros derechos, tendrán derechos y no permanecerán callados ante la represión”.

Los manifestantes como Iman pedían lo mismo, “juzgar a los criminales que han matado a más de cinco mil de nuestros mártires,  que dejen salir a los 27 mil detenidos de los Hermanos Musulmanes y que vuelva la legitimidad”, reclamaban entre cánticos contra Al Sisi, el general autor del golpe de Estado, y pidiendo clemencia para una cifra de muertos y encarcelados que, a día de hoy, es imposible de verificar.

Pero uno de esos era Mohamed Said Guda. Su hermana, Isha Said Guda, de 21 años recuerda cómo murió su hermano. “Estaba en la Plaza de Rabia acampado desde que destituyeron a Morsi. Él es un mártir que estaba luchando por la legitimidad salida de las urnas”. “Días antes de desalojar las acampadas, el Ejército estuvo repitiendo que nos marcháramos, pero nosotros no queríamos.  A mi hermano le hirieron cuando intentamos llevar las protestas a la tumba del soldado desconocido y en Raba, fue alcanzado por un disparo en el corazón. Allí murió”.  

Silvia R. Taberné

Temas

Sigue navegando