Internacional
Estalla la euforia con los 33 mineros ya en la superficie
Los obreros no necesitan aislamiento o estar en cuarentena, aunque sí protegidos de presiones, estima la NASA
COPIAPÓ, CHILE (14/OCT/2010).- Con gritos, bocinas, besos y abrazos interminables, los habitantes de la ciudad chilena de Copiapó descorcharon ante la mirada del mundo varios días de fiesta que coronan la extraordinaria hazaña de sus mineros, rescatados tras 69 días bajo la tierra.
Después de rigurosos exámenes y atenciones, los trabajadores intentarán volver a sus vidas. Pero antes, necesitarán ayuda psicológica por las “presiones significativas” a las que estarán expuestos por su “súbita fama”, estima la agencia espacial estadounidense, NASA.
Ante el cambio radical de vida social que enfrentan debido a los ya sonados planes para entrevistas, filmes, documentales y apariciones en medios de comunicación, los obreros necesitarán terapia de integración para su nueva vida cargada de ofertas.
Convertidos en héroes y sujetos de una extraordinaria cobertura mediática dentro y fuera de Chile, los mineros afrontarán “presiones significativas” y el riesgo de desarrollar problemas psicológicos, incluyendo depresión y dependencia en las drogas, de acuerdo Michael Duncan, jefe del equipo médico de la NASA que viajó a Chile.
“Ésas son por supuesto algunas de las posibilidades negativas que podrían salir de esto, pero los doctores y psicólogos chilenos han estado trabajando con los mineros y sus familias para educarlos sobre este tipo de asuntos y la súbita celebridad en la que se encuentran ahora los mineros”, aseguró Duncan durante un foro en la página del diario “The Washington Post”.
Cada uno de los mineros, que pasaron 69 días a más de 600 metros de profundidad, será sometido a pruebas médicas para descartar problemas como infecciones de la piel, de los pulmones o senos nasales, que podrían haber desarrollado por las condiciones de humedad y polvo en la mina.
Según Duncan, la agencia espacial estadounidense aportó su experiencia en el área de salud mental no sólo por el confinamiento y el prolongado encierre de los mineros sino también para ayudarles a ellos y a sus familias a superar los problemas que puedan surgir tras su rescate.
Es un proceso similar al que atraviesan los astronautas y sus familias antes de un vuelo espacial. “Nosotros los apoyamos durante la misión y después de que regresan”, continuó Duncan.
Duncan vaticinó que los vínculos establecidos por los mineros durante esta “traumática experiencia” los mantendrá unidos “siempre”, y es algo parecido a la dinámica que establecen los miembros del Ejército, o los soldados en una guerra.
TELÓN DE FONDO
Luz antes de lo previsto
Para rescatar a los 33 mineros en Chile no se respetaron los plazos que estimó el Gobierno. Pero no por lentitud, sino todo lo contrario. En todo caso fue porque simple y sencillamente la operación de rescate se ejecutó antes de lo previsto.
Aunque el derrumbe en el yacimiento San José ocurrió el 5 de agosto, fue hasta el 22 cuando se supo que los mineros estaban vivos gracias a un mensaje que enviaron a través de la sonda que utilizaron para comunicarse con la superficie.
Sonriente, el presidente Sebastián Piñera mostró a los medios el papel en el que escribieron: “Estamos bien en el refugio los 33”. Después hizo un anuncio que tornó agridulce el momento. Dijo que el rescate tardaría “varios meses”.
Días después el ingeniero a cargo de las operaciones, Andrés Sougarret, afirmó: “Se prepara un operativo que no duraría menos de cuatro meses, porque deberá ser construido un pozo especial”.
La operación comenzó el 30 de agosto y el 4 de septiembre se hizo la primera videoconferencia con los familiares. Un día después comenzó la excavación llamada Plan B: la segunda máquina, que fue la que llegó a los 622 metros. El plan “C” inició operaciones el 19 de septiembre.
A inicios de octubre, Sougarret pronosticó que el rescate podría llevarse a cabo a finales de octubre. Piñera informó que esperaba que fuera a mediados de este mes, antes de que comenzara su visita por Inglaterra, Francia y Alemania. “Espero poder rescatarlos antes de partir a Europa, para mí es muy importante compartir ese momento con los 33 mineros y con sus familiares”.
Finalmente no fueron ni cuatro, ni tres meses, sino 69 días los que transcurrieron para que los mineros comenzaran a ver la luz una vez más.
Análisis
Un ducto hacia nosotros mismos
Orestes E. Díaz Rodríguez
Un país chico que apostó a ser grande resultó vapuleado por un terremoto. Ante el caos las autoridades dudaron, las alarmas se desactivaron, las víctimas quedaron desguarnecidas y la ciudadanía mostró instintos bajos. La humillación dio la vuelta al mundo en 80 segundos propulsada por los titulares online de la prensa internacional.
No se reponían de la tragedia cuando una nueva calamidad apareció en el horizonte. Setecientos mil kilogramos de cerro colapsaron sobre los accesos de una mina atrapando en su interior a 33 trabajadores. ¡La herida sin cicatrizar se reabría!
Los que aspiran a ser mejores encuentran oportunidad de demostrarlo aún en las peores circunstancias. El Gobierno de derecha asumió la responsabilidad del rescate de obreros sepultados en el “centro” de la tierra. Agujereó el cerro durante 17 días y obtuvo “pruebas de vida” de las víctimas. Contrató excavadoras sofisticadas. Hizo traer de sitios remotos tecnología de ficción. Repartió aliento y seguridad, comida y sonrisas.
Finalmente introdujo un elevador en un ducto que cavó en la montaña devolviendo a los trabajadores al reino de este mundo. Sin alardes, sin frases pomposas ni hechas. Nunca antes una tragedia fue gestionada con tanto éxito. Mil millones de televidentes siguieron la transmisión ¡en vivo! Washington, Londres y París no daban crédito. ¡El protagonista era un país latinoamericano!
Veinte años atrás, en Guadalajara, la primera Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado era testigo de la sentencia lapidaria de un mandatario que sintetizaba la historia de nuestras frustraciones: “Los latinoamericanos pudiendo ser todo, no hemos sido nada”.
Las cosas han cambiado desde entonces. Un grupo de países regionales viene emitiendo las señales correctas. Eso ocurre cuando la clase política es capaz de dejar a un lado sus diferencias y trabaja por el bien del país, cuando un presidente con amplio respaldo luego de dos mandatos decide que lo adecuado es no “reinterpretar” la Constitución, cuando los líderes se distancian del discurso retórico y polarizador, y apuestan al diálogo.
Leopoldo Zea escribió que América Latina se encuentra en un largo viaje hacia sí misma. Lo que ocurrió en la mina de San José avisa que algunos compatriotas se disponen a finalizarlo. ¡Enhorabuena!
¡Viva Chile!
Mtro. Orestes E. Díaz Rodríguez, UDG
www.orestesenrique.wordpress.com
Después de rigurosos exámenes y atenciones, los trabajadores intentarán volver a sus vidas. Pero antes, necesitarán ayuda psicológica por las “presiones significativas” a las que estarán expuestos por su “súbita fama”, estima la agencia espacial estadounidense, NASA.
Ante el cambio radical de vida social que enfrentan debido a los ya sonados planes para entrevistas, filmes, documentales y apariciones en medios de comunicación, los obreros necesitarán terapia de integración para su nueva vida cargada de ofertas.
Convertidos en héroes y sujetos de una extraordinaria cobertura mediática dentro y fuera de Chile, los mineros afrontarán “presiones significativas” y el riesgo de desarrollar problemas psicológicos, incluyendo depresión y dependencia en las drogas, de acuerdo Michael Duncan, jefe del equipo médico de la NASA que viajó a Chile.
“Ésas son por supuesto algunas de las posibilidades negativas que podrían salir de esto, pero los doctores y psicólogos chilenos han estado trabajando con los mineros y sus familias para educarlos sobre este tipo de asuntos y la súbita celebridad en la que se encuentran ahora los mineros”, aseguró Duncan durante un foro en la página del diario “The Washington Post”.
Cada uno de los mineros, que pasaron 69 días a más de 600 metros de profundidad, será sometido a pruebas médicas para descartar problemas como infecciones de la piel, de los pulmones o senos nasales, que podrían haber desarrollado por las condiciones de humedad y polvo en la mina.
Según Duncan, la agencia espacial estadounidense aportó su experiencia en el área de salud mental no sólo por el confinamiento y el prolongado encierre de los mineros sino también para ayudarles a ellos y a sus familias a superar los problemas que puedan surgir tras su rescate.
Es un proceso similar al que atraviesan los astronautas y sus familias antes de un vuelo espacial. “Nosotros los apoyamos durante la misión y después de que regresan”, continuó Duncan.
Duncan vaticinó que los vínculos establecidos por los mineros durante esta “traumática experiencia” los mantendrá unidos “siempre”, y es algo parecido a la dinámica que establecen los miembros del Ejército, o los soldados en una guerra.
TELÓN DE FONDO
Luz antes de lo previsto
Para rescatar a los 33 mineros en Chile no se respetaron los plazos que estimó el Gobierno. Pero no por lentitud, sino todo lo contrario. En todo caso fue porque simple y sencillamente la operación de rescate se ejecutó antes de lo previsto.
Aunque el derrumbe en el yacimiento San José ocurrió el 5 de agosto, fue hasta el 22 cuando se supo que los mineros estaban vivos gracias a un mensaje que enviaron a través de la sonda que utilizaron para comunicarse con la superficie.
Sonriente, el presidente Sebastián Piñera mostró a los medios el papel en el que escribieron: “Estamos bien en el refugio los 33”. Después hizo un anuncio que tornó agridulce el momento. Dijo que el rescate tardaría “varios meses”.
Días después el ingeniero a cargo de las operaciones, Andrés Sougarret, afirmó: “Se prepara un operativo que no duraría menos de cuatro meses, porque deberá ser construido un pozo especial”.
La operación comenzó el 30 de agosto y el 4 de septiembre se hizo la primera videoconferencia con los familiares. Un día después comenzó la excavación llamada Plan B: la segunda máquina, que fue la que llegó a los 622 metros. El plan “C” inició operaciones el 19 de septiembre.
A inicios de octubre, Sougarret pronosticó que el rescate podría llevarse a cabo a finales de octubre. Piñera informó que esperaba que fuera a mediados de este mes, antes de que comenzara su visita por Inglaterra, Francia y Alemania. “Espero poder rescatarlos antes de partir a Europa, para mí es muy importante compartir ese momento con los 33 mineros y con sus familiares”.
Finalmente no fueron ni cuatro, ni tres meses, sino 69 días los que transcurrieron para que los mineros comenzaran a ver la luz una vez más.
Análisis
Un ducto hacia nosotros mismos
Orestes E. Díaz Rodríguez
Un país chico que apostó a ser grande resultó vapuleado por un terremoto. Ante el caos las autoridades dudaron, las alarmas se desactivaron, las víctimas quedaron desguarnecidas y la ciudadanía mostró instintos bajos. La humillación dio la vuelta al mundo en 80 segundos propulsada por los titulares online de la prensa internacional.
No se reponían de la tragedia cuando una nueva calamidad apareció en el horizonte. Setecientos mil kilogramos de cerro colapsaron sobre los accesos de una mina atrapando en su interior a 33 trabajadores. ¡La herida sin cicatrizar se reabría!
Los que aspiran a ser mejores encuentran oportunidad de demostrarlo aún en las peores circunstancias. El Gobierno de derecha asumió la responsabilidad del rescate de obreros sepultados en el “centro” de la tierra. Agujereó el cerro durante 17 días y obtuvo “pruebas de vida” de las víctimas. Contrató excavadoras sofisticadas. Hizo traer de sitios remotos tecnología de ficción. Repartió aliento y seguridad, comida y sonrisas.
Finalmente introdujo un elevador en un ducto que cavó en la montaña devolviendo a los trabajadores al reino de este mundo. Sin alardes, sin frases pomposas ni hechas. Nunca antes una tragedia fue gestionada con tanto éxito. Mil millones de televidentes siguieron la transmisión ¡en vivo! Washington, Londres y París no daban crédito. ¡El protagonista era un país latinoamericano!
Veinte años atrás, en Guadalajara, la primera Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado era testigo de la sentencia lapidaria de un mandatario que sintetizaba la historia de nuestras frustraciones: “Los latinoamericanos pudiendo ser todo, no hemos sido nada”.
Las cosas han cambiado desde entonces. Un grupo de países regionales viene emitiendo las señales correctas. Eso ocurre cuando la clase política es capaz de dejar a un lado sus diferencias y trabaja por el bien del país, cuando un presidente con amplio respaldo luego de dos mandatos decide que lo adecuado es no “reinterpretar” la Constitución, cuando los líderes se distancian del discurso retórico y polarizador, y apuestan al diálogo.
Leopoldo Zea escribió que América Latina se encuentra en un largo viaje hacia sí misma. Lo que ocurrió en la mina de San José avisa que algunos compatriotas se disponen a finalizarlo. ¡Enhorabuena!
¡Viva Chile!
Mtro. Orestes E. Díaz Rodríguez, UDG
www.orestesenrique.wordpress.com