Internacional
Bolivia, un país en ebullición
Sólo en abril hubo 100 paros y para esta semana se prevé que la central obrera decrete una huelga general indefinida
LA PAZ, BOLIVIA (14/MAY/2012) .- Bolivia inicia su octava semana de atascamiento debido a los conflictos laborales y sociales, con huelgas y manifestaciones que se suceden sin pausa y, a menudo, terminan en violencia, una situación que hace que analistas y columnistas opinen que el presidente Evo Morales hoy se muestra incapaz de resolverlos.
La Fundación Milenio, centro de estudios privado que analiza la crónica problemática boliviana, comentó que Morales parece despreocupado por los conflictos porque cree que son aliados suyos buena parte de quienes los protagonizan.
“Pero lo están inmovilizando y le impiden gobernar, además de afectar seriamente a los ciudadanos y dañar sus esfuerzos productivos”, opina Milenio, y señala que en marzo registraron 80 conflictos y en abril 100.
Una vez que terminó la huelga general de tres días, el líder de la Central Obrera Boliviana (COB), la mayor entidad sindical del país, el minero Juan Carlos Trujillo, advirtió a Morales que si sigue sin dar respuesta a las demandas de los sindicatos, radicalizarán las protestas en los próximos días.
La huelga de la COB, uno de los mayores apoyos que ha perdido Morales desde que llegó al poder en 2006, tuvo escaso eco en los centros de trabajo, pues sólo fue total en hospitales estatales y universidades, pero fue reforzada por multitudinarias marchas y bloqueos de vías en varias regiones.
Trujillo calificó de éxito las movilizaciones de la COB y dijo que Morales “está en la obligación de responder favorablemente” a sus demandas, como un aumento salarial superior a 8% aprobado por el mandatario y la derogación del decreto que incrementa la jornada laboral de médicos y sanitarios.
Sin riesgos políticos
El ministro de Gobierno, Carlos Romero, afirmó que los conflictos no tienen posibilidad de generar una crisis de gobernabilidad, en respuesta a las predicciones de políticos de la oposición, columnistas y analistas que opinan que ese riesgo es cada día mayor.
“Hay demandas sociales y actores políticos quieren aprovecharse de esa situación. No diría que es desestabilizador, porque no tienen posibilidades de conducir a una crisis de gobernabilidad y menos a una crisis de Estado”, dijo Romero a la cadena de televisión Uno.
La oficina de la ONU en Bolivia manifestó preocupación porque las protestas afectan “los derechos humanos de la población”.
“La protesta impulsada durante más de 40 días por los trabajadores del sector salud, sumada a las otras demandas de otros actores sociales, está causando un impacto significativo y preocupante sobre el derecho a la salud.
Morales se limitó a criticar a los dirigentes de la COB porque, dijo, defienden “privilegios”.
“¿Cómo una organización sindical, revolucionaria, que lleva al ‘Che’ (Guevara) en su pancarta, puede defender a un grupo de privilegiados?”.
Morales vive horas bajas de popularidad, que no frenó ni con la expropiación de una filial de una empresa eléctrica española el pasado 1 de mayo, cuando antes las nacionalizaciones le daban grandes réditos en las encuestas.
Las vías que conducen a países vecinos como Brasil y Argentina han sido cerradas varias veces en las últimas semanas, mientras las asociaciones de empresarios se quejan de las multimillonarias pérdidas que les origina la falta de acción del Gobierno.
ANÁLISIS
La hora de Evo
Orestes Enrique Díaz Rodríguez (maestro de la Universidad de Guadalajara)
Cuando a fines de 2009 Evo Morales ganó las elecciones presidenciales con un rotundo apoyo y el Movimiento al Socialismo se convirtió en partido hegemónico, era difícil percibir la ola de desafíos que se gestaba.
Morales llegaba blindado a su segundo mandato. El apoyo era resultado de abrir por primera vez el acceso a los puestos clave del Estado a la población aborigen. Era un reconocimiento a la decisión de devolver al Estado el control sobre los recursos energéticos clave. Era la expresión de haber dado forma constitucional a un nuevo pacto político generoso con los derechos de las minorías y sin temor a poner en manos ciudadanas la posibilidad de revocar el mandato ejecutivo en cualquier momento. Era en fin, el reflejo de que los diferentes movimientos sociales, célebres por su combatividad, vieron en su figura el líder que protegía sus intereses y abrazaron su proyecto de nación, en el momento en que se mantenía un enfrentamiento frontal con el proyecto de país defendido por la vieja élite política finalmente desplazada.
Gracias a esas interacciones Bolivia pudo cambiar el rumbo. Entonces no se sabía que lo que tocaba enfrentar en adelante era a sus propios demonios.
El peligro del control total del poder por una persona o grupo proviene de la escasa utilidad social de las decisiones. La última semana de diciembre de 2010 en el momento en que gozaba de mayor aprobación, el mandatario anunció por decreto supremo y como “regalo navideño” la eliminación de los subsidios a los carburantes lo que disparaba exponencialmente el costo de la vida.
La medida afectó de golpe al conjunto de las fuerzas sociales que habían cabalgado junto al presidente y tuvo desastrosos efectos. Terminó la luna de miel con el Gobierno. Los diferentes movimientos entendieron que no podían dejar en manos del poder central la gestión futura de sus intereses sectoriales. La retractación errática del mandatario les dio una lección inesperada, su antigua fuerza estaba intacta pudiendo poner de rodillas incluso a la misma figura que los llevó a la cúspide.
Desde entonces la política boliviana retomó su antigua conducta, la disputa por los intereses sectoriales no se resuelven en las cámaras legislativas, sino presionando agresivamente en las calles. ¿A fin de cuenta no era ese el camino que había empedrado el propio Morales en el ascenso hacia el poder?
En su actual mandato Evo Morales está redescubriendo que en la Bolivia que desea arduamente cambiar no se pueden realizar cambios. Contra cada proyecto concebido desde el centro se alzan los intereses de los sectores afectados. Los indígenas contra las carreteras, los médicos contra el horario de ocho horas, los sindicatos contra un alza que consideran insuficiente del salario mínimo, hasta los transportistas contras las nuevas reglas que buscan suprimir el caos vial.
Hasta ahora los movimientos les tomaron la medida a todos los gobiernos. Se quedan de manos cruzadas o renuncian. Eso sí, pueden exorcizar su impotencia reclamando una salida al Pacífico, exigiendo la despenalización de la hoja de coca, expropiando compañías españolas o lanzando diatribas anti estadounidenses.
www.orestesenrique.wordpress.com
La Fundación Milenio, centro de estudios privado que analiza la crónica problemática boliviana, comentó que Morales parece despreocupado por los conflictos porque cree que son aliados suyos buena parte de quienes los protagonizan.
“Pero lo están inmovilizando y le impiden gobernar, además de afectar seriamente a los ciudadanos y dañar sus esfuerzos productivos”, opina Milenio, y señala que en marzo registraron 80 conflictos y en abril 100.
Una vez que terminó la huelga general de tres días, el líder de la Central Obrera Boliviana (COB), la mayor entidad sindical del país, el minero Juan Carlos Trujillo, advirtió a Morales que si sigue sin dar respuesta a las demandas de los sindicatos, radicalizarán las protestas en los próximos días.
La huelga de la COB, uno de los mayores apoyos que ha perdido Morales desde que llegó al poder en 2006, tuvo escaso eco en los centros de trabajo, pues sólo fue total en hospitales estatales y universidades, pero fue reforzada por multitudinarias marchas y bloqueos de vías en varias regiones.
Trujillo calificó de éxito las movilizaciones de la COB y dijo que Morales “está en la obligación de responder favorablemente” a sus demandas, como un aumento salarial superior a 8% aprobado por el mandatario y la derogación del decreto que incrementa la jornada laboral de médicos y sanitarios.
Sin riesgos políticos
El ministro de Gobierno, Carlos Romero, afirmó que los conflictos no tienen posibilidad de generar una crisis de gobernabilidad, en respuesta a las predicciones de políticos de la oposición, columnistas y analistas que opinan que ese riesgo es cada día mayor.
“Hay demandas sociales y actores políticos quieren aprovecharse de esa situación. No diría que es desestabilizador, porque no tienen posibilidades de conducir a una crisis de gobernabilidad y menos a una crisis de Estado”, dijo Romero a la cadena de televisión Uno.
La oficina de la ONU en Bolivia manifestó preocupación porque las protestas afectan “los derechos humanos de la población”.
“La protesta impulsada durante más de 40 días por los trabajadores del sector salud, sumada a las otras demandas de otros actores sociales, está causando un impacto significativo y preocupante sobre el derecho a la salud.
Morales se limitó a criticar a los dirigentes de la COB porque, dijo, defienden “privilegios”.
“¿Cómo una organización sindical, revolucionaria, que lleva al ‘Che’ (Guevara) en su pancarta, puede defender a un grupo de privilegiados?”.
Morales vive horas bajas de popularidad, que no frenó ni con la expropiación de una filial de una empresa eléctrica española el pasado 1 de mayo, cuando antes las nacionalizaciones le daban grandes réditos en las encuestas.
Las vías que conducen a países vecinos como Brasil y Argentina han sido cerradas varias veces en las últimas semanas, mientras las asociaciones de empresarios se quejan de las multimillonarias pérdidas que les origina la falta de acción del Gobierno.
ANÁLISIS
La hora de Evo
Orestes Enrique Díaz Rodríguez (maestro de la Universidad de Guadalajara)
Cuando a fines de 2009 Evo Morales ganó las elecciones presidenciales con un rotundo apoyo y el Movimiento al Socialismo se convirtió en partido hegemónico, era difícil percibir la ola de desafíos que se gestaba.
Morales llegaba blindado a su segundo mandato. El apoyo era resultado de abrir por primera vez el acceso a los puestos clave del Estado a la población aborigen. Era un reconocimiento a la decisión de devolver al Estado el control sobre los recursos energéticos clave. Era la expresión de haber dado forma constitucional a un nuevo pacto político generoso con los derechos de las minorías y sin temor a poner en manos ciudadanas la posibilidad de revocar el mandato ejecutivo en cualquier momento. Era en fin, el reflejo de que los diferentes movimientos sociales, célebres por su combatividad, vieron en su figura el líder que protegía sus intereses y abrazaron su proyecto de nación, en el momento en que se mantenía un enfrentamiento frontal con el proyecto de país defendido por la vieja élite política finalmente desplazada.
Gracias a esas interacciones Bolivia pudo cambiar el rumbo. Entonces no se sabía que lo que tocaba enfrentar en adelante era a sus propios demonios.
El peligro del control total del poder por una persona o grupo proviene de la escasa utilidad social de las decisiones. La última semana de diciembre de 2010 en el momento en que gozaba de mayor aprobación, el mandatario anunció por decreto supremo y como “regalo navideño” la eliminación de los subsidios a los carburantes lo que disparaba exponencialmente el costo de la vida.
La medida afectó de golpe al conjunto de las fuerzas sociales que habían cabalgado junto al presidente y tuvo desastrosos efectos. Terminó la luna de miel con el Gobierno. Los diferentes movimientos entendieron que no podían dejar en manos del poder central la gestión futura de sus intereses sectoriales. La retractación errática del mandatario les dio una lección inesperada, su antigua fuerza estaba intacta pudiendo poner de rodillas incluso a la misma figura que los llevó a la cúspide.
Desde entonces la política boliviana retomó su antigua conducta, la disputa por los intereses sectoriales no se resuelven en las cámaras legislativas, sino presionando agresivamente en las calles. ¿A fin de cuenta no era ese el camino que había empedrado el propio Morales en el ascenso hacia el poder?
En su actual mandato Evo Morales está redescubriendo que en la Bolivia que desea arduamente cambiar no se pueden realizar cambios. Contra cada proyecto concebido desde el centro se alzan los intereses de los sectores afectados. Los indígenas contra las carreteras, los médicos contra el horario de ocho horas, los sindicatos contra un alza que consideran insuficiente del salario mínimo, hasta los transportistas contras las nuevas reglas que buscan suprimir el caos vial.
Hasta ahora los movimientos les tomaron la medida a todos los gobiernos. Se quedan de manos cruzadas o renuncian. Eso sí, pueden exorcizar su impotencia reclamando una salida al Pacífico, exigiendo la despenalización de la hoja de coca, expropiando compañías españolas o lanzando diatribas anti estadounidenses.
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