Internacional
Amordazan las protestas a golpe de ley
El Gobierno egipcio establece un decreto que prohíbe concentraciones de más de 10 personas
EL CAIRO, EGIPTO (30/NOV/2013).- Manifestarse en Egipto ya no es tarea fácil. Nada fácil. A pesar de las críticas despertadas por oposición, activistas políticos u organizaciones nacionales e internacionales pro Derechos Humanos, el Gobierno interino de Adly Mansur ha dado luz verde a una controvertida ley que restringe al máximo el derecho a manifestarse.
El decreto, firmado el pasado martes, otorga al Ministerio del Interior la potestad de prohibir cualquier concentración de más de 10 personas en espacios públicos y da libertad a los agentes de seguridad para dispersar, incluso con la fuerza “concentraciones que pongan en peligro la paz y la seguridad del país”, términos bastantes ambiguos que dejan cabida a muchas interpretaciones. Entre los mecanismos que se autorizan, “si la situación lo requiere”, se encuentra, gradualmente, la advertencia, los cañones de agua, los gases lacrimógenos y los disparos con pelotas de goma y balines de acero.
En la “ley antimanifestaciones”, como ya la llaman muchos activistas en las redes sociales, se tendrá que avisar con un mínimos de tres días de antelación de la manifestación, lugar por la que discurrirá y datos personales de los convocantes. También da la potestad a las fuerzas de seguridad de prohibir cualquier protesta o reunión pública, incluyendo reuniones de partidos políticos y actos electorales, si se cree que es una amenaza al orden público o la seguridad.
Otras medidas contempladas en la normativa impiden el uso de máscaras en las protestas, su celebración en los lugares de culto —en clara alusión a los islamistas—, y se recogen multas estratosféricas e, incluso, penas de prisión para aquellos que violen la ley. Y aunque quedan suavizadas otras medidas como la prohibición de acampadas o la posibilidad de acudir a los tribunales si una protesta es ilegalizada —aunque no obliga a los tribunales a que den su veredicto antes de la fecha de la manifestación—; la ley ha sido un baño de agua fría para muchos activistas que temen la vuelta a las prácticas dictatoriales.
Esta ley aparece en una semana de mucho movimiento político y jurídico. Los 50 miembros de la Asamblea Constituyente ultiman contra reloj la preparación de la nueva Constitución egipcia. En ella, y según el último borrador, se eliminan los artículos con mayor tendencia islamista y se conceden nuevas prerrogativas a las Fuerzas Armadas. Ahora queda que el comité realice la votación final del texto —posiblemente este fin de semana— para que en las dos semanas siguientes se convoque un referéndum popular que apruebe o no la nueva Carta Magna. Después, y siguiendo la hoja de ruta promulgada tras el golpe de Estado, “para finales de este año o principios de 2014” se celebren nuevas elecciones, tal y como han comentado, entre otros, el primer ministro Hazem Beblawi.
Silvia R. Taberné
• Arrestan a activistas
Las críticas y protestas contra “la permisividad de la represión de un derecho fundamental”, como expresaban desde el Movimiento 6 de abril o Assad Heikal, portavoz del Colegio de Abogados, que animaba a salir a la calle contra la ley, no se hicieron esperar.
Mientras que la promulgación de la ley coincidía con la sentencia de cárcel a 21 jóvenes islamistas, siete de ellas menores de edad, por manifestarse; ya desde la promulgación de la ley más detenciones que nada tenían que ver con los cuatro dedos símbolo de los Hermanos Musulmanes eran las que se producían para muchos de los activistas protagonistas de las revoluciones del 25 de enero de 2011 o del pasado 30 de junio.
Aprobada la ley, las fuerzas de seguridad se emplearon en seguirla a rajatabla. Tan sólo el martes se detenía a más de 50 personas, entre ellas a Mona Seif, célebre cara de la revolución del 25 de enero.
La madrugada del jueves al viernes se detenía a otro célebre activista, Alaa Abdelfattá, premiado por su trabajo como blogger por organizaciones como Reporteros Sin Fronteras. Fue detenido en su domicilio cuando, según la web de información Madamasr, una veintena de agentes entraban en su casa, golpeaban al activista y su mujer y confiscaban ordenadores y teléfonos móviles. Su delito es “violar la ley y manifestarse sin permiso”. Los mismos cargos que pesan, y por los que se busca bajo orden de arresto, a Ahmed Maher, cofundador del Movimiento 6 de Abril, por la manifestación ilegal frente al Parlamento.
• ENFRENTAMIENTOS CON LA POLICÍA
Islamistas se manifiestan pese al decreto
EL CAIRO, EGIPTO.- Las fuerzas de seguridad usaron gases lacrimógenos para dispersar a cientos de manifestantes islamistas que desafiaron la nueva ley que regula las movilizaciones en Egipto.
Desde el derrocamiento de Mohamed Morsi (en julio pasado), en un golpe de Estado de los militares que tuvo el apoyo popular, los simpatizantes del ex mandatario efectúan casi a diario protestas en demanda de su reinstalación.
Los enfrentamientos del viernes ocurrieron cuando las fuerzas de seguridad procedieron a dispersar las manifestaciones diseminadas que organizaron islamistas en todo el país.
En un vecindario del oeste de El Cairo, la Policía utilizó gas lacrimógeno mientras los manifestantes lanzaban piedras e incendiaban neumáticos, dijeron las autoridades de seguridad.
En Giza, varias personas lanzaron piedras y botellas contra los partidarios de Morsi. En la ciudad de Suez, en el canal de Suez, el Ejército y la Policía dispararon cañones de agua para dispersar a los islamistas. La Policía también enfrentó a manifestantes en la ciudad de Mahalla al-Kobra.
La seguridad fue intensificada en la capital en antelación a las protestas; elementos del Ejército y la Policía fueron destacados en varias plazas importantes, según MENA, la agencia estatal de noticias.
En un protesta en el Este de El Cairo, islamistas coreaban: “Abajo todos los asesinos, abajo Abdel-Fata”, en alusión al comandante del Ejército, el general Abdel-Fata el-Sisi, que encabezó el golpe militar contra Morsi.
AP
EL DATO
Movilizaciones
Todos los viernes de oración musulmana son la hora propicia para las movilizaciones de números mayores de partidarios de Morsi. Las manifestaciones devienen a menudo en enfrentamientos callejeros con civiles o las fuerzas de seguridad.
El decreto, firmado el pasado martes, otorga al Ministerio del Interior la potestad de prohibir cualquier concentración de más de 10 personas en espacios públicos y da libertad a los agentes de seguridad para dispersar, incluso con la fuerza “concentraciones que pongan en peligro la paz y la seguridad del país”, términos bastantes ambiguos que dejan cabida a muchas interpretaciones. Entre los mecanismos que se autorizan, “si la situación lo requiere”, se encuentra, gradualmente, la advertencia, los cañones de agua, los gases lacrimógenos y los disparos con pelotas de goma y balines de acero.
En la “ley antimanifestaciones”, como ya la llaman muchos activistas en las redes sociales, se tendrá que avisar con un mínimos de tres días de antelación de la manifestación, lugar por la que discurrirá y datos personales de los convocantes. También da la potestad a las fuerzas de seguridad de prohibir cualquier protesta o reunión pública, incluyendo reuniones de partidos políticos y actos electorales, si se cree que es una amenaza al orden público o la seguridad.
Otras medidas contempladas en la normativa impiden el uso de máscaras en las protestas, su celebración en los lugares de culto —en clara alusión a los islamistas—, y se recogen multas estratosféricas e, incluso, penas de prisión para aquellos que violen la ley. Y aunque quedan suavizadas otras medidas como la prohibición de acampadas o la posibilidad de acudir a los tribunales si una protesta es ilegalizada —aunque no obliga a los tribunales a que den su veredicto antes de la fecha de la manifestación—; la ley ha sido un baño de agua fría para muchos activistas que temen la vuelta a las prácticas dictatoriales.
Esta ley aparece en una semana de mucho movimiento político y jurídico. Los 50 miembros de la Asamblea Constituyente ultiman contra reloj la preparación de la nueva Constitución egipcia. En ella, y según el último borrador, se eliminan los artículos con mayor tendencia islamista y se conceden nuevas prerrogativas a las Fuerzas Armadas. Ahora queda que el comité realice la votación final del texto —posiblemente este fin de semana— para que en las dos semanas siguientes se convoque un referéndum popular que apruebe o no la nueva Carta Magna. Después, y siguiendo la hoja de ruta promulgada tras el golpe de Estado, “para finales de este año o principios de 2014” se celebren nuevas elecciones, tal y como han comentado, entre otros, el primer ministro Hazem Beblawi.
Silvia R. Taberné
• Arrestan a activistas
Las críticas y protestas contra “la permisividad de la represión de un derecho fundamental”, como expresaban desde el Movimiento 6 de abril o Assad Heikal, portavoz del Colegio de Abogados, que animaba a salir a la calle contra la ley, no se hicieron esperar.
Mientras que la promulgación de la ley coincidía con la sentencia de cárcel a 21 jóvenes islamistas, siete de ellas menores de edad, por manifestarse; ya desde la promulgación de la ley más detenciones que nada tenían que ver con los cuatro dedos símbolo de los Hermanos Musulmanes eran las que se producían para muchos de los activistas protagonistas de las revoluciones del 25 de enero de 2011 o del pasado 30 de junio.
Aprobada la ley, las fuerzas de seguridad se emplearon en seguirla a rajatabla. Tan sólo el martes se detenía a más de 50 personas, entre ellas a Mona Seif, célebre cara de la revolución del 25 de enero.
La madrugada del jueves al viernes se detenía a otro célebre activista, Alaa Abdelfattá, premiado por su trabajo como blogger por organizaciones como Reporteros Sin Fronteras. Fue detenido en su domicilio cuando, según la web de información Madamasr, una veintena de agentes entraban en su casa, golpeaban al activista y su mujer y confiscaban ordenadores y teléfonos móviles. Su delito es “violar la ley y manifestarse sin permiso”. Los mismos cargos que pesan, y por los que se busca bajo orden de arresto, a Ahmed Maher, cofundador del Movimiento 6 de Abril, por la manifestación ilegal frente al Parlamento.
• ENFRENTAMIENTOS CON LA POLICÍA
Islamistas se manifiestan pese al decreto
EL CAIRO, EGIPTO.- Las fuerzas de seguridad usaron gases lacrimógenos para dispersar a cientos de manifestantes islamistas que desafiaron la nueva ley que regula las movilizaciones en Egipto.
Desde el derrocamiento de Mohamed Morsi (en julio pasado), en un golpe de Estado de los militares que tuvo el apoyo popular, los simpatizantes del ex mandatario efectúan casi a diario protestas en demanda de su reinstalación.
Los enfrentamientos del viernes ocurrieron cuando las fuerzas de seguridad procedieron a dispersar las manifestaciones diseminadas que organizaron islamistas en todo el país.
En un vecindario del oeste de El Cairo, la Policía utilizó gas lacrimógeno mientras los manifestantes lanzaban piedras e incendiaban neumáticos, dijeron las autoridades de seguridad.
En Giza, varias personas lanzaron piedras y botellas contra los partidarios de Morsi. En la ciudad de Suez, en el canal de Suez, el Ejército y la Policía dispararon cañones de agua para dispersar a los islamistas. La Policía también enfrentó a manifestantes en la ciudad de Mahalla al-Kobra.
La seguridad fue intensificada en la capital en antelación a las protestas; elementos del Ejército y la Policía fueron destacados en varias plazas importantes, según MENA, la agencia estatal de noticias.
En un protesta en el Este de El Cairo, islamistas coreaban: “Abajo todos los asesinos, abajo Abdel-Fata”, en alusión al comandante del Ejército, el general Abdel-Fata el-Sisi, que encabezó el golpe militar contra Morsi.
AP
EL DATO
Movilizaciones
Todos los viernes de oración musulmana son la hora propicia para las movilizaciones de números mayores de partidarios de Morsi. Las manifestaciones devienen a menudo en enfrentamientos callejeros con civiles o las fuerzas de seguridad.