Entretenimiento

Martin y Blades, música irrepetible

El dúo estadounidense ofreció un concierto lleno de inspiración y momentos inesperados

GUADALAJARA, JALISCO (01/DIC/2012).- El momento cumbre, como tenía que ser, fue improvisado. Billy Martin y Wil Blades invitaron al escenario a Todd Clouser. Así la alineación tenía batería, órgano y guitarra. “Lo que sea”, respondió Clouser a la pregunta de Martin respecto de lo que había que tocar. Pidieron unos minutos y después de compartir algunas miradas y señas se pusieron manos a la obra: una pieza de ocho minutos en la que cada cual tuvo su momento y estuvo más cercana, quizá porque sean los códigos sonoros que mejor comparten, al jazz y al blues. Así se cerró la presentación del dúo Billy Martin and Wil Blades en el recientemente inaugurado foro llamado Retratos permanentes.

El telón de fondo era una pared color naranja, que antes fue el sitio donde rebotaban las pelotas cuando se jugaba frontón, al pie de esta construcción se dispuso el entarimado donde en primera instancia actuó Sara Valenzuela, quien se hizo acompañar por algunos miembros de Troker: Samuel González, Samo, en el bajo; Cristian Jiménez en los teclados; Frankie Mares en la batería y, como invitado especial, Todd Clouser. Esta sesión estaba más enfocada a tocar los éxitos de Sara, pero cada pieza cobraba diferentes matices en vivo. Hasta Wil Blades tuvo tiempo de intervenir en una melodía con la que se cerró esta sesión. Cada uno de los músicos sacaba de la inspiración del momento una nota diferente. A veces más pop, muchas otras muy roquero y lleno de blues, el concierto de Sara Valenzuela sirvió para calentar motores.

Después tocó el turno del “banquete”, como dijo Valenzuela antes de retirarse del escenario. Así, Martin primero y después Blades tomaron sus posiciones. La idea era tocar algunas de las piezas de Shimmy, el disco que grabaron juntos, lo que seguramente ocurrió, aunque las versiones de esa noche no se repetirán, porque en cada ocasión había elementos nuevos, inesperados.

“Sí, tomo el video para que lo vea mi papá”, dijo Paola Vergara, cantante local quien grababa uno de los momentos más álgidos de la ejecución de Billy Martin en la batería. Hacía movimientos abruptos para sacar sonidos insospechados del bombo, tarola, tambor y platillos con los que contaba. El padre de Paola, además de exitoso empresario del llamado multidesarrollo, es músico de la banda Rocamadre; la idea del video era para que se inspirara un poco más. También había otros músicos de la escena jazzera de la ciudad, como Arturo “Tiburón” Santillanes.

Así transcurrió la noche, era Martin el que marcaba los ritmos y los tiempos, o destiempos, de la sesión. Utilizó más elementos: un pandero, metales varios, cencerros. Blades, muy atento, observó todo el tiempo, y se incorporaba de una manera virtuosa, como si cada participación hubiera estado ensayada hace mucho tiempo atrás. Logró elevar los ánimos gracias a los efectos sonoros de su sintetizador, y con el órgano procuraba dosis de ritmos que ponían a bailar a los presentes; una pareja, de hecho, abrió la pista y abrazados danzaban cadenciosos como si de salsa o cumbia se tratara.

Todo fue nuevo gracias a la coordinación de los músicos en escena. La síncopa, las piezas, las mezclas. El propio lugar conservaba el aroma a pintura fresca todavía, ya fuera de alguna pared o de los pasamanos de las escaleras que conducen a los sanitarios.

La música también fue novedad, una que no se había interpretado alguna otra vez en ningún escenario. Y la de esa noche, que no se repetirá porque todo había surgido de la improvisación de Billy Martin y Wil Blades dúo.

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