Entretenimiento
''Lincoln es mi película más europea''
La película que le tomó 12 años a Steven Spielberg se estrena hoy en México
MADRID, ESPAÑA (18/ENE/2013).- Desde niño, Steven Spielberg ha vivido con una obsesión, y ha estado décadas dando vueltas en círculo alrededor de ella: Abraham Lincoln. Poco a poco fue acercándose: El color púrpura, Amistad (“La esclavitud también me parece un asunto fundamental”)... Indirectamente la famosa carta del 16º presidente de EU titulada Bixby letter inspiró Salvando al soldado Ryan -más aún, Lincoln empieza con una secuencia bélica muy parecida al inicio del drama bélico sobre la II Guerra Mundial-, y al inicio de Minority report un escolar recitaba parte de su discurso en Gettysburg (“Lo colé porque ya estaba emocionado con este guion”).
En los últimos 10 años ha habido guion, reescritura, nuevo guion, un actor protagonista, otro actor que suple al primero, vuelta del primero al personaje del mítico mandatario... Así que Lincoln, que se estrenahoy, parece un punto y aparte, el resoplido de talento y felicidad de un director que ha puesto toda la carne en el asador para que la película encuentre su público. Por eso Spielberg (Cincinnati, Ohio, 1946) convenció al expresidente Bill Clinton para que el pasado domingo presentara en el hotel Beverly Hilton el vídeo de su filme en los Globos de Oro, de donde el cineasta se fue sin premio.
La mancuerna
Sin Daniel Day-Lewis, el protagonista de su filme y ganador del Globo de Oro a Mejor actor, Spielberg dice sentirse desprotegido. Literalmente. Al empezar esta entrevista, y con el actor inglés aún en la habitación, el cineasta pide que no se vaya, que hagan la entrevista juntos. Y sí, Lincoln le ha obsesionado, pero como todos sus trabajos. “A mí me obsesiona cada película, y por eso cavo en busca de la verdad en todas mis historias. Por suerte, no trabajo para ganarme la vida, no lo necesito, y sólo escojo historias que me inspiran y que quiero compartir. Pero Lincoln... el presidente Lincoln me obsesiona desde que tenía seis años”.
Siendo uno de los directores más americanos de la industria, Lincoln podría considerarse su película europea: “Es el largometraje más alejado de mi carrera. El distinto. Mi película europea. Porque por primera vez mi prioridad no fue la cámara, sino las interpretaciones. Al inicio de cada jornada primero me preocupaba el guión, luego las actuaciones y finalmente dónde poner la cámara”.
Por eso hablaba con los actores con el nombre de su personaje, y por eso se dirigía a Day-Lewis como “señor presidente”. “Era fundamental crear el ambiente. Que no habláramos de niños, beisbol o si de ayer viste Mad men en la tele. Por primera vez he priorizado las palabras y el tema sobre la cinematografía”. Como si fuera teatro. “Sí, porque eso fue lo que estudié, dirección teatral. Pero no creo que dirija nunca algo en los escenarios. En mi caso el medio cinematográfico es el natural”.
Profundo en la historia de la democracia
El guión de este drama -candidato a 12 premios Oscar- ha tenido ocupado a Tony Kushner durante seis años, aunque desde 1999 Spielberg ha estado rodando proyectos sobre Abraham Lincoln.
“Kushner ha escrito, rescrito, masajeado el libreto e investigado durante todos estos años. Debe de ser el hombre que más ha leído sobre este periodo”. Si en los inicios el filme contaba la Guerra Civil, y el siguiente libreto describía los últimos cuatro meses de vida del presidente, el guión final se centra en los dos primeros meses de 1865 (Lincoln fue asesinado en abril), cuando, cercano ya el final del conflicto bélico, el jefe del Ejecutivo decide pisar todos los callos posibles e incluir en la Constitución la 13.ª enmienda, la que prohíbe la esclavitud. Y por ello planea sobre Estados Unidos incluso la posibilidad de que se alargue el conflicto. “Pocas películas han encontrado el drama en la democracia. Muy pocas. Y más allá de que en esta demos espacio al problema familiar, al sufrimiento de su esposa, de lo que hablo es de los entresijos del proceso democrático, y cómo en aquellos tiempos ya había lobbys, presiones y corruptelas. Estamos muy felizmente sorprendidos con cómo el público se ha volcado en ella [lleva sólo en EU 160 millones de dólares en taquilla] y en que haya apreciado que es una película de detalles, no de brochazos narrativos, de detalles cinematográficos que traspasan los detalles con que funciona el mecanismo del sistema democrático. Nuestro país, hoy, tiene mucho que agradecer a la tenacidad de Lincoln y a su amor por la justicia”. Pero lo hizo con triquiñuelas. “Sí, pero esas triquiñuelas son parte del sistema democrático. Las intrigas forman parte del juego, Lincoln no hizo nada ilegal, y ahora han sido asimiladas por el sistema. En la democracia estadounidense hay mucho movimiento y trato a espaldas del público, de negociaciones entre bambalinas. Y la política estadounidense de finales del siglo XIX prologa la política estadounidense del siglo XX”.
El cineasta se mueve en su silla. Es su momento y se crece orgulloso. “Me he fijado mucho en el trabajo de Alfred Hitchcock. Porque él sabía crear un gran suspense aunque el público ya sabía que sus thrillers iban a acabar bien. Hitchcock escribió un montón de reglas y a menudo las rompió. Él fue mi guía. Sabía cómo acabaría la historia, pero tenía que crear la intriga, y esa es la magia del suspense: que los espectadores esperen lo increíble para vivir algo diferente... una y otra vez”.
Con información de El País
La larga lucha por la libertad
Corre el año 1865 en el calendario. La Guerra civil de Estados Unidos cumple cuatro primaveras sangrientas. ¿Las razones de la conflagración? Los Estados del Norte buscan prohibir la esclavitud. Los Estados del Sur tienen su economía basada en ella. La lucha es sin cuartel. Amigos y hermanos se encuentran de lados opuestos de las trincheras. Ciudades, puertos y villas son arrasados. Pero luego de brutales batallas, parece que la guerra toca su fin.
La popularidad del presidente Abraham Lincoln (encarnado por Daniel Day-Lewis) se encuentra en su punto más alto. Su figura y prestigio han levantado la moral de un país devastado, y la quiere usar para aprobar la enmienda más audaz que se ha hecho en esa nación en los últimos 50 años: Prohibir la esclavitud en toda la nación, una vez que los Estados rebeldes regresen a la unión.
El problema es que aun en los Estados del Norte, que apoyan a Lincoln, existen quienes defienden la esclavitud. Cierto, no quieren esclavos, pero eso no significa que busquen liberar a los que ya son. Y si la guerra termina antes, ¿tiene sentido aprobar esa ley?
Al prejuicio moral se suma el racial. Blancos y negros no pueden ser iguales. Lincoln tiene el mes de enero de 1865 para que la ley, conocida como la 13.a enmienda, sea aprobada por la Cámara de representantes, infestada de enemigos políticos y aliados dudosos. Sus adversarios políticos harán todo lo posible para que fracase. Sus aliados no dudarán en traicionarlo. Y tiene solo ese mes porque si la guerra termina antes, la enmienda fracasará.
La película no es una lección de historia. De hecho, apenas hay un par de escenas de la guerra, aunque Spielberg se asegura de que estas dejen una impresión fuerte en el espectador. “El tema que quiero tratar es el alma de Lincoln”.
“Creo que llega en el momento justo”, anotó el realizador en declaraciones que recoge la cadena RTVE, de España. “Su presidencia es todo un modelo de liderazgo. Abogó por cosas que ahora más que nunca están en nuestros corazones. Defendió la idea de que la democracia requiere justicia, compasión, respeto y tolerancia, y a veces un poco de sentido del humor”.
En los últimos 10 años ha habido guion, reescritura, nuevo guion, un actor protagonista, otro actor que suple al primero, vuelta del primero al personaje del mítico mandatario... Así que Lincoln, que se estrenahoy, parece un punto y aparte, el resoplido de talento y felicidad de un director que ha puesto toda la carne en el asador para que la película encuentre su público. Por eso Spielberg (Cincinnati, Ohio, 1946) convenció al expresidente Bill Clinton para que el pasado domingo presentara en el hotel Beverly Hilton el vídeo de su filme en los Globos de Oro, de donde el cineasta se fue sin premio.
La mancuerna
Sin Daniel Day-Lewis, el protagonista de su filme y ganador del Globo de Oro a Mejor actor, Spielberg dice sentirse desprotegido. Literalmente. Al empezar esta entrevista, y con el actor inglés aún en la habitación, el cineasta pide que no se vaya, que hagan la entrevista juntos. Y sí, Lincoln le ha obsesionado, pero como todos sus trabajos. “A mí me obsesiona cada película, y por eso cavo en busca de la verdad en todas mis historias. Por suerte, no trabajo para ganarme la vida, no lo necesito, y sólo escojo historias que me inspiran y que quiero compartir. Pero Lincoln... el presidente Lincoln me obsesiona desde que tenía seis años”.
Siendo uno de los directores más americanos de la industria, Lincoln podría considerarse su película europea: “Es el largometraje más alejado de mi carrera. El distinto. Mi película europea. Porque por primera vez mi prioridad no fue la cámara, sino las interpretaciones. Al inicio de cada jornada primero me preocupaba el guión, luego las actuaciones y finalmente dónde poner la cámara”.
Por eso hablaba con los actores con el nombre de su personaje, y por eso se dirigía a Day-Lewis como “señor presidente”. “Era fundamental crear el ambiente. Que no habláramos de niños, beisbol o si de ayer viste Mad men en la tele. Por primera vez he priorizado las palabras y el tema sobre la cinematografía”. Como si fuera teatro. “Sí, porque eso fue lo que estudié, dirección teatral. Pero no creo que dirija nunca algo en los escenarios. En mi caso el medio cinematográfico es el natural”.
Profundo en la historia de la democracia
El guión de este drama -candidato a 12 premios Oscar- ha tenido ocupado a Tony Kushner durante seis años, aunque desde 1999 Spielberg ha estado rodando proyectos sobre Abraham Lincoln.
“Kushner ha escrito, rescrito, masajeado el libreto e investigado durante todos estos años. Debe de ser el hombre que más ha leído sobre este periodo”. Si en los inicios el filme contaba la Guerra Civil, y el siguiente libreto describía los últimos cuatro meses de vida del presidente, el guión final se centra en los dos primeros meses de 1865 (Lincoln fue asesinado en abril), cuando, cercano ya el final del conflicto bélico, el jefe del Ejecutivo decide pisar todos los callos posibles e incluir en la Constitución la 13.ª enmienda, la que prohíbe la esclavitud. Y por ello planea sobre Estados Unidos incluso la posibilidad de que se alargue el conflicto. “Pocas películas han encontrado el drama en la democracia. Muy pocas. Y más allá de que en esta demos espacio al problema familiar, al sufrimiento de su esposa, de lo que hablo es de los entresijos del proceso democrático, y cómo en aquellos tiempos ya había lobbys, presiones y corruptelas. Estamos muy felizmente sorprendidos con cómo el público se ha volcado en ella [lleva sólo en EU 160 millones de dólares en taquilla] y en que haya apreciado que es una película de detalles, no de brochazos narrativos, de detalles cinematográficos que traspasan los detalles con que funciona el mecanismo del sistema democrático. Nuestro país, hoy, tiene mucho que agradecer a la tenacidad de Lincoln y a su amor por la justicia”. Pero lo hizo con triquiñuelas. “Sí, pero esas triquiñuelas son parte del sistema democrático. Las intrigas forman parte del juego, Lincoln no hizo nada ilegal, y ahora han sido asimiladas por el sistema. En la democracia estadounidense hay mucho movimiento y trato a espaldas del público, de negociaciones entre bambalinas. Y la política estadounidense de finales del siglo XIX prologa la política estadounidense del siglo XX”.
El cineasta se mueve en su silla. Es su momento y se crece orgulloso. “Me he fijado mucho en el trabajo de Alfred Hitchcock. Porque él sabía crear un gran suspense aunque el público ya sabía que sus thrillers iban a acabar bien. Hitchcock escribió un montón de reglas y a menudo las rompió. Él fue mi guía. Sabía cómo acabaría la historia, pero tenía que crear la intriga, y esa es la magia del suspense: que los espectadores esperen lo increíble para vivir algo diferente... una y otra vez”.
Con información de El País
La larga lucha por la libertad
Corre el año 1865 en el calendario. La Guerra civil de Estados Unidos cumple cuatro primaveras sangrientas. ¿Las razones de la conflagración? Los Estados del Norte buscan prohibir la esclavitud. Los Estados del Sur tienen su economía basada en ella. La lucha es sin cuartel. Amigos y hermanos se encuentran de lados opuestos de las trincheras. Ciudades, puertos y villas son arrasados. Pero luego de brutales batallas, parece que la guerra toca su fin.
La popularidad del presidente Abraham Lincoln (encarnado por Daniel Day-Lewis) se encuentra en su punto más alto. Su figura y prestigio han levantado la moral de un país devastado, y la quiere usar para aprobar la enmienda más audaz que se ha hecho en esa nación en los últimos 50 años: Prohibir la esclavitud en toda la nación, una vez que los Estados rebeldes regresen a la unión.
El problema es que aun en los Estados del Norte, que apoyan a Lincoln, existen quienes defienden la esclavitud. Cierto, no quieren esclavos, pero eso no significa que busquen liberar a los que ya son. Y si la guerra termina antes, ¿tiene sentido aprobar esa ley?
Al prejuicio moral se suma el racial. Blancos y negros no pueden ser iguales. Lincoln tiene el mes de enero de 1865 para que la ley, conocida como la 13.a enmienda, sea aprobada por la Cámara de representantes, infestada de enemigos políticos y aliados dudosos. Sus adversarios políticos harán todo lo posible para que fracase. Sus aliados no dudarán en traicionarlo. Y tiene solo ese mes porque si la guerra termina antes, la enmienda fracasará.
La película no es una lección de historia. De hecho, apenas hay un par de escenas de la guerra, aunque Spielberg se asegura de que estas dejen una impresión fuerte en el espectador. “El tema que quiero tratar es el alma de Lincoln”.
“Creo que llega en el momento justo”, anotó el realizador en declaraciones que recoge la cadena RTVE, de España. “Su presidencia es todo un modelo de liderazgo. Abogó por cosas que ahora más que nunca están en nuestros corazones. Defendió la idea de que la democracia requiere justicia, compasión, respeto y tolerancia, y a veces un poco de sentido del humor”.