Entretenimiento
El documental para contar historias de otra manera
Everardo González estrena su nuevo trabajo en las salas de cine y explica sus inquietudes narrativas
GUADALAJARA, JALISCO (12/FEB/2013).- “Se trata de cerrar un ciclo”. Así comienza la entrevista con Everardo González. En su voz se adivina una mezcla de alegría y agotamiento. Alegría, porque Cuates de Australia, el documental en el que empeñó los últimos cuatro años de su vida, finalmente llega a las salas comerciales de México. Agotamiento porque fueron meses de luchar por un lugar en la cartelera. Luchar por los recursos. Luchar por las pantallas. Luchar por el apoyo. “Y finalmente, el ciclo de cierra”.
Se trata de un proceso que conoce tras el estreno de sus anteriores trabajos: La canción del pulque y Los ladrones viejos. ''Cuates de Australia'', el documental más reciente, relata la vida de los habitantes de un ejido llamado Cuates de Australia, en Coahuila. A la pobreza y hambruna que azota la zona, se suma un problema aún más grave: se les está terminando el agua. El ánimo y la nobleza con la que los pobladores afrontan su situación, contrasta con la crudeza y la pobreza que los rodea. Aunque el retrato camina sobre la realidad, muchas veces parece rebasar las fronteras de la ficción. Cuates de Australia ya sabe lo que es ser proyectado ate el público tapatío. Participó en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara (FICG) en 2012 y ganó el premio Mayahuel a Mejor documental. Ahora vuelve, a conquistar la taquilla comercial. A cerrar un capítulo.
—Guadalajara le trajo buena suerte a “Cuates de Australia”, ¿no?
—(Risas), En efecto. Después de un año llega a Guadalajara, ahora a las salas comerciales. Sí, con un camino complejo, porque para que la película se encuentre en este punto tuvo que pasar por muchos pasos complicados. Creo que cuando hay un documental que está proyectándose a nivel comercial es motivo de satisfacción, y estoy muy contento de que pase con mi película.
—Muchos documentales se quedan en el camino, en buena medida por la falta de recursos, ¿Cómo paliaste ese problema?
—Salió gracias a un beneficio (económico) que surgió el año pasado a través de Conaculta e Imcine. Fue un fondo para el apoyo de distribución de películas, pero que también presta auxilio a danza, teatro, fotografía. Ayuda a amortizar un poco, a productores y distribuidores, específicamente la cuota que exige el exhibidor para la proyección. Si no hubiera sido por este fondo, no habría llegado al circuito comercial.
—Últimamente los documentales han tenido más suerte en taquilla, ¿eso no anima a los exhibidores a darles un mayor espacio?
—Para exhibidores y distribuidores el documental sigue siendo un material de alto riesgo. Siempre tienen público, eso está comprobado, allí está el ejemplo de De panzazo, Presunto culpable, que independientemente del respaldo que tuvieron de la cadena de exhibición, comprueban que la gente quiere ver documental. No es un mal del género, como lo suponemos siempre. Tiene que ver con voluntades.
—¿Cómo defines a “Cuates de Australia”. Es un documental” en el sentido más puro de la palabra?
—Si ven Cuates de Australia, se darán cuenta que no es una película necesariamente sobre la sequía. Eso es un mero detonante dramático, se hace relevante por el problema social y ecológico. De lo que realmente se trata la película es de un pueblo que espera la lluvia. Lo que permite el documental es contar las cosas de otra manera, y es algo que agrada al público, y es algo que siempre tenemos que buscar, conectar con la gente, sobre todo si no queremos quedarnos únicamente en el nicho que siempre ve documentales.
—¿Qué tanto utilizas las posibilidades técnicas que te da el cine?
—Todas. Mucha gente ve el documental como un género de la televisión, pero esta película está fotografiada, diseñada y construida a nivel sonoro para la pantalla grande. Su narrativa es de cine, y por eso para mí es importante que llegue a las salas.
—¿Cuáles son los temas que les inquietan más a los documentalistas mexicanos?
—El documental se construye a partir de realidades ajenas a la que enfrentan los cineastas, tocan mucho más aquellas historias de lo colectivo. Se salen de las burbujas de confort en las que vivimos, que a veces nos dan una visión muy reducida de lo que es el mundo. El documentalista sale a conocer la realidad del otro y encontrar lo que la relaciona con la propia. Eso es lo que ha provocado que se sigan haciendo documentales que no necesariamente tienen que ser una rama de las ciencias sociales, o de la antropología o la sociología o de la etnografía. Eso ha cambiado mucho la forma de narrar dentro de los documentales.
FRASE
"No podemos hacer películas pensadas solamente en hacer dinero, aunque el documental puede generar ganancias, ese no debe ser el fin".
Everardo González, cineasta.
Se trata de un proceso que conoce tras el estreno de sus anteriores trabajos: La canción del pulque y Los ladrones viejos. ''Cuates de Australia'', el documental más reciente, relata la vida de los habitantes de un ejido llamado Cuates de Australia, en Coahuila. A la pobreza y hambruna que azota la zona, se suma un problema aún más grave: se les está terminando el agua. El ánimo y la nobleza con la que los pobladores afrontan su situación, contrasta con la crudeza y la pobreza que los rodea. Aunque el retrato camina sobre la realidad, muchas veces parece rebasar las fronteras de la ficción. Cuates de Australia ya sabe lo que es ser proyectado ate el público tapatío. Participó en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara (FICG) en 2012 y ganó el premio Mayahuel a Mejor documental. Ahora vuelve, a conquistar la taquilla comercial. A cerrar un capítulo.
—Guadalajara le trajo buena suerte a “Cuates de Australia”, ¿no?
—(Risas), En efecto. Después de un año llega a Guadalajara, ahora a las salas comerciales. Sí, con un camino complejo, porque para que la película se encuentre en este punto tuvo que pasar por muchos pasos complicados. Creo que cuando hay un documental que está proyectándose a nivel comercial es motivo de satisfacción, y estoy muy contento de que pase con mi película.
—Muchos documentales se quedan en el camino, en buena medida por la falta de recursos, ¿Cómo paliaste ese problema?
—Salió gracias a un beneficio (económico) que surgió el año pasado a través de Conaculta e Imcine. Fue un fondo para el apoyo de distribución de películas, pero que también presta auxilio a danza, teatro, fotografía. Ayuda a amortizar un poco, a productores y distribuidores, específicamente la cuota que exige el exhibidor para la proyección. Si no hubiera sido por este fondo, no habría llegado al circuito comercial.
—Últimamente los documentales han tenido más suerte en taquilla, ¿eso no anima a los exhibidores a darles un mayor espacio?
—Para exhibidores y distribuidores el documental sigue siendo un material de alto riesgo. Siempre tienen público, eso está comprobado, allí está el ejemplo de De panzazo, Presunto culpable, que independientemente del respaldo que tuvieron de la cadena de exhibición, comprueban que la gente quiere ver documental. No es un mal del género, como lo suponemos siempre. Tiene que ver con voluntades.
—¿Cómo defines a “Cuates de Australia”. Es un documental” en el sentido más puro de la palabra?
—Si ven Cuates de Australia, se darán cuenta que no es una película necesariamente sobre la sequía. Eso es un mero detonante dramático, se hace relevante por el problema social y ecológico. De lo que realmente se trata la película es de un pueblo que espera la lluvia. Lo que permite el documental es contar las cosas de otra manera, y es algo que agrada al público, y es algo que siempre tenemos que buscar, conectar con la gente, sobre todo si no queremos quedarnos únicamente en el nicho que siempre ve documentales.
—¿Qué tanto utilizas las posibilidades técnicas que te da el cine?
—Todas. Mucha gente ve el documental como un género de la televisión, pero esta película está fotografiada, diseñada y construida a nivel sonoro para la pantalla grande. Su narrativa es de cine, y por eso para mí es importante que llegue a las salas.
—¿Cuáles son los temas que les inquietan más a los documentalistas mexicanos?
—El documental se construye a partir de realidades ajenas a la que enfrentan los cineastas, tocan mucho más aquellas historias de lo colectivo. Se salen de las burbujas de confort en las que vivimos, que a veces nos dan una visión muy reducida de lo que es el mundo. El documentalista sale a conocer la realidad del otro y encontrar lo que la relaciona con la propia. Eso es lo que ha provocado que se sigan haciendo documentales que no necesariamente tienen que ser una rama de las ciencias sociales, o de la antropología o la sociología o de la etnografía. Eso ha cambiado mucho la forma de narrar dentro de los documentales.
FRASE
"No podemos hacer películas pensadas solamente en hacer dinero, aunque el documental puede generar ganancias, ese no debe ser el fin".
Everardo González, cineasta.