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ENTRE CUARENTONES Y VEINTEAÑEROS: El origen del vallartazo
Los cuarentones no podemos dejar de admitir que cuando tuvimos la edad de los ahora veinteañeros, muchas veces en un fin de semana cualquiera, subíamos a nuestros vochos trincados y nos enfilábamos rumbo a Puerto Vallarta.
Los cuarentones no podemos dejar de admitir que cuando tuvimos la edad de los ahora veinteañeros, muchas veces en un fin de semana cualquiera, subíamos a nuestros vochos trincados y nos enfilábamos rumbo a Puerto Vallarta. Sí, así es, fuimos la generación que acuñó el término “vallartazo” que consistía básicamente en ponernos de acuerdo -sin celulares, ni messenger, ni internet-, e irnos. Por supuesto la carretera de cuota no existía, teníamos que tomar lo que hoy se llama la carretera libre, pero a pesar de ello, hacíamos cuatro horas y cachito; teníamos pocas opciones de hospedaje debido a nuestro bajo presupuesto, pero créanlo o no, con esas eran suficientes. Una primera opción era conseguir el “depa” de alguno de los que iban, lo que significaba apilarnos 15 ó 20 personas en un departamento de dos recámaras, la segunda, el infalible Hotel Rosita, que no se parecía al Regina -que no existía entonces y además, no hubiéramos podido pagarlo-. Años más adelante como ya trabajábamos, el presupuesto hasta nos ajustó para poder pagar el Pelícanos o Las Palmas, cuando aún estaba en construcción Los Tules. La mañana empezaba con una hielera llena de cervezas Carta Blanca en la playa de Las Palmas, ahí se podían ver los mejores bikinis nacionales e importados, nos pasábamos toda la mañana en la playa a fin de conseguir un bronceado, nos ahorrábamos la comida para poder ir a cenar algo antes de que fuera hora de entrar al O’ Brian’s, este memorable restaurante-bar, que era en realidad el centro neurálgico de Puerto Vallarta, en el ánimo de que entiendan los veinteañeros, hoy equivaldría al lugar ideal para la “pre-copa” y aunque todavía existe, era muy diferente de lo que es ahora, estaba lleno de sillas y sillones de todo tipo y te sentabas donde podías, no había mesas individuales y además de ser uno de los lugares más divertidos, fue para nosotros la mejor academia de inglés, su método era muy simple, te servían un vodka y te sentaban al lado de una gringa, ¿el resultado?... ¡Hablábamos inglés!
La siguiente parada, alrededor de la medianoche, era el City Dump, una disco que estaba pasando el puente del Río Cuale, y finalmente, lo que para ellos significa el “after”, sucedía en el Capriccio, una disco en la zona de Conchas Chinas que era el lugar donde lo mejor de lo mejor terminaba la velada. Y al día siguiente empezaba todo de nuevo, según el estado de ánimo, con variantes como el Zoo, la Cebolla Roja, y algunos más que se me escapan de la memoria.
Como ven, cambian los nombres, la moda y hasta la música y decoración de los antros, pero básicamente, esta generación a la que ustedes califican de “amargados”, inventamos el concepto de irnos de “reven” a Vallarta.
ricardo santos
La siguiente parada, alrededor de la medianoche, era el City Dump, una disco que estaba pasando el puente del Río Cuale, y finalmente, lo que para ellos significa el “after”, sucedía en el Capriccio, una disco en la zona de Conchas Chinas que era el lugar donde lo mejor de lo mejor terminaba la velada. Y al día siguiente empezaba todo de nuevo, según el estado de ánimo, con variantes como el Zoo, la Cebolla Roja, y algunos más que se me escapan de la memoria.
Como ven, cambian los nombres, la moda y hasta la música y decoración de los antros, pero básicamente, esta generación a la que ustedes califican de “amargados”, inventamos el concepto de irnos de “reven” a Vallarta.
ricardo santos