Economía

Europa previene el “contagio” de la crisis griega

Los líderes europeos saben que la salida del país heleno de la Zona Euro traería una pérdida de credibilidad para la moneda

ROMA, ITALIA (28/MAY/2012).- Todos los actores políticos y económicos de la Unión Europea (UE) lo han dicho: “Grecia debe permanecer en el área del euro”. Sin embrago, casi todos se preparan para su salida.

Los líderes europeos están conscientes de que la salida de Grecia de la Zona Euro traería consigo una enorme pérdida de credibilidad para la moneda única y una reacción en cadena que terminaría por desestabilizar más todavía las finanzas de España, Portugal y posiblemente Italia.

El problema de este “contagio” es que difícilmente podría ser frenado con los instrumentos existentes, como el fondo “salva Estados” creado recientemente. Para enfrentar este peligro los gobiernos, no sólo europeos, estudian una respuesta política fuerte, como hacer realidad los llamados “eurobonos” y un nuevo financiamiento, por parte del Banco Central Europeo (BCE), a todos los países de la Eurozona, medidas destinadas no sólo a tranquilizar a las bolsas internacionales, sino a demostrar que ningún otro país, después de Grecia, saldrá de la moneda única.

Esta hipótesis configuraría dos escenarios: uno, que implica una salida concordada con Grecia; el otro, que dicha salida sea unilateral.

Con respecto a la primera, Europa pondera la creación de posibles modelos que permitan a este país el pago de sus deudas, es decir, formas de financiamiento que le permitan, al menos parcialmente, reembolsar los créditos obtenidos.

La salida no acordada, que presupone la bancarrota griega, plantearía problemas financieros mucho más graves. Se volatizarían los más o menos 40 mil millones de euros que posee el BCE en títulos griegos, sin contar con que exigir la restitución de los 100 mil millones de euros que Europa ha prestado a este país se convertiría en una empresa casi imposible.

Aún más preocupante es el efecto que todo esto tendría para los bancos privados más expuestos: los franceses y alemanes. La hipótesis más acreditada para salvarlos es una intervención del BCE o recurrir al fondo “salva Estados”, pero estas medidas podrían activarse sólo si el riesgo del contagio griego ha sido eliminado o al menos fuertemente atenuado.

Hasta ahora, estos escenarios se mueven en el campo de las hipótesis, pero seguramente los gobiernos europeos los conocen, los evalúan y trabajan sobre ellos, contradiciendo las declaraciones oficiales, como la minimización que han hecho tanto la canciller alemana como su ministro de finanzas sobre la eventual salida de Grecia del euro.

Los analistas ven que Grecia se juega su presente en los próximos comicios. Y el escenario, así, no podía ser más trágico. Los salarios han descendido 25%; las jubilaciones, 20%; los aguinaldos han desaparecido; a los 35 mil despidos en el sector público deberán agregarse 115 mil más para 2014.

Esto no es todo. De no realizarse el ulterior recorte de los 11.5 mil millones de euros en junio próximo, Grecia no obtendría los 30 mil millones de euros prometidos por la UE y, con ello, no podría pagar ni los salarios ni las pensiones y menos aún llevar a cabo la recapitalización de sus bancos.

La angustia que provoca la eventual la salida del euro, que significaría la bancarrota formal de Grecia, está induciendo a los ahorradores a sacar su dinero de los bancos.

Si bien los expertos sugieren un cambio inicial de uno a uno con el euro, diversas fuentes económicas estiman que el dracma sufriría una devaluación, casi inmediata, de entre 30% y 60% y una fuerte repunte de la inflación en el país, que podría tocar entre 40%  y 50% en el primer año.

El resultante aumento de los precios y la disminución del poder adquisitivo de la población hacen prever fuertes tensiones sociales y una incontrolable ola de huelgas en el país.

Regresar a la vieja moneda cambiaría muy poco la situación griega. Si bien es cierto que los bajos precios estimularían fuertemente el turismo en el país y también sus más bien modestas exportaciones, sobre todo de productos alimenticios, cierto es también que estas ventajas serían canceladas tanto por el costo de las importaciones —petróleo y medicinas, entre otras— que realizan en euros o en dólares, como por el costo de la deuda externa, que podría elevarse en una proporción difícil de calcular.

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