Deportes
Las primeras atajadas de Guillermo Ochoa
El portero nacional dio sus primeros pasos en el futbol en el Colegio Santa Mónica de la colonia Santa Elena Alcalde
GUADALAJARA, JALISCO (19/JUN/2014).- Él quería jugar adelante, hacer los goles de su equipo. Pero sus compañeros, bajo ninguna circunstancia, le permitían salir de la portería.
Todos rondaban los cuatro años de edad, pero ya eran sabios y profetas.
Y es que aquél al que le frustraban sus sueños de delantero no era otro más que Francisco Guillermo Ochoa, el mismo que apenas el lunes se puso traje de héroe con todo y guantes de portero, en el duelo ante Brasil en la Copa del Mundo.
“Era tremendo”, recuerda su maestra de tercero de kínder, Lorena Carrillo: “Pero sin duda que el principal recuerdo que tengo de él es que siempre terminaba rápido sus trabajos para poder salir a jugar futbol al patio, ése era siempre su apuro”.
Ochoa Magaña cursó desde primero de kínder hasta cuarto de primaria en el Colegio Santa Mónica, de la colonia Santa Elena Alcalde, al Norte de Guadalajara y muy cerca del Estadio Jalisco.
“Era muy inquieto pero muy obediente, además era muy buen estudiante, siempre estaba en el cuadro de honor”, agrega su maestra.
La directora del plantel, Elia González, también conserva buenos recuerdos del arquero tapatío. “Convivimos mucho como amigos porque fue amigo de mi hijo. Si me preguntas de qué es lo primero que me acuerdo de él es que de una a dos de la tarde era puro balonear y balonear”.
Lo de balonear es literal. Y es que la cancha del Santa Mónica es de cemento, pues hace las veces de campo de futbol y de basquet. Así que los impactos en los muros sacuden toda la escuela.
Rojinegro y admirador de Jorge Campos
Gabriel González era amigo de Memo en ese entonces. “Siempre pedía ser Jorge Campos y en vez de traer el short de deportes se traía uno de Jorge Campos, aunque le pusieran reporte”, afirma el ahora administrador del plantel.
Él era uno de los que frustraba los sueños de atacante de Ochoa. “Cuando estábamos en kínder quería jugar arriba y le decíamos ‘tú a la portería porque si no, nos golean’. Ya en la primaria él solito pedía jugar de portero”.
Guillermo vivía no muy lejos del Estadio Jalisco, donde palpitaba su otra pasión. “Le iba al Atlas, era bien rojinegro, teníamos un juego de futbol donde movíamos unas piezas con imanes y él siempre pedía al Atlas”.
Encontró sus respuestas
Guillermo Ochoa, el único arquero mexicano que ha jugado en Europa, no podía creer el rol secundario que tenía en febrero de este año con el Tricolor.
En un momento donde el medio nacional hacía como portero titular en el Mundial al cancerbero de Cruz Azul, Jesús Corona, Ochoa Magaña levantó la voz para expresar su desazón: “Es raro, porque estando en México escuchas que salir a Europa es un sueño, es el ideal de cada jugador y entonces yo entiendo que el nivel en Europa es más alto, de mayor calidad; pero cuando no conviene simplemente se dice lo contrario, que en México hay la misma calidad. Digo, son cosas que no entiendo pero que sé que se tienen que cambiar con buenas actuaciones, y no lo digo sólo por mí, lo digo por los demás que están en Europa. No es sencillo, aún falta que se valore lo que se hace acá”, dijo Memo a EL INFORMADOR, en el amanecer del año mundialista.
Todos rondaban los cuatro años de edad, pero ya eran sabios y profetas.
Y es que aquél al que le frustraban sus sueños de delantero no era otro más que Francisco Guillermo Ochoa, el mismo que apenas el lunes se puso traje de héroe con todo y guantes de portero, en el duelo ante Brasil en la Copa del Mundo.
“Era tremendo”, recuerda su maestra de tercero de kínder, Lorena Carrillo: “Pero sin duda que el principal recuerdo que tengo de él es que siempre terminaba rápido sus trabajos para poder salir a jugar futbol al patio, ése era siempre su apuro”.
Ochoa Magaña cursó desde primero de kínder hasta cuarto de primaria en el Colegio Santa Mónica, de la colonia Santa Elena Alcalde, al Norte de Guadalajara y muy cerca del Estadio Jalisco.
“Era muy inquieto pero muy obediente, además era muy buen estudiante, siempre estaba en el cuadro de honor”, agrega su maestra.
La directora del plantel, Elia González, también conserva buenos recuerdos del arquero tapatío. “Convivimos mucho como amigos porque fue amigo de mi hijo. Si me preguntas de qué es lo primero que me acuerdo de él es que de una a dos de la tarde era puro balonear y balonear”.
Lo de balonear es literal. Y es que la cancha del Santa Mónica es de cemento, pues hace las veces de campo de futbol y de basquet. Así que los impactos en los muros sacuden toda la escuela.
Rojinegro y admirador de Jorge Campos
Gabriel González era amigo de Memo en ese entonces. “Siempre pedía ser Jorge Campos y en vez de traer el short de deportes se traía uno de Jorge Campos, aunque le pusieran reporte”, afirma el ahora administrador del plantel.
Él era uno de los que frustraba los sueños de atacante de Ochoa. “Cuando estábamos en kínder quería jugar arriba y le decíamos ‘tú a la portería porque si no, nos golean’. Ya en la primaria él solito pedía jugar de portero”.
Guillermo vivía no muy lejos del Estadio Jalisco, donde palpitaba su otra pasión. “Le iba al Atlas, era bien rojinegro, teníamos un juego de futbol donde movíamos unas piezas con imanes y él siempre pedía al Atlas”.
Encontró sus respuestas
Guillermo Ochoa, el único arquero mexicano que ha jugado en Europa, no podía creer el rol secundario que tenía en febrero de este año con el Tricolor.
En un momento donde el medio nacional hacía como portero titular en el Mundial al cancerbero de Cruz Azul, Jesús Corona, Ochoa Magaña levantó la voz para expresar su desazón: “Es raro, porque estando en México escuchas que salir a Europa es un sueño, es el ideal de cada jugador y entonces yo entiendo que el nivel en Europa es más alto, de mayor calidad; pero cuando no conviene simplemente se dice lo contrario, que en México hay la misma calidad. Digo, son cosas que no entiendo pero que sé que se tienen que cambiar con buenas actuaciones, y no lo digo sólo por mí, lo digo por los demás que están en Europa. No es sencillo, aún falta que se valore lo que se hace acá”, dijo Memo a EL INFORMADOR, en el amanecer del año mundialista.