Deportes
Lágrimas y lluvia en Río de Janeiro
Casi 200 mil personas sufren en Copacabana la vergonzosa caída de la Verdeamarela en semifinales
GUADALAJARA, JALISCO (09/JUL/2014).- La fiesta estaba preparada en el Fan Fest de Río de Janeiro ubicado sobre la playa de Copacabana, con la presencia de casi 200 mil gentes identificadas con la camiseta o los colores de la Verdeamarela, quienes pretendían festejar el pase de la Selección de Brasil a la final de la Copa del Mundo en el encuentro semifinal contra Alemania.
El día nublado en Río de Janeiro no apagó el ánimo festivo de los brasileños durante la mañana y tarde del martes 8 de julio.
Desde dos horas antes del inicio de la contienda la gente ya se aproximaba al Fan Fest y para el silbatazo inicial del juego la playa de Copacabana con sus dos pantallas de televisión gigantes era insuficiente para dar cabida a la multitud que tuvo que apostarse en las banquetas, los camellones y sobre los ocho carriles de circulación de la Avenida Atlántica, al borde de la playa.
Como invocada por el árbitro mexicano, Marco Antonio Rodríguez, llegó la lluvia al Fan Fest de Río al momento del silbatazo inicial del partido.
La lluvia no afectó el entusiasmo de los aficionados en Copacabana quienes permanecieron en sus lugares las primeras acciones del partido.
Sin embargo, los goles de los alemanes preocuparon a la fanaticada que al tercer tanto empezó a abandonar sigilosamente el lugar poniendo como pretexto la lluvia.
El desfile de aficionados que abandonaron la playa de Copacabana se incrementó en la misma medida que fueron cayendo uno a uno los goles hasta que al medio tiempo con el marcador de escándalo, la huida fue mayor hasta quedar el 50% del total inicial.
Aún así, 100 mil aficionados en la playa Copacabana y Avenida Atlántica eran muchísimos para ser testigos de la máxima goleada a Brasil en Copa del Mundo.
Las lágrimas de cientos de aficionados por la vergonzosa goleada se confundían en sus rostros con la pertinaz lluvia.
Al silbatazo final del partido los más estoicos pretendían continuar en el lugar mitigando su amargura con bebidas de toda índole, pero el aguacero se hizo presente con toda intensidad y entonces sí la muchedumbre abandonó el Fan Fest, la playa, la calle y se refugió en cualquier lugar para ocultar sus lágrimas y evadir la lluvia que inundó sus corazones.
Ernesto López Mota / Enviado
El día nublado en Río de Janeiro no apagó el ánimo festivo de los brasileños durante la mañana y tarde del martes 8 de julio.
Desde dos horas antes del inicio de la contienda la gente ya se aproximaba al Fan Fest y para el silbatazo inicial del juego la playa de Copacabana con sus dos pantallas de televisión gigantes era insuficiente para dar cabida a la multitud que tuvo que apostarse en las banquetas, los camellones y sobre los ocho carriles de circulación de la Avenida Atlántica, al borde de la playa.
Como invocada por el árbitro mexicano, Marco Antonio Rodríguez, llegó la lluvia al Fan Fest de Río al momento del silbatazo inicial del partido.
La lluvia no afectó el entusiasmo de los aficionados en Copacabana quienes permanecieron en sus lugares las primeras acciones del partido.
Sin embargo, los goles de los alemanes preocuparon a la fanaticada que al tercer tanto empezó a abandonar sigilosamente el lugar poniendo como pretexto la lluvia.
El desfile de aficionados que abandonaron la playa de Copacabana se incrementó en la misma medida que fueron cayendo uno a uno los goles hasta que al medio tiempo con el marcador de escándalo, la huida fue mayor hasta quedar el 50% del total inicial.
Aún así, 100 mil aficionados en la playa Copacabana y Avenida Atlántica eran muchísimos para ser testigos de la máxima goleada a Brasil en Copa del Mundo.
Las lágrimas de cientos de aficionados por la vergonzosa goleada se confundían en sus rostros con la pertinaz lluvia.
Al silbatazo final del partido los más estoicos pretendían continuar en el lugar mitigando su amargura con bebidas de toda índole, pero el aguacero se hizo presente con toda intensidad y entonces sí la muchedumbre abandonó el Fan Fest, la playa, la calle y se refugió en cualquier lugar para ocultar sus lágrimas y evadir la lluvia que inundó sus corazones.
Ernesto López Mota / Enviado